9 de diciembre de 2024

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Instituto de Información y Comunicación Social

Televisión vs Homofobia (1)

A duras penas, la palabra “homosexual” comenzó a ser balbuceada en televisión cubana durante los años 90 por funcionarios de Salud Pública, enfatizando sobre el sida en la homosexualidad. Hoy, aunque el tratamiento es diferente a aquellos tiempos, sigue teniendo rechazo o malas interpretaciones.
Televisión vs Homofobia

Televisión vs Homofobia

El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud retiró definitivamente la homosexualidad del listado de enfermedades, lo cual no era sino el colofón de una lucha de siglos, quizás milenios. Siempre ha habido una anti-homofobia sentida y practicada, lo que se remonta a los gérmenes de dicha homofobia en Persia (siglo VI a.n.e.) de donde pasó al Levítico judío y de aquí, al cristianismo.

Degeneraba así una seudo-cultura cuya agresividad alcanzó su clímax con las pugnas internas en la iglesia y en los diversos estados, finalizando el Medioevo como una sucia forma más de eliminar competidores. Este tipo de discriminación se dio similar a otras, algunas no menos absurdas y sustentadas en la ignorancia, tal cual se evidenciaba paralelamente en aztecas, incas y varias culturas.

La colonización, en mayor o menor grado y siempre casuísticamente, esparció estos prejuicios al resto del mundo. Como suele suceder, en los colonizados que copiaron los patrones colonialistas, se arraigaron y degeneraron más reaccionariamente que allí, donde surgieron. Pero siempre de una u otra manera, y cada vez más y más conscientemente, halló enfrentamiento por la justicia social, por la mejor convivencia y feliz realización de todas las personas, por el urgente avance de las ciencias y de la sociedad.

En 1897, por ejemplo, en Alemania, Magnus Hirschfeld creó el Comité Científico Humanitario que fue la primera entidad anti-homofóbica mundial conocida, pero no promovida como debiera. Sin embargo, esta no fue la única acción contra la homofobia. La lucha también se ha demostrado más explícita o implícita en todos los medios de comunicación masiva, cuyo alcance exige mayor cuidado por el daño causado y por el bien con que lo pueden y deben revertir.

No obstante, estas líneas no son para abordar la problemática en los medios ni en el resto del mundo, imprescindible para su mejor comprensión pero imposible en tan breve espacio. Este artículo lo concretaremos en la televisión cubana, de tanto valor por su relación cotidiana con cada familia y con cada persona y de tanto poder y misión de ejercer mucho más y mejor función educativa en nuestro pueblo.

Ni siquiera abordaremos aquí su tratamiento en la televisión cubana antes del siglo XXI, que también lo requiere por ser antecedente básico; pero es menester limitarnos a sus penas y glorias cuando ya nuestra televisión decidió unirse a la campaña contra la homofobia y, la propia Mariela Castro al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), participó en la presentación de la telenovela La cara oculta de la luna (2006).

A mi juicio este espacio fue sobrevalorado al legar a la lectura de la homofobia nacional “el ladrillazo” como la amenaza diabólica de Mario (el homosexual, interpretado por Armando Tomey), y desatar la polémica sobre la bisexualidad o no de Yaisell (Rafael Lahera) que con Mario se contagia del vih/sida. La novela mostró la imagen de una “Sagrada Familia” que se sumió en la peor depresión y presentó como “el gran culpable” al personaje de Tomey.

Al no acertar el tratamiento como debía, hubo protestas de algunos abogados por haber sido seleccionado su gremio para el homosexual, como también de algunos campesinos por seleccionarse “su día” para luchar contra la homofobia, lejos de enorgullecerse de unir causas justas, lo cual demostraba la homofobia en ambos sectores.

Es una pena que actores asuman con toda valentía papeles semejantes y luego comparezcan en la misma televisión para enfatizar lo difícil del papel porque es “muy lejano” a ellos, subrayando “la diferencia”. Esos mismos artistas exhiben en la televisión a sus esposas, novias y cuanta relación femenina puedan, solo para dejar claro su lejanía con el personaje.

La contribución de esta novela fue visibilizar al homosexual sexuado (que no lo era el Diego de Fresa y Chocolate, 1993) en uno de los cinco cuentos que la componen. Pero en verdad este no era un producto contra la homofobia, sino contra el vih/sida, lo cual era válido y necesario, pero se limita como anti-homofobia, tal cual se quiso presentar.

A duras penas, la palabra “homosexual” comenzó a ser balbuceada en televisión en los años 90 por funcionarios de Salud Pública, enfatizando sobre el sida en la homosexualidad, generando más homofobia y desprotegiendo así la heterosexualidad, al no enfatizar tanto el hecho de que cualquier sexo sin protección era trasmisor. Solo mencionar la palabra en un medio tan público, tristemente, era un logro entre la hecatombe que era el sida; por lo que publiqué entonces que peor que el retrovirus, era el sida del alma, mental y espiritual. 

Hay que destacar antecedentes muy positivos como los dos programas Vale la pena (en especial el segundo) que el Dr. Manuel Calviño dedicó contra la homofobia en abril de 1998. Otros de la producción nacional, no totalmente dramatizados, desempeñaban un papel de vanguardia contra la homofobia, tal es el caso de Cuando una mujer y Buenas conductas.

Luego, hacia 2014, llegó Elogio de la memoria y las tan acertadas intervenciones de expertos, entre quienes estaban las sexólogas Beatriz Torres y Mileyda Menéndez Dávila en los espacios De tarde en tarde, Hola Habana, Tengo algo que decirte, Triangulo de la confianza.

Entre los dramatizados se han destacado algunos teleplay y hasta policiales cubanos con el carismático “Toña la negra” y producciones extranjeras. También ha habido dibujos animados y spots cubanos, generalmente muy buenos pero con poca visibilidad en televisión, donde el buen humor ha tenido franca homofobia.

Así, fue desafortunado que Lázaro “Bititi” afirmara en un programa, que trabajaría en cualquier película, excepto en Brokeback Mountain; pero “Pateando la lata” se enriqueció con franca y valiente anti-homofobia, mediante el diálogo entre los dos “guapos” en que uno pregunta al otro si le había dicho a alguien que se habían besado y al responderle que no, concluyó: “Entonces, nos vieron”, con lo que se ridiculizaba mordazmente la hipocresía y miedos de esos supuestos “aseres”

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