Roberto Valera Chamizo: “Mis primeras experiencias en el arte se las debo a la radio”
Si bien aclara que el amor por la música se lo inculcó su madre, el reconocido músico, pedagogo compositor y director de orquesta cubano reconoce que la radio influyó de manera directa en su formación cultural y el conocimiento de la música clásica.
Roberto Valera Chamizo, desde muy niño, escuchaba cantar a su madre frecuentemente, mientras realizaba las labores de la casa, era una apasionada de la música. Cantaba muchos boleros y era una amante de los danzones creados por Antonio María Romeu, recuerda Valera con gran emoción.
Menciona que aprendió a leer antes de ir a la escuela; desde pequeño tocaba el tambor, cantaba y bailaba rumba en el teatro de los Yasistas. “Debo decir que mis primeras experiencias en el arte se las debo a la radio. Las personas de mi generación estuvieron muy influidas por ese medio. Durante mi infancia, al cine se iba, si acaso, una vez a la semana y no existía la televisión.
“En mi casa oíamos la radio durante todo el día. El noticiero, los musicales, los espacios cómicos. En la música se escuchaba lo mismo a Merceditas Valdés cantado música afrocubana, que un programa de música china que le gustaba a mi papá, hijo de una mulata y un oriundo de Cantón. También disfrutábamos los tangos y los temas mexicanos de Jorge Negrete, los boleros de Boby Capó y Benny Moré y su Ganda Gigante”.
También asistía a los teatros, donde ganó varios concursos imitando los gritos de Tarzán, hasta que un día los empresarios le dijeron a su mamá que no lo llevara más, porque siempre era el ganador. Ella era fanática de las radionovelas y así escuchó las famosas como “El derecho de nacer” y las aventuras “Los tres Villalobos”, “Tarzán” y “Ángeles de la calle”.
“Por la radio escuché las voces famosas de María Valero, Enrique Santisteban, Marina Rodríguez y Ángel Espasande, entre otros grandes actores”, rememora Valera.
Por esas novelas comenzó a conocer la música de los grandes como Piotr Ilich Chaikovski, Edvard Grieg y Frédéric Chopin, cuyas composiciones se utilizaba en las novelas como fondo musical. “No conocía a los autores de esas músicas, pero me prepararon para posteriormente descubrir las obras clásicas”, apunta el reconocido músico y compositor cubano.
Otra de sus aventuras infantiles con la radio sucedió en 1949, cuando participó en un programa de aficionados infantiles en la emisora Radio Mambí, dirigida por José Antonio Alonso. Ganó el concurso y pasó a ser Estrella Naciente, así pudo incorporarse en un programa para niños que dirigía la actriz María Antonieta Dolz.
Entre sus compañeros entonces, recuerda a algunos que después fueron famosos: Héctor Quintero, Luisa María Guell, Caridad Cuervo y otros. En ese programa Valero cantaba y actuaba. También escribía libretos. Fue guionista de una serie humorística que tituló “La carcajada voladora que cruza tan rápido el espacio que nadie la ve”.
Seguía cantando porque se sentía muy cómodo con las canciones que escuchaba por la radio y, además, cantaba su madre.
Un día una señora lo oyó cantando y le dijo a su mamá que un cantante tenía que oírlo. Lo llevaron ante Mario Rodríguez, así comienza a estudiar música con nueve o diez años. Comienza por el piano, instrumento básico, pero siempre soñaba con ser compositor. Estudió canto con la maestra Zoila Gálvez y actuación con Hortensia Gelabert.
Un día fue a la emisora CMQ para presenciar un programa humorístico con el personaje Mamacusa alambrito, que encarnaba el actor Luis Echegoyen. Al finalizar la transmisión, invitaron al público a escuchar la Orquesta CMQ, dirigida por el maestro Enrique González Mantici.
Confiesa Roberto que al escuchar ese día por primera vez en vivo una orquesta sinfónica interpretando música de Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Peter Schubert, desde ese momento quedó atrapado por la música sinfónica.
Se graduó en el Conservatorio Municipal de La Habana en 1957 y allí laboró después como maestro. En 1965, luego de presentarse a un examen de oposición, ganó una beca para estudiar en Varsovia, Polonia. Posteriormente realizó estudios de posgrado y comenzó a trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), con el maestro Leo Brouwer en el Cine Club Visión.
En esa época compone música para los directores cinematográficos José Massip (Páginas del diario de José Martí, Madina Boe y Angola: páginas de la esperanza), Manuel Pérez, Humberto Solás, Tomás Gutiérrez Alea (Combate), Manuel Octavio Gómez (El encuentro y La Salina), entre otros. Hizo música para dibujos animados realizados por Tulio Raggi y del filme El general Antonio.
Como curiosidad menciona que creó la música para un jingle sobre los fósforos, bajo la dirección de Santiago Álvarez, pero nunca salió.
Valera participó en el primer carnaval socialista con una pieza que interpretaba Oscar Valdés. También incursionó en la creación musical para el arte danzario con Alberto Alonso y Luis Trápaga. En el ámbito académico compartió con Isaac Nicola y José Ardévol en el otrora Instituto Superior de Arte.
Fue subdirector de la Escuela de Música Alejandro García Caturla, con Silvio Rodríguez Cárdenas como director. Además nos dice que tuvo el privilegio de estar al lado de Manuel Duchesne Cuzán. Se mantuvo componiendo y, cuando no lograba algo que deseaba, renunciaba. Recuerda con agrado que su primera composición la tituló Madre querida.
Obra en la TV
En 1959 Roberto Valera participó como actor en una novela titulada Integracionista, escrita y dirigida por Augusto Borges; en ella interpretaba a un luchador revolucionario y su compañera era la actriz Carmen Solar. “Fue mi primer encuentro con la televisión”, apunta.
Para este medio, en 1978, compuso la música de un serial dirigido por Jorge Rojo. Otras de sus creaciones musicales forman parte de la banda sonora de conocidas producciones hechas por los Estudios de animación del Instituto Cubano de Radio y Televisión, como el seriado de dibujos animados Cuentos de la señora santana, dirigido por Juana Aguillón.
Compositor incansable
Refiriéndose a una de sus divisas fundamentales como artista: la composición, Valera señala con orgullo la oportunidad de musicalizar el poema Iré a Santiago, de Federico García Lorca, “que comenzó siendo un son, el solo de la interpretación lo hizo la cantante Georgia Guerra”, aclara. Esta brillante composición devino canción para coros y pieza imprescindible dentro del repertorio habitual de Orfeón Santiago, por muchos años dirigido por el maestro Electo Silva.
Asimismo musicalizó infinidad de poemas de Nicolás Guillén, El Indio Naborí y Mirta Aguirre.
Roberto Valera es de los músicos que desea siempre conocer más, por eso participa con Juan Blanco, Leo Brouwer, Carlos Fariñas, Calixto Álvarez, José Loyola, Héctor Angulo y Harold Gramatges en una nueva sonoridad denominada La vanguardia. En ese contexto surge la obra Non Dibissi, símbolo de la unidad, nominada a los Premios Grammy pero descartada como triunfadora por su contenido político.
Creador de canciones, conciertos, música popular, sinfónica y coral, todavía sigue componiendo. Tiene un disco que incluye sus obras interpretadas por los coros principales de Cuba. A ese material Zenaidita Castro Romeu le puso el título: Non Dibissi.