19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Aquí, la TV

Fernandez y Omara Portuondo

Micrófonos y cámaras –sonidos e imágenes- se multiplican a una velocidad impensada en escenarios y países diferentes. Lo “real”, al parecer, depende de cómo la comunicación massmediática lo construye o reconstruye.

En la actualidad, la información y el entretenimiento son entregados a domicilio, las personas asimilan, rechazan o negocian lo ofrecido como una práctica cultural, esta se manifiesta en la apropiación y el uso de mercancías.

También la televisión cambia rápidamente, sobre todo por los nuevos modos de accesos a contenidos audiovisuales que cautivan a los públicos, en especial a las generaciones de menos edad. Todos quieren ver/escuchar relatos, no importa si estos guardan total fidelidad al acontecer diario.

Dado este panorama complejo, ¿qué contribución puede brindar la tv al conocimiento de la génesis y el desarrollo del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), institución cultural imprescindible en la historia nacional?

Ante todo, visibilizar las producciones relevantes realizadas durante 60 años. El 24 de marzo de 1959, apenas a tres meses del triunfo revolucionario, se fundó el Icaic: arte e industria. Realizadores y técnicos necesitaban preservar las imágenes de la nueva época, con ellas, las acciones del pueblo junto a sus dirigentes durante el proceso de transformaciones en el país.

Además de ficciones, documentales, cortos, la institución hizo realidad otros proyectos que en diferentes etapas han sido promovidos por el medio televisual: el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, la promoción de una nueva estética en el cartel cinematográfico, la creación de la Cinemateca de Cuba y los Festivales de Cine.

Sin duda, espacios como De cierta manera (CE, jueves, 9:00 p.m.) e Historia del cine (Cubavisión, lunes, 10:13 p.m.) propician ese acercamiento indispensable que merece la primera institución cultural fundada por la Revolución.

En fecha reciente, la exhibición en TV del filme Retrato de Teresa (1979), con guion de Ambrosio Fornet y dirección de Pastor Vega, devino un oportuno homenaje a creadores que aportaron inteligentes reflexiones sobre la resistencia de la sociedad cubana de los años setenta a la igualdad de la mujer. Daysi Granados (Teresa) y Adolfo Llaurado (Ramón), llevaron adelante una historia de conflictos y situaciones plagadas de interrogantes, dudas, crisis.

El machismo, la intolerancia, la infidelidad, son, antes, ahora, motivos para reflexionar en una sociedad patriarcal, aunque muchas batallas se ganen en defensa de la igualdad de género y el respeto entre los humanos.

Todo el sistema axiológico de la crítica tiene un carácter social, el creador, la obra y los públicos comparten, dialogan, meditan, sobre la problematización, el cuestionamiento, las expectativas de lo planteado por la puesta artística. Por eso es importante volver en la TV, sobre hallazgos, estéticas, ideas creativas, clásicos, que desde el Icaic y sus realizadores contribuyen a nutrir el arte cubano.

Como apuntó Tomás Gutiérrez Alea, fundador de la institución, en Dialéctica del espectador: “El realismo del cine no está en su presunta capacidad para captar la realidad tal como ella es (que no es sino tal como ella aparenta ser), sino en su capacidad para revelar, a través de asociaciones y relaciones de diversos aspectos aislados de la realidad –es decir, a través de la creación de una nueva realidad- capaz más profundas y  esenciales de la realidad misma.

De manera que podemos ofrecer una diferencia  entre la realidad objetiva  que nos ofrece el mundo, la vida,  en su sentido más amplio,  y la imagen de la realidad que nos ofrece el cine desde los estrechos marcos de la pantalla”.

La crisis del mundo nos contamina a diario. Mediante los códigos de la cultura se puede descifrar la expansión de las industrias del entretenimiento, los modos de enunciación, las nuevas formas de subjetividad instauradas en el ciberespacio y los videojuegos.

El consumo fragmentado de imágenes se extiende por la red, los más jóvenes no demandan relatos extensos, sino partes o secciones que los motiven a enlazar elementos similares a gustos establecidos por los procesos de recepción. Hay que ser conscientes del mundo en el cual vivimos, ver, alertar, discutir en familia, pensar entre todos.

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