Corina Mestre solo hay una

Los que conocimos a Corina Mestre en algún grado de cercanía, estamos embargados por la sorpresa de su muerte. Duele no tenerla más. Siempre activa y ocupada, siempre tenía un segundo para saludar al público que se le acercaba, confrontar un criterio o preguntar por los niños que vio crecer. Fue una persona ligada a la vida de muchos.

Aunque su grandeza mayor se manifestó sobre las tablas, motivo por el que recibió el Premio Nacional de Teatro, la actriz seleccionó con cuidado sus apariciones en televisión y recibió aplausos por la telenovela Pasión y Prejuicio, el Teatro La casa de Bernarda Alba, y las producciones de Rudy Mora y Raquel González.

De voz envidiable, entregó años a la programación de Habana Radio. La actriz-maestra se distinguió por su compromiso con la formación de nuevas generaciones de artistas, al compartir conocimiento, experiencias, y moldear a los futuros actores y actrices.

Además de ofrecer talleres de actuación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, (EICTV) y en otros países, Corina contribuyó a la creación del perfil de Actuación con títeres en la Escuela Nacional de Teatro, a la creación de la Escuela de Clown, distintos talleres vocacionales y formativos, en tanto abogó por la integración de los estudiantes a la práctica profesional, y el conocimiento de los medios. Fue esa dedicación la que la hizo merecedora del Premio a la Enseñanza Artística.

Como vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), defendió la ética y los derechos de los artistas. Sin dudas, lo que verdaderamente define su legado es el impacto en la comunidad artística y en el corazón de su público, que hoy expresa sus sentimientos a través de las redes.

Nos quedamos sin Corina. Huérfanos de ella, y de una generación de excelencia, solo nos queda dignificar la escena con la verdad y la entrega que puso Corina Mestre a todo lo que hizo.