19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

“Con solo 12 años fue la primera vez que me llamaron maestro”

Entrevista al reconocido locutor Luis Alarcón Santana.
Luis Alarcón Santana

Luis Alarcón Santana

A Luis Alarcón Santana la población lo reconoce como el locutor de impactante y apasionada voz, de elevada figura y cordial carácter, simpático y caballeroso. Sin embargo, no muchos saben de su impronta pedagógica.

Por eso, mi primera pregunta intenta develar esa parte casi oculta de la vida del popular locutor, quien guarda con regocijo la Réplica del Machete de Máximo Gómez, la Orden Félix Elmuza de la UPEC, la Distinción Majadahonda de la UNEAC y el Sello del Sindicato de la Cultura, entre muchos otros.

¿En qué momento de su vida asumió la responsabilidad de enseñar?

Tiene sus orígenes en el año 1961, cuando me sumé a las brigadas Conrado Benítez en la Campaña de Alfabetización.

Fue la primera vez que me llamaron maestro y aunque me parecía un calificativo bastante grande, para mis 12 años, me acostumbré a ser el maestro para aquellos campesinos residentes en la Sierra Maestra.

Luego en mi vida profesional impartí clases en el sistema de enseñanza obrera campesina por la carencia de profesionales en la zona. Iban a donde yo trabajaba, pedían mi apoyo y sin cuestionamientos ahí estaba Luis para auxiliar a quienes necesitaban elevar su nivel educacional. Nunca más me desvinculé del mundo de la pedagogía.

Como locutor también incursionó en lides pedagógicas ¿dónde y cuándo?

Fue en Radio Bayamo en 1982. Allá impartí el primer curso acreditado para la capacitación por el entonces ICR, aunque con antelación había entrenado a algunas personas de manera particular. Posterior me vinculé a la cátedra de locución del Centro de Superación del ICRT en la capital, Desde hace muchos años imparto el curso de locución y de narrador comentarista deportivo también. Es una forma de crecer; recordemos que José Martí dijo “enseñar es crecer”, pero es además la posibilidad de continuar aprendiendo y de perpetuarnos en nuestros estudiantes.

De la pedagogía ¿qué es lo más gratificante para usted?

Me jacto de ser un aprendiz de locución, por tanto, me satisface cuando alguien me llama así de manera respetuosa y con el mejor sentido de la frase. Pero en paralelo me gratifica cuando veo el resultado de mi labor.

Todavía hay alumnos con importantes logros que me hacen consultas, profesionales, tienen en cuenta mis criterios y eso es bueno, porque veo en ellos la continuidad de mi trabajo. Amo mi profesión, me gusta enseñar pues al hacerlo transmito lo aprendido de otros altos profesionales de la especialidad, que me antecedieron en el tiempo, mientras contribuyo a llevar a planos superiores la locución tal como quisiera, pues aún no alcanza el rango deseado.

¿Qué metas se ha propuesto para lograr mejores locutores?

Pretendo que haya una norma muy cercana a la culta, que no difiera por la entonación y mucho menos por la pronunciación, que esté despojada de tendencias regionales. Que los locutores alcancen una forma de proyectar su trabajo como ejemplo para el resto de los hablantes, que incluso, como sucede en otros países, fueran paradigmas a seguir por la manera de decir y expresarse como parte de la defensa de nuestra nacionalidad.

¿De la nueva hornada de locutores quienes han sido sus alumnos?

Existen varios locutores que por su trayectoria pudieran tomar parte en labores de enseñanza y evaluación de sus colegas. Entre ellos hay varios nombres muy cerca de mí, pues fui su maestro en algún momento. Puedo mencionar a Marlon Marlon mi sobrino, además, está Yanier Beltrán, Diana Valido del noticiero estelar de la TV, Yunior Smith, en fin, una pléyade de locutores con los cuales me enorgullezco y ratifico la máxima de “educar es saldar la deuda con la humanidad”.

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