Por nuestras calles ha vagado —y aún vaga— un moisés-simoniano manisero pregonando que irremisiblemente “se va”, llevando consigo su afrodisíaco producto, que no en vano se le tributa a la sensual Ochún.
Por nuestras calles ha vagado —y aún vaga— un moisés-simoniano manisero pregonando que irremisiblemente “se va”, llevando consigo su afrodisíaco producto, que no en vano se le tributa a la sensual Ochún.