1 de mayo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Amor Consecuente

Llegamos a este 14 de febrero en el año 2023 y decidimos, en nombre del Amor, reconocer que no siempre en la jornada el amor ha sido consecuente.
Día del Amor y la Amistad

Día del Amor y la Amistad

Febrero nos remite, inexorablemente, al mes del amor. Si bien es saludable y necesario que existan estas fechas, que al menos alguna vez al año nos recuerdan temas tan trascendentes (de lo contrario, se desdibujan y no se valorarían como merecen), debemos tener cuidado con la publicidad.

 Nombrarlo “mes del amor” excluye el amor de otros meses, cuando no debe faltar un día del año que no reconozcamos a “la fuerza que mueve la Tierra” (como dice una canción). Sin embargo, nombrarlo así nos permite centrar la fecha, pero tenemos que reconocer que no siempre en la jornada el amor ha sido consecuente.

Aunque la efeméride ha sido más inclusiva al celebrar, por ejemplo, el amor dentro de la familia, el amor al entorno y entre amistades (como se festeja en Cuba. Venezuela, Colombia, Centroamérica, Bolivia, Perú, Panamá, Nicaragua, Puerto Rico, Costa Rica, República Dominicana y otros),

Todo amor genuino exige una relación amistosa, y que toda amistad es una suerte de amor. El amor habita aún sin relaciones sexuales, lo cual en países como México y Argentina se establecen por separado.

El asunto merece la hermosa, tradicional, justa y necesaria publicidad en nuestra televisión, que ha mostrado con más o menos acierto, las relaciones amorosas entre hombres y mujeres de todas las edades, incluso ancianos, niños y el amor entre animales.

Para la fecha permanece silenciado y casi invisible el amor que también existe entre personas del mismo sexo, algo que resulta triste porque el amor que discrimina a otros amores no es consecuente consigo mismo.

No es primera vez que trato esta problemática. En el sitio web de la Uneac, el 6 de febrero de 2014, publiqué el texto Tony, homofobia, y la responsabilidad del arte y los medios; el 15 de marzo de 2017, publiqué Romeo, Julito te sigue esperando en nuestras pantallas; el 15 de febrero de 2018 (nótese: aunque se había presentado con tiempo de antelación, no se publicó hasta el día después), vio la luz El amor que es excluyente no es amor y el 6 de febrero de 2019 salió Para un mejor 14 de febrero.  

Todos estos artículos planteaban la marginación de estos amores en el día del amor y convocaban a su inclusión… sin resultados.

Sin la menor duda, el reconocimiento en Cuba desde el año 2007 del Día Internacional contra la Homofobia el 17 de mayo (lucha tradicional en nuestro pueblo desde muchísimo antes, aunque tampoco visibilizada), es todo un logro; pero es eso: el día de luchar contra esa discriminación, que igual que otras debe ser todos los días del año. No se  debe interpretar ese como el día para celebrar los amores dentro del mismo sexo: eso resultaría discriminatorio.

Llegamos a este 14 de febrero en el año 2023, incluso, con un Código de las Familias aprobado y aplicándose exitosamente. Hay cientos de parejas del mismo sexo casadas en todo el país, lo cual ha sido visibilizado (también por los medios, incluida la televisión de forma acertada)  al igual que los horrores que por marginación han padecido.

Más allá, en nuestros medios y particularmente en nuestra televisión, ya se ha ido avanzando cada vez más y mejor en algunas telenovelas, series y otros dramatizados cubanos.

Dicho esto, es de esperar que, por primera vez (y sería otro hecho histórico en esta batalla) en las campañas publicitarias de este 14 de febrero sean incluidas parejas del mismo sexo y sus familias constituidas (mascotas, hijos adoptados o no, y otros), con todo el amor implícito y explícito.

 De hecho, las imágenes de los personajes tan populares de nuestras telenovelas en esa situación, podrían emplearse muy bien como guiños que no requieren mayor explicación ni complejidad a la recepción pública.

Es cierto que a pesar de la valentía y la profesionalidad de estos actores y actrices interpretando esos personajes, no faltan entre ellos algunos prejuicios, y quienes les resultaría al menos incómodo, verse reflejados en esas relaciones en estas campañas, al margen de la obra en que se contextualizaban

Cierto también que, lamentablemente, no hemos alcanzado aún la suficiente cultura mediática en nuestra población, que a veces confunde al intérprete con su personaje.

Pero de nuestros actores y actrices podemos esperar mucho más, sobre todo si se trata de abrazar causas tan justas y urgentes por las que ellos mismos luchaban interpretando tales personajes, junto a guionistas, directores y resto del equipo que forjan un consecuente día de los enamorados para todos, sin exclusiones.

Claro está que esa no sería la única solución. ¿Por qué no mostrar parejas del mismo sexo en las mismas posiciones románticas y de enamorados que las restantes parejas?, el elocuente beso sexuado que sobre todo entre varones, aún no se muestra (o si se ha mostrado, ha sido muy subrepticiamente) en la producción audiovisual cubana y que ya, por fortuna, está dejando de censurarse en la abundante producción extranjera que, felizmente, nuestra televisión muestra.

En batalla tan compleja, un papel fundamental lo han desempeñado las tantas figuras públicas que en los medios han confesado su amor sexuado (afectivo, en general) por personas del mismo sexo. Son actitudes que ayudan mucho, genuinamente revolucionarias y valientes sin duda alguna, porque demuestran que no hay ninguna vergüenza, no hay nada malo ni nada que esconder en esos amores, tan válidos y legítimos como otros.

Mejor logro ha tenido en la cultura popular cubana que muestra el casamiento de parejas del mismo sexo, promueve con todo el orgullo que les compete sus fotos de bodas en las redes sociales; mientras tantos de toda opción social y diversas religiosidades y culturas, los felicitaban y compartían ese gigantesco y ejemplar paso de avance.

Incluso, desde muchos años antes, el teatro cubano labraba el camino para ello, en lo que vale destacar El público, Argos teatro y El Ciervo Encantado, entre otros, promovidos distintivamente por nuestra televisión.

Tampoco hemos de confundirnos: es muy saludable, valiente y revolucionario que públicamente se muestren estos enlaces y amores  porque así se educa definitivamente a la población que esas manifestaciones son normales, que esa aceptación ha de ser la norma, y que los siglos de exclusión, silencio y persecución constan entre las vergüenzas que aún lastra la Humanidad.

Pero eso no es sino una táctica: el objetivo estratégico ha de ser el respeto a toda privacidad, y, es más: el respeto; así, sin apellidos: el respeto, tan deteriorado en nuestra sociedad.

Por lo tanto, lo malo, el enemigo lacerante, es la homofobia que tristemente la esgrimen también algunos con relaciones dentro del mismo sexo, quienes promueven la heterosexualidad como “el modelo”.

Sin embargo, no ha de considerarse cobardía ni dejar de ser revolucionario ni de luchar por esta causa, aquellas personas que no lo esconden, pero tampoco lo pregonan. La privacidad de cada cual, integral (no solo en estas relaciones afectivas) merece todo respeto, y cada cual decide si lo hace público o no, en dependencia de su contexto personal.

En primer lugar, muchos no están dispuestos (y no les falta razón) de hacer pública su vida (no solo sexual) y en segundo lugar es tan triste como real que una ley no acaba con los prejuicios, ni con las tantas maneras de discriminar.

Es comprensible que muchos vivan su vida evitando dar pie a ensañados enemigos de más, ante los que tendrían que defenderse en vez de dedicarse a continuar construyendo una Cuba mejor.

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