TODO UN CABALLERO
Así Cuba y el mundo lo reconocieron siempre, desde la serena y respetuosa compostura del talentoso músico, compositor, arreglista y director de dos agrupaciones emblemáticas de nuestro país, hasta la hidalguía con que se propuso -y logró- erigirle por primera vez al son cubano un día que trascendió las fronteras de la patria el pasado 8 de mayo.
Menos de cuatro meses después, este inicio de septiembre trajo la noticia del fatal desenlace que tantísimos cubanos quisieron impedir a fuerza de pensamientos positivos y plegarias a los orishas tutelares del sacerdocio de Ifá al cual se consagrara hace treinta años el sonero cuya partida ha vestido de luto a nuestra música popular.
Ojalá hoy simplemente te hubieras ido a Bayamo en coche, Adalberto Cecilio Álvarez Zayas. Pero esta vez tu viaje más trascendental y perdurable es hacia esa eternidad que sólo acoge a quienes -más que vivir- han sabido honrar la vida.
¿Y qué tú quieres que te den en esta hora de dolor los deudores de tu arte y tu caballerosidad? Quizás a tu sencillez le basten la gratitud, la admiración y el cariño que cultivaste con tu elevada profesionalidad, tu lealtad a lo nuestro, tu pícara mirada y tu sonrisa criolla… pero mereces mucho más.
«De madrugada, por esas calles la triste soledad hoy me acompaña.» Así dijiste en un hermoso son, y fue precisamente en esta primera madrugada de septiembre cuando emprendiste la marcha en busca de otra dimensión de tu existencia.
Mas no será la soledad quien te acompañe, Caballero del Son y también de cuerpo entero, sino el corazón de millones de cubanos. Y el corazón de un pueblo como el nuestro nunca se equivoca.