Una rosa se me ha caído del rosal del corazón
De los altos balconajes a sus pies cayó una flor
y una dama le decía con graciosa y dulce voz:
“Esa flor se me ha caído del rosal del corazón”.
Fragmento de la zarzuela “Luisa Fernanda”
Desde muy temprana edad tuve la suerte de conocerla y admirarla, en mis primeros años, por su belleza explosiva, ya en la adolescencia, por su arte verdadero y su versatilidad. Este 10 de junio de 2020 recibí, a través de la televisión cubana, en donde tanto ella brilló, junto a todos sus admiradores que fueron y son muchos, la triste noticia de su viaje hacia otra dimensión, porque ella no está, ni nunca estará destinada a permanecer en el olvido.
En el año 1966, en visita a su casa en el edificio del Retiro Radial, en las calles Línea y E, en el corazón del Vedado capitalino, tuve la dicha de que La Fornés posara para mí y para tres compañeros de aula. Yo estaba cursando el tercer año de la Escuela Nacional de Bellas Artes “San Alejandro”. Nos recibió como siempre trató a todos sus admiradores y al público que la abordaba, con toda amabilidad, modestia y cortesía.
De los tres alumnos que fuimos, le hicimos varios croquis para posteriormente realizar un retrato con algunos de los bocetos realizados, tuve la suerte de que a ella le gustara el mío. A los pocos días la visitamos nuevamente y le llevé un retrato ya terminado. Ella quedó tan complacida con el que yo le había realizado que, de inmediato, me sugirió lo llevara a la tienda para los artistas que en aquellos tiempos que existía en la calle Galiano y Zanja, “El Arte”, para que yo me encargara de que lo montaran a mi gusto y le llevara el recibo con el costo, que ella se encargaría de recogerlo o de mandar a alguien cuando estuviese listo. En aquellos años yo cumplía el Servicio Militar Obligatorio y no tenía pase durante aquellos días.
Siempre la seguí en su larga carrera artística, en todos los medios donde ella estuvo. Desde su incursión en el cabaret Tropicana con el cuarteto de Meme Solís un 31 de diciembre, en alguna actividad con algunos de sus admiradores de las que aún conservo fotos y gratos recuerdos, en las puestas en escena del Teatro Lírico Nacional, tanto de “La viuda alegre”, “La verbena de la paloma”, “Luisa Fernanda”, “La Revoltosa”, “El conde de Luxemburgo”, “La princesa de la Czardas” y tantas otras que sería interminable la lista. En alguno de sus cumpleaños también participé, cuando ella aún vivía en el Retiro Radial.
En el contexto de las celebraciones del aniversario 70 de la Televisión Cubana, de la cual Rosita también fue fundadora y mereció por la obra de la vida en este medio el Premio Nacional de TV, decimos hasta siempre a La Rosa de Cuba, la más versátil de todas las artistas cubanas de todos los tiempos, la más completa.
Es necesario que su imagen siga presente y brillando en nuestros medios, que las nuevas y futuras generaciones sepan que en Cuba no existió una Sarita Montiel ni una Josephine Baker, una Carmen Sevilla o una Lola Flores, ni una Libertad Lamarque, pero sí una Rosa Fornés que llevó su arte y paseó el nombre de Cuba por México, según ella misma, su segunda patria, por España y la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Aunque nacida en Estados Unidos, Rosita siempre se sintió cubana.
Tuve la dicha inmensa de poderla visitar en su morada en el reparto habanero Siboney para entrevistarla en 2018, en compañía de la periodista Mayán Venero. Esa entrevista fue publicada en el sitio web de la Revista En Vivo, junto a alguna de las fotos que le tomamos aquella tarde de octubre y que hoy, a manera de homenaje, reproducimos en este pequeño homenaje junto a otras que en aquel momento no fueron publicadas.
Qué vacio nos deja Rosa en los géneros que cultivó. Ella es y será insustituible, inigualable e inimitable. No ha surgido ni quien la iguale ni la supere en este último medio siglo. Es un ser que trabajó muchísimo y con calidad en todo lo que realizó simplemente por su amor al arte y a su pueblo, que tanto la admiró durante toda la vida, aunque siempre tuvo detractores.
Las cuartillas de esta crónica no me alcanzan para patentizar el dolor que sentimos quienes la admiramos en toda su larga carrera, con más de 80 años, por la calidad y el profesionalismo que siempre mantuvo para así respetar al público que la seguía, considerado por ella su “mayor premio”.