20 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Amar la profesión regocija tu existencia

Reseña sobre la trayectoria de Fernando Collado Bermúdez en los medios cubanos
Unión Radio Televisión

Unión Radio Televisión

La vida es libro abierto con letras que solo se hacen visibles cuando ocurre el hecho y, después del asombro, le llamamos, entre otros epítetos, casualidad, albur, azar. Esta historia vio la luz cuando estuve de visita en la casa de un buen amigo y, de imprevisto, se presentó ante mí un pariente cercano.

El Conejo, sobrenombre que le pusieran sus colegas, es un ser infatigable que, aunque toma los hábitos de la jubilación, jamás ha podido desentenderse de los lazos tan fuertes que lo atan a la radio y la televisión. También se desempeña como coordinador del Sindicato de Trabajadores de la Cultura en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), atendiendo a los jubilados del sector y siendo un miembro activo de este.

Fernando Collado Bermúdez despierta mi curiosidad cuando, durante la sobremesa después de un exquisito almuerzo, me hace saber que él es uno de los fundadores de Radio Habana Cuba y, por ello, merecedor del botón de solapa donado por la intelectual ecuatoriana Marigloria Cornejo en la sede de la alcaldía del municipio Milagros; distinción que llega a manos del cubano a través del prestigioso locutor y periodista Pedro Martínez Pírez.

Después de conocer esta noticia se volvió irresistible el deseo de saber de primera mano las experiencias de Collado Bermúdez. No se hizo esperar más la primera la pregunta obvia: ¿cómo se desarrollaron esos acontecimientos? La pasión y la emoción se apoderan de mi interlocutor a medida que va narrando su historia y, sin darnos cuenta, el Sol se despide y le da la bienvenida a la Luna, porque sus anécdotas tomaron diversos derroteros y, al levantar la vista, confirmamos que aunque el tiempo no tiene alas a nosotros se nos fue volando.

Si deseo contar esta historia debo empezar por el principio. Justo a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, un adolescente sin oficio inicia su vida laboral en el canal 4 de la televisión halando cables y haciendo todo lo que fuera necesario por el bien de la transmisión.

Toma este trabajo como un modo de sobrevivir, pero rápidamente cambia esa visión pues este mundo lo atrapa y siente la necesidad de superarse. Estudia y, poco tiempo después, recibe el título de Técnico eléctrico, que le abre el camino para diversificar sus potencialidades. Se convierte, además, en camarógrafo, operador de audio, editor, etc.

El desarrollo alcanzado en tan corto tiempo le permite ser fundador de los canales de televisión 2, 11 y 12. Durante esta época participa en innumerables programas, tanto en estudio como fuera del mismo por control remoto, era un trabajo arduo porque no se había inventado todavía el video tape.

De cada canal comparte su pequeña anécdota. En el 2, caracterizado por la música campesina y el noticiario, Collado se ve involucrado en la impartición  de clases de producción, locución y cámaras, junto a Humberto Bravo.

En el canal 11 conoce al joven Fidel Castro Ruz, cuando aún era un  estudiante de Derecho en la Universidad de La Habana, cuando este participa en el programa Tribuna Abierta, al cual iban representantes de todos los partidos políticos.

Cuando el canal 11 se desintegra, regresa al canal 4 y, con ello, vuelve a los programas de Escuela de televisión. Así fue un testigo activo de la alta teleaudiencia del canal con el Teatro Azul.

Al llegar la televisión en colores a Cuba, se monta un trasmisor para el canal 12 con fines periodísticos, donde trabaja como cortador y editor de las películas de 16 mm realizadas en Nueva York, Estados Unidos.

En ese medio lo sorprende el cambio del sistema político económico y social del país, poco tiempo después sucede la intervención del canal y se reduce la plantilla, debido a la aguda crisis económica. Le piden a los técnicos y operarios, que así lo quisieran, reubicarse en otras áreas. En ese momento pasa a trabajar al Ministerio de Comunicaciones como técnico eléctrico y aquí hizo gala del proverbio que reza: “no hay mal que por bien no venga”.

Fernando, con la decisión que lo caracteriza, enfrenta este nuevo reto pero con la añoranza de su antiguo trabajo, hace equipo con los ingenieros eléctricos Luis Mir Mendoza, José Altshuler, Valladares y otros fundadores de una onda experimental en el municipio Bauta, en la provincia de Artemisa.

Como técnico eléctrico conforma, junto al  ingeniero Luis Mir, la brigada de avanzada. Aún se estremece al recordar las vicisitudes enfrentadas: “imagínese, que el lugar donde se suponía que iba a instalarse el trasmisor formaba parte de una laguna donde se criaban ranas toro, y la altura del agua era tal que, literalmente, nos daba al cuello. Con esfuerzo y entereza se secó el lugar y después se construyó una caseta de mampostería”. Muy emocionado tratar de explicar lo que sintió cuando el  transmisor de solo 10 kilos se instaló en tiempo record y la onda experimental concluía con éxito el 1 de mayo de 1961.

Después se le realizaron mejoras y  el ingeniero Valladares entra en acción con la construcción y la orientación de la antena hacia Venezuela. Así se convirtió  en el primer centro de transmisión radial del país, con el nombre de Radio Habana Cuba. Su misión era dar a conocer la realidad cubana desde sus protagonistas. Esta emisora se escucha por primera vez en el exterior el 26 de julio de ese mismo año.

Como si no fuera suficiente lo ya realizado, ni corto ni perezoso viaja por toda la Isla fungiendo como asesor para la instalación del campo de antenas que permitiría la recepción de la señal de Radio Habana Cuba.

Aún pervive en él la sensación de júbilo por pertenecer a un proyecto que ha trascendido en el tiempo.

Luego de su labor fundacional en Radio Habana Cuba, regresa a la semilla,  a los estudios de la televisión, donde trabaja con Erick Kaupp, Jesús Cabrera y Sirio Soto. Vive  con amor cada segundo de los programas que realiza.

Gracias a la Madre Natura que me permitió conocer a Fernando Collado Bermúdez, y pude ver con claridad que si queremos tener un futuro pleno debemos atesorar el pasado y crear diariamente el presente con entereza y lealtad.

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