26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Un puente hacia el crecimiento personal

Elsa Carrasco, asesora de la TVC, valora aspectos imprescindibles a la hora de conformar propuestas adecuadas para chicos, adolescentes y jóvenes
Una calle, mil caminos

Una calle, mil caminos

“El joven de ayer no es el de mañana y los adolescentes son más hijos de su tiempo que de su propia familia”. Quizás sea esta la afirmación que impulsa a Elsa Carrasco, asesora de programas infantiles y juveniles de la televisión cubana, a ser cada vez más creativa y escudriñar, desde su visión como psicóloga, en temas recurrentes en las primeras décadas de la vida.

El misterio de recrear en una pantalla los años mozos de un ser humano resulta, sin dudas, el reto más deseado de esta hacedora de imágenes, devenida en cómplice de cómo los jóvenes cubanos viven y sueñan su presente y futuro. Reinventar la juventud es su habilidad más cercana.

–¿Cuándo y cómo se inició como asesora de programas infantiles y juveniles en la televisión cubana?

–Soy psicóloga de profesión y comencé a trabajar en la Escuela Nacional de Arte de La Habana en 1979. En esa época algunos directores buscaban estudiantes de la especialidad de Actuación para mostrar caras nuevas en los personajes de las novelas.

Colaboraba con la selección y envío de jóvenes a los casting, o trabajaba con los estudiantes en la elaboración de la psicología de algún personaje. En 1983 comienzo a trabajar en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), en la División de Programas Infantiles y Juveniles. Mi labor desde el inicio ha sido conformar proyectos y guiones para ese público y su realización.

 –¿Qué temáticas abordaban y cómo las seleccionaban?

–En los años 80 comenzamos a hacer seriales dramatizados para niños y jóvenes. Hacíamos la programación habitual y series como Solo el amor, Hoy es siempre todavía, entre otras. Nos propusimos reflejar al joven en su contexto social y familiar.

Durante ese decenio y en los inicios de los 90 nos acercamos a tales temáticas a partir de los resultados de investigaciones sociológicas y psicológicas. Se empezaron a mostrar las expectativas de los jóvenes cubanos en su vida cotidiana.

Para infantes y adultos había segmentos de programación bien definidos; pero el público adolescente y joven se sumaba como televidente a la programación adulta, porque no contaba con una programación que atendiese a sus intereses específicos. Todavía hoy sucede eso.

No se trataba de hacer una programación especial, sino de tener en cuenta los puntos de vista de ese grupo etario. Comenzamos con los dramatizados e incluimos proyectos de revistas. Hicimos Buena suerte, Viviendo y En confianza.

 –¿Cómo impactó el Período Especial en la realización de programas para jóvenes?

–Afectó nuestro trabajo en calidad y cantidad. La programación infanto juvenil es tan cara como el resto, o más. No siempre se alcanza a comprender el valor que tiene la fantasía para estos públicos y los recursos para hacerla creíble: los grandes escenarios, los vestuarios… Entonces, buscamos otras formas de expresión, trabajamos por otros caminos.

 –¿Cómo se comporta en la actualidad la realización de series y dramatizados para ese sector de la población, y qué peso tiene la División de Programas Infantiles y Juveniles dentro del ICRT?

–Actualmente producimos telefilmes de 60 a 80 minutos con temáticas para jóvenes. Dentro de la televisión, en general, la División de Programas Infantiles y Juveniles es una televisora en sí misma. Esta idea siempre la he defendido porque, al tener un público tan específico, nuestra programación se vale de todos los géneros para expresar y enriquecer los temas, con tratamientos acordes al desarrollo y comprensión según la edad.

Trabajamos en programas de corte informativo, musicales, dramatizados o de participación. Pretendemos alcanzar un equilibrio y ofrecer un abanico de opciones que aborden las temáticas más diversas, con valores artísticos y desde diferentes ángulos.

–¿Qué es lo más importante que debe tener en cuenta un asesor de programas juveniles a la hora de seleccionar las temáticas?

–La actualización constante; conocer cuanto acontece en el país resulta imprescindible para captar la atención de este segmento de público. Tenemos que estar al tanto de las políticas y de los resultados que dan las instituciones, los centros de investigación de la salud, la Academia de Ciencias de Cuba, las facultades de Psicología, Comunicación Social, el Instituto Superior de Arte y otros.

La televisión no se detiene, trabaja minuto a minuto. Hay que actualizarse continuamente sin interrumpir el proceso de creación y producción.

 –¿Cómo coordinan la selección de temas teniendo en cuenta la diversidad de situaciones que vive la juventud en la coyuntura cubana actual?

–La selección de los temas la hacemos colectivamente. Trabajamos a partir de los resultados, vamos a los centros de estudio para ver qué se está estimando o desechando. Si hubo un tema muy actual y necesario en una temporada, quizás deje de ser prioritario en los años siguientes, y no podemos mantenernos al margen.

 –¿Ha cambiado el abordaje de las temáticas de los dramatizados respecto a cómo se hacía en los años ochenta? ¿Cuáles persisten?

–Los temas son infinitos como la vida misma. Resultan, además, necesarios, válidos e imprescindibles, partiendo siempre del objetivo de entretener y atraer al público e intentar aportar valores para el sano crecimiento y desarrollo de la personalidad.

El amor, la familia, las relaciones interpersonales, la amistad, la vocación, la solidaridad, el respeto, entre otros, siempre serán bien recibidos si al representarlos tenemos en cuenta el hoy y el ahora del público potencial, a fin de brindar nuevas interpretaciones de la realidad. O sea, las aristas que puedan servir como detonante al pensamiento.

 –¿Cuáles son las temáticas más difíciles de abordar?

–Cualquier tema de actualidad puede devenir en conflicto de intereses, porque emergen criterios diversos que se complementan o son diametralmente opuestos.

A la hora de defender un proyecto deberíamos contar siempre con las suficientes herramientas intelectuales y argumentos sólidos, avalados por los resultados de investigaciones sociales y los conocimientos teóricos, que nos permitan asumir con mucha responsabilidad nuestro trabajo.

 –¿Alguna vez algún tema o guión ha tropezado con obstáculos para su ejecución? ¿Por qué?

–En ocasiones llegan criterios contrarios, juicios apresurados o temores infundados sobre algún tema; pero eso no significa un obstáculo para el desempeño del trabajo. Esas situaciones actúan como motivación y reto intelectual y me impulsan a argumentar mejor la propuesta.

En este sentido aprendo de cada crítica, sugerencia e incluso de las dudas y temores. Hasta hoy el saldo siempre ha sido a favor del producto audiovisual y el público.

 –¿Qué cantidad de programas conciben para un año? ¿Existen razones de tipo económico en esa cifra?

–Para el espacio Una calle, mil caminos –revista que incluye dramatizados monotemáticos–, se producen ocho o nueve telefilmes, para ser exhibidos en el verano. Estos audiovisuales son costosos, por lo cual actualmente se valora si pueden producirse los 52 necesarios para un año de trasmisiones. Buscamos facturar en el año al menos 40 capítulos de los seriados.

La serie Pubertad, una colaboración entre el Centro Nacional de Educación Sexual y el ICRT, aborda la realidad actual para los adolescentes. Disponemos ya de 24 capítulos y continuamos en la selección de temas, desarrollo de argumentos y guiones para la próxima temporada.

La producción nacional para los jóvenes es escasa todavía, y esta realidad responde a razones económicas que conllevan a valorar razones creativas.

 –¿Es el trabajo del asesor de carácter grupal siempre? ¿Por qué?

–El trabajo en la televisión es colectivo. En el proceso de creación intervienen muchos especialistas. El asesor debe estar presente durante todo el proceso: desde la selección del tema hasta el resultado final.

 –¿Existe actualmente algún centro para la formación de asesores de televisión?

–No lo conozco. No puedo decir que una profesión en particular sea más idónea que otra para ejercer esta función. El estudio de una disciplina académica brinda instrumentos y herramientas para el desarrollo del pensamiento.

Un asesor no puede ser especialista en todos los asuntos de la realidad. No es un erudito, ni tiene en sus manos la verdad absoluta o el criterio superior. Es una persona capaz de consultar, buscar, estudiar y comprender el tema que necesita conocer para su proyecto. Ahonda en él a través de consultas a los especialistas en esa materia y trasmite al equipo esa información validada. De esa forma, contribuye a la orientación de la historia.

El conocimiento de las posibilidades del medio televisivo constituye una necesidad para el desempeño de la asesoría. Es imprescindible estar dispuesto a escuchar y aprender de todos los integrantes del colectivo.

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