27 de marzo de 2024

envivo

Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Cary Cruz: expresividad y empatía hecha mujer

Entrevista con la exitosa y prolífica escritora de guiones para la radio y la televisión cubanas
Cary Cruz

Cary Cruz

A Maria Caridad Cruz Balmaseda la conocí hace algunos años en el Centro de Estudios de la Radio y la Televisión, en el Vedado. Allí supe de sus elevadas cualidades como guionista de radio y televisión, de su desempeño como profesora de la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual, conocida por sus siglas como Famca, y de sus múltiples proyectos de esta mujer en beneficio de ambos medios.

Desde el primer momento vi en Cary Cruz, como todos le llaman, una verdadera artista con un caudal cultural asombroso, acreedora de la distinción Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt). Por esas razones, no dudé cuando la revista En Vivo me propuso entrevistarla por sus seis décadas de vida. La contacté y el encuentro se produjo en su apartamento del municipio de La Lisa, un lugar tan acogedor como la anfitriona, mujer muy expresiva y empática, quien, dicho sea de paso, oculta muy bien la edad.

¿Cómo recibiste tus 60 años de vida?

-Muy vital, llena de optimismo, de nuevos planes personales y de trabajo, saliendo solo lo necesario y adoptando las medidas sanitarias para evitar el contagio con la COVID-19, rodeada de afectos familiares, de amigos y vecinos.

Dentro de esos planes de trabajo está el proyecto para la televisión Mañana llega la vieja.

-Sí, es una comedia hecha hace algún tiempo para radio y que ahora aparecerá en la tv. Es un proyecto seductor, a través de él yo como guionista, el director y el asesor establecimos muy buena empatía, algo muy importante en un proceso de realización, porque te compulsa a escribir, aunque lastimosamente no siempre se tiene acceso a esa comunidad de intereses.

Mañana llega la vieja cuenta la historia de una mujer de la tercera edad dueña de una casa grande, cuyos hijos tienen puesta la mirada en la propiedad para adueñarse de ella luego del fallecimiento de la madre. La señora que vive sola, al darse cuenta de los propósitos de sus herederos, decide vender la vivienda (para evitar cualquier conflicto familiar) y vivir un tiempo con cada hijo. Lo demás lo sabrá el público cuando vea la comedia por Cubavisión. Solo les adelanto que se reirán bastante, desde un enfoque actual y cotidiano.

Sé que amas la radio ¿cuándo te iniciaste en ese mundo?

-Yo escribo desde niña, me gustaba hacer composiciones sobre José Martí, poesías y cuentos infantiles, aunque debo confesar que no me gustaba escribir para la radio. Iba a las peñas, leía mis poesías, pero nada en serio para vivir. Estaba familiarizada con el lenguaje dramatúrgico, pues en ocasiones visitaba los estudios de grabación junto a mi madre, e incluso una de las novelas escritas por ella, El camino más difícil, fue inspirada en mis experiencias con niños de la escuela de conducta donde trabajaba como logopeda.

“En una ocasión, a mi mamá le pidieron escribir un teatro y, como a ella no le gustaba el género, habló conmigo para enfrentar la encomienda. Acepté, puse en función todo el conocimiento acumulado durante todos esos años a su lado y los que invertí como custodio en el Icrt, donde conocí la naturaleza humana y escribí la radiocomedia Arriba de la bola, basada en un hecho cómico ocurrido aquí en la barriada de San Agustín.

“Fue una historia relacionada con la llegada de dos masajistas jóvenes y fuertes al reparto. Uno rubio y el otro trigueño, cuya presencia alborotó a las mujeres de la zona. Gustó tanto que me abrió las puestas al medio de donde no he salido jamás, aunque soy también guionista de televisión, con algunas incursiones en la pantalla grande. Después de mi primera vez, la asesora Loly Moreira, a quien debo muchísimo, una tarde me dijo: «bien, hiciste reír a las gentes, ahora tienes que hacerlas llorar». Fue cuando escribí Esa mujer que grita.

Coméntame otras de tus obras.

-Para la televisión escribí Anonimato, dirigido por Roly Peña; Demonio embotellado, una versión de la novela de Robert Louis, novelista, poeta y ensayista británico, la traje a la realidad cubana y la dirigió Robertico Díaz Barrueta. En la radio hice el guion de Las estaciones del tiempo, una novela muy premiada, portadora de grandes satisfacciones personales, escrita para Radio Arte, pero transmitida por varias emisoras del país, y Vivir sin miedo, entre otras que ahora no recuerdo sus títulos.

Luego de más de dos décadas en la radio, ¿a quiénes consideras tus referentes?

-Yo tuve la influencia de mi mamá, aunque no quería parecerme a ella, en busca de un estilo propio, y ser lo más auténtica posible. Por esa razón nunca utilicé su apellido. Cuando comencé a escribir, mi referente estaba un poco a la deriva hasta ver algunos guiones de Ernesto Daranas llegados a mis manos por casualidad. Con ellos me identifiqué muy pronto, al punto de decir: ¡Yo quiero escribir así! Daranas no usa narradores, trata los conflictos contemporáneos con tremenda osadía, sin hacer a un lado el melodrama o la poesía, y ese camino me encantó. Incluso en otras aristas de la creación, como los documentales, también me hubiese gustado hacerlo como él, aunque admiro la calidad de los guionistas Joaquín Cuartas y de la santiaguera Marcia Castellanos.

Siempre hablas de Radio Arte como tu casa ¿Por qué?

-Porque empecé en esa productora en la década del noventa, y nunca la he abandonado. Hago mis cositas por acá, por allá, pero siempre regreso a mis raíces, a esta productora que fue también el hogar de mi mamá, Magalys Balmaseda. Las personas siempre tienen un lugar donde se acumulan sus mayores afectos, sus apegos, donde están sus mayores historias, e incluso sus motivaciones para escribir. Eso es Radio Arte para mí.

Incursionas en todos los géneros. ¿Sientes especial empatía con alguno específicamente?

-Me resulta un poco difícil responder la pregunta, porque ahora hay una tendencia a mezclar los géneros, sobre todo en las series. Ello te impide decir categóricamente: me gusta este o aquel, aunque la comedia me sale fácil, a veces sin proponérmelo, así como el drama. Entonces intento fusionar varias aristas de ambos géneros y, como el ser humano va de la risa al llanto con facilidad, pues me muevo en esa línea limítrofe entre ambos estados anímicos, sin llegar a los excesos de una u otra parte.

¿Existe otro guionista con el cual hayas complementado tu trabajo?

-Sí, Freddy Domínguez, guionista de La cara oculta de la luna y de Bajo el mismo sol. Ambas fueron escritas para radio y después para la televisión. Freddy y yo comenzamos juntos en el medio radial, nos complementábamos mucho. Mantuvimos el espacio Novela Cubana con una manera de hacer diferente a las transmitidas en emisoras como Radio Progreso, con grandes narradores y otros recursos. En el caso de Freddy, él colocaba narradores que intercambiaban con los personajes, mientras yo utilizaba narradores más sobrios y, en caso de prescindir de esa táctica radial, buscaba otras herramientas que igualmente resultaban. Freddy escribía una novela y yo la otra. Intercambiábamos criterios y opiniones en una especie de ayuda mutua. A Freddy lo recuerdo con mucho cariño.

Ostentas la distinción Artista de Mérito del Icrt, ¿en qué medida es un reto en tu carrera?

-Cuando uno alcanza un reconocimiento de esta relevancia, de inmediato quedas sorprendida y apenas lo crees, piensas: ¡con la cantidad de personas valiosas en la radio! ¿Cómo es posible que yo sea una de las seleccionadas? Es un momento lindo, yo lo catalogo de impactante, te lleva a rememorar capítulos de tu vida, a mirarte por dentro, incluso a decir: esto lo debí hacer diferente o aquello no debió suceder así.

“La entrega la procesas poco a poco y la interiorizas hasta llegar a la conclusión de la responsabilidad social que entraña, y entonces dices: ¡Oh, tengo que ser mejor. En mi caso, como lo fue mi mamá, Magalys Balmaseda, guionista acreedora también en su momento de este reconocimiento. En fin, es un momento de afluencia de miles de recuerdos, de sentimientos encontrados y de anécdotas, unas mejores que otras, pero todas complementos para la felicidad, el regocijo y la calidad”.

Cary Cruz arribó recientemente a sus seis décadas de vida en perfectas condiciones físicas y mentales, por lo que seguirá haciendo lo que más le gusta: escribir. Conjuga muy bien sus actividades hogareñas (la casa, su hijo y su nieto) con su labor de guionista. Ama la música, con énfasis la trova y el Rock así como alternar con sus amistades, pocas, pero muy valiosas.

Ya de pie en la puerta de la casa, lista para la partida, luego de adoptar todas las medidas sanitarias del aislamiento, entre saludos y hasta luego, fui testigo de la dedicación de la guionista a una gatica que encontró en la calle y ahora forma parte de sus prioridades. Entonces pensé que quizás el próximo cuento Cary Cruz lo dedique al pequeño felino, por ser parte también de sus historias.

Cary Cruz junto a la periodista María Regla Figueroa.
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