28 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

ASESINAS BIENVENIDAS

Podría considerarse contradictorio, que siempre he luchado contra todo sexismo y violencia, pero en mi opinión, la miniserie estadounidense de televisión en diez capítulos, ¿Por qué matan las mujeres? (Why women kill?) clasifica entre los mejores regalos que pudimos disfrutar en la televisión cubana durante el verano.
ASESINAS BIENVENIDAS

Podría considerarse contradictorio, que siempre he luchado contra todo sexismo y violencia, pero en mi opinión, la miniserie estadounidense de televisión en diez capítulos, ¿Por qué matan las mujeres? (Why women kill?) estrenada el 15 de agosto de 2019, del director David Warren y el productor y guionista Marc Cherry, y cuya última emisión fue el 29 de julio de 2021, clasifica entre los mejores regalos que pudimos disfrutar en la televisión de verano; no el único, y sin excluir valores de factura nacional, pero este es un excelente ejemplo en muchos sentidos, prestos a indicar las insuficiencias que podamos detectar en cualquier audiovisual, pero también a destacar el arte que puede y debe identificar a toda obra hecha para la televisión, y otros valores que nos tracen caminos a seguir y motivaciones superiores para con este medio tan trascendente.

No en balde, desde sus primeros instantes me hizo sentir tan interesado y complacido, recordándome a aquella magistral Esposas desesperadas, como se conoció en México y en Cuba (Mujeres desesperadas en España, Amas de casa desesperadas en Argentina, originalmente Desperate Housewives; 2004-2012), con ocho temporadas muy exitosas de crítica y público también en Cuba, donde en lamentable diferencia con ¿Por qué matan las mujeres?, que se exhibió hacia la medianoche perdiendo público, disfrutó de un mucho mejor horario en televisión, por la tarde. Solamente en los Premios Emmy, Mujeres desesperadas tuvo 15 nominaciones en 2005, entre otros muchos lauros. Innovó tanto, que aún se estudia en todas las asignaturas de guion y escritura. Entendí mi sensación cuando supe que era el mismo guionista con su tono, estilo y excelente sentido del humor, aunque fueran muy distintas series; desde 1990, Cherry había hecho otras cinco series.

No concluía aún la primera temporada de ¿Por qué matan las mujeres?, y ya comenzaba a filmarse su segunda temporada, que se estrenaría en julio de 2021, hoy ya reconocida entre las diez series más vistas en la plataforma Paramount+ de Estados Unidos.

Comedia dramática, drama oscuro y cómico

Así ha sido clasificada la primera temporada, que disfrutamos este verano en la televisión cubana: “mezcla explosiva de sexo, humor y crímenes”. Se distingue desde su inusual aunque muy consecuente forma de relatar; tres historias ocurren en una misma mansión, pero en épocas distintas, aunque están narradas paralelamente: en la primera (1963), Beth Stanton, la sumisa ama de casa interpretada por Ginnifer Goodwin (Hartlyn Hilsman de joven), se entera de la infidelidad de su marido, el ingeniero aeroespacial Rob Stanton (actor: Sam Jaeger) con la joven camarera futura cantante April Warner (Sadie Calvano), mientras su vecina Sheila es golpeada por su esposo Mosconi.

En los años 80 mientras comenzaba el vih-sida, en “la alta sociedad”, Simone Grove (actriz: Lucy Liu, Harmonie He de joven) descubre que su tercer esposo Karl Grove (Jack Davenport) le es infiel con hombres, y ella acepta el romance del mucho más joven Tommy Harte (Leo Howard), cuya madre Naomi Harte (Katie Finneran) no aceptará e intentará matar a Simone; y en 2018 la abogada bisexual Taylor Harding (Kirby Howell-Baptiste; de joven, Kendall Denise Clark), en “matrimonio abierto” con Eli Cohen (Reid Scott), guionista adicto a las drogas, ambos son atraídos por Jade (Alexandra Daddario), quien ayuda a Eli contra sus depresiones temeroso al fracaso, pero por cuyo ex-novio Duke (Kevin McNamara) conocen la peligrosa sicopatía de Jade, que ya les amenazaba.

Ingeniosa, divertida, dinámica, con irónicas venganzas, fresca, de humor negro y suspenso, batió récords de audiencia, con no menos de 4 millones y medio (2020).

Un genuino “gran final” con una puesta en escena del más exquisito arte

Un broche de oro artístico cerró la serie, o casi, si no fuera por una suerte de epílogo en que nuestros ya familiares protagonistas se sucedían a ocupar la mansión, tras “resolverse” los “asesinatos” no solo en el mismo espacio: la mansión, como siempre; y (supuestamente a los ojos televidentes, aunque en verdad tampoco) en el mismo momento, secuencia concebida por Warren como una obra de teatro, brillante puesta en escena que demuestra una vez más el arte que puede y debe implicar todo audiovisual.

En esa escena los nueve personajes centrales comparten a la vez la mansión y los hechos sucedidos en distintas épocas, sin interferirse entre sí: conmovido por el sacrificio de Simone a no dejárselo al retrovirus, Karl prefiere no pasar con su amado sus últimos momentos sino con ella, bailando un tango que aporta la música al dramatismo de los tres casos, auténtico amor sin sexo entre ambos, y ella, comprendiéndolo, lo ayuda a morir: eutanasia, a diferencia de las otras “asesinas”. Al mismo tiempo en la escalera de la misma sala, Jade logra acuchillar a Eli para perseguir a Taylor, y Beth (April presente) ha logrado que el violento Mosconi crea que su esposa huiría con Rob, peleen en el piso, y le dispare: muertes distintas en todo sentido; una vez más, impera la diversidad.

Parodiando

Aumenta el interés y singular ingenio de esta serie al leer que el 30 de julio de 2021, la analista Nerea Zaldívar publicó que los títulos de todos y cada uno de sus diez capítulos parodian de alguna manera frases, sentencias y expresiones icónicas que de una u otra manera, han trascendido clásicos en los medios; de tal suerte cita, del primer al décimo capítulo, “El asesinato significa nunca tener que decir que lo sientes”, en alusión a “Amar significa nunca tener que pedir perdón”, del filme Love Story (1970); “Me gustaría matarte, pero acabo de lavarme el pelo”, a “Me gustaría besarte, pero acabo de lavarme el pelo”, de La cabaña en el algodón (1932); “He matado a todos los que se ha tirado, pero de espaldas y en taconazos”, a “Ginger Rogers hizo todo lo que hizo… al revés y con tacones altos”, de la caricatura de Frank y Ernest de Bob Thaves (1982); “Ya me tenías con homicidio”, a “Me tuviste en hola”, de la película Jerry Maguire (1966); y el título del quinto capítulo es “No se llora en un asesinato”, que alude a “No hay llanto en el béisbol”, del filme Una liga propia (1992).

Esta identidad enriquecedora se mantiene un capítulo tras otro: “Prácticamente letal en todos los sentidos”, a “Prácticamente perfecta en todos los sentidos”, de Mary Poppins (1964); “He descubierto la clave para asesinar: amigos, mejores amigos” a “Descubrí cuál es el secreto de la vida: amigos. Mejores amigos”, de Tomates verdes fritos (1991); “Los matrimonios no se rompen por culpa de un asesinato – Es un síntoma de algo más va mal”, a “Los matrimonios no se rompen debido a la infidelidad. Es solo un síntoma de que algo más está mal”, de Cuando Harry conoció a Sally (1989); “Me preguntaba qué hace que mujeres como tú sean tan letales”, a “Me preguntaba qué es lo que marea tanto a las mujeres como tú”, de It Happened One Night (1934); y “Mátame como si fuera la última vez”, a “Bésame como si fuera la última vez”, de Casablanca (1942).

Otras observaciones

La serie evidencia la diversidad racial en esa sociedad (la asiática Simone, la mulata Taylor) pero no cae en el lugar común del racismo, lo que ya se encamina al antirracismo, dejando al racismo como triste historia; más se observa la homofobia que hubo en torno al sida, o los prejuicios en cuanto al amor entre distintas edades. Esta serie ha sido considerada una cronología del feminismo, al percibirse la evolución de las mujeres en el tiempo, pero sin mayor evolución de su reacción al sentirse engañadas por sus esposos.

También la Zaldívar le detectó algunos anacronismos como por ejemplo, en 1963, la hija de Sheila juega con un osito de peluche marca Ikea Fabler Björn, pero Ikea no comenzó a comercializar en Estados Unidos sino hasta 1985; y Rob llega a casa con dos entradas para la Serie Mundial, “el partido del martes por la noche”; sin embargo, el primer partido de esa Serie que se jugó por la noche fue en 1971. La misma analista recapacita que Naomi se entera de que su hijo y Simone son amantes al descubrir la cara de ella tatuada en la pierna de él, pero en el epilogo, al vender la casa a Taylor y Eli, Simone dice que Tommy lleva tatuada su cara “en el culo”; se han insinuado supuestos “cabos sueltos” como el abusador Mosconi, que en verdad, es de suponer que huyó tras matar a Rob.

Por supuesto que no se trata de asumir ni rechazar acríticamente los comentarios de esta, ni de ningún analista; habría que ratificar en la serie, que los hechos son tal y como ella describe, y luego revisar el contexto en que ocurrieron todos y cada uno de tales supuestos anacronismos, y la opción de otras interpretaciones, como que Simone pudo utilizar una imagen que no tenía que ser literal. En el peor caso, tanto y tal arte se impone.

Hacia la segunda temporada

Pocos actores repiten, y en otros personajes: Davenport es el narrador, McNamara el detective Earl y Mathew Daddario (hermano menor de Alexandra) Scooter, mientras cada episodio se titula como películas del “cine negro”: Secreto tras la puerta (1947); La mujer en la ventana (1944); La dama del lago (1946); Escena del crimen (1949); Me hicieron un asesino (1946); Intruso peligroso (1945); La mujer en cuestión (1950); Asesinato, querido (1944); El momento sin vigilancia (1956) y La dama confiesa (1945).

La pandemia llevó a simplificarla a una historia en una época: el Hollywood de 1949, sin centrarse ya en las disímiles reacciones femeninas ante la infidelidad según cada personalidad, época y contexto, sino en la belleza, la “imagen perfecta”, “intachable”, a mostrar, y lo que harían para ubicarse entre tantas “falsas fachadas”; con forma y estilo distinto, son ahora nueve personajes: Alma Fillcot (actriz: Allison Tolman), modesta y anodina ama de casa, sueña con casar a su hija e ingresar en el elitista Garden Club que preside la elegante y admirada Rita Castillo (actriz: Lana Parrilla), quien en verdad espera la muerte de su rico marido Carlo Castillo para heredar y vivir con su joven amante Scooter, mientras un asesino en serie hace estragos en el barrio. ¿Sugerente evocación?

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