27 de julio de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Daliana González: “Actúo para decir y sentir”

Entrevista con la joven actriz de la televisión y el teatro cubanos, también profesora de la Escuela Nacional de Arte
Daliana González

Daliana González

Joven actriz que ha llegado con constancia y pasión a la pequeña pantalla a partir de propuestas dramatizadas: Daliana González, quien reconoce que haber apostado por la actuación le ha permitido conocerse y andar más segura por esos resquicios de la condición humana. Estas y otras consideraciones nos las comenta mientras descansa en su hogar de Nueva Paz.

Graduada de la Escuela Nacional de Arte (ENA), es la única integrante de la familia vinculada al universo artístico. Proveniente de padres ingenieros y abuelos maestros, reconoce: “siempre me gustó bailar, cantar, pero lo veía como hobby, nada a lo que podría dedicarme de manera profesional. Me enrolaba continuamente en proyectos en la casa de la cultura, hacía teatro callejero.

“No fue hasta noveno grado, poco antes de iniciarse las inscripciones para las pruebas de captación de la ENA, que descubrí la posibilidad de asumir esto como una profesión. Me presenté la primera vez, sin previa preparación, y llegué casi al final, pero no fui aceptada; no obstante, gracias a la insistencia de mi mamá, me volví a presentar, y para esa segunda ocasión sí lo logré, como ves, de manera  bastante empírica, pero, con un final feliz para esa primera etapa de mi vida”.

Amante de la historia y las de las ciencias sociales, en estos momentos Daliana cursa el segundo año de Sociología, hecho que complementa su rol de actriz:

“Sí, sin dudas, esta carrera complementa mi visión como actriz, porque es una especialidad que se acerca constantemente a la vida con todos sus procesos. Y qué es la actuación si no traducir en ficción los resortes que mueven la existencia. En lo personal, desde siempre fui bastante tímida, y en la adolescencia me preocupaban muchas cosas que no decía, por tanto, ya entrada en la juventud, la actuación me ha permitido expresar sobre todo lo que siento, me ha permitido dialogar con la verdad de las cosas, en particular con los valores genuinos frente a los que se tratan de disfrazar. Y es que confío en que la actuación, como el arte en general, tiene el poder de transformar lo que nos rodea y creo que para hacerlo mucho mejor.

En ese sentido transformador, ¿hasta hoy es el teatro el medio que marca especialmente a Daliana González?

-Tal vez si me preguntaras eso pasados dos años la respuesta podría ser otra, porque en poco tiempo, por ejemplo, le agradezco muchísimo a la televisión, pero hasta hoy el teatro es el medio que me ha permitido crecer más, porque en él todo resulta mucho más real. Ante cada actuación no hay un editor que corrija una escena, ni una posproducción que retoque lo que no quedó: cada presentación es única e irrepetible, por tanto, cada una es como si fuera la última.

“Por otra parte, el teatro para mí funciona como un catalizador contra mis miedos, ahora recuerdo especialmente el rol de Yuyi, en la pieza teatral Tema para Verónica. Una obra a la que llegué llena de inseguridades, justo en segundo año de la ENA. En aquel momento compartí con el gran actor Jorge Caballero y el proceso fue muy bueno. Puedo decir que en ese momento entendí, en toda su magnitud, la base de lo que es actuar, y descubrí que realmente era a eso a lo que quería dedicar mi vida.

“Yuyi era una prostituta muy elocuente, divertida, tanto que cuando a la luz del tiempo veo las fotos, todavía me pregunto cómo pude interpretarla. Y a parir de ese momento comencé a disfrutar especialmente todos los roles que distan de mí y que, por tanto, me exigen ese extra interpretativo”.

La televisión, en poco tiempo, te ha regalado excelentes oportunidades.

-Así ha sido. El primer personaje que me regaló la televisión fue Samanta en la telenovela Entrega. Samanta tenía mucho que ver con mi manera de ver la vida. Es un personaje que habla de encontrarse a sí mismo sin engaños, de la necesidad de reconocimiento. Es todo un principio filosófico que de alguna manera siempre me ha acompañado ante las dudas o los propios desafíos a los que he tenido que enfrentarme. Samanta, además, me obligó a estudiar diferente de lo que se hace en el teatro, y me dio muchas “armas” para moverme en un medio que cada vez me resulta más fascinante.

“Luego de esa experiencia fui la Miriam de L. C. B.: La otra guerra. Un personaje de mucho carácter, mayor que yo en edad, por tanto, tuve que caracterizarme, y para más rigor trabajé junto a Fernando Hechavarría en una relación de flirteo y amor… algo tremendo. Porque para mí Fernando es y será siempre mi maestro, mi padre, por tanto, esa relación actoral me creó muchos nervios.

“Al inicio me sentía todo el tiempo evaluada, pero eso poco a poco fue pasando, pues tanto él como (Osvaldo) Doimeadiós o Jorge Caballero son mis maestros, pero llegado el momento se comportaron como colegas; me ayudaron todo el tiempo a desestresarme. Además, tienen la capacidad de saber el momento oportuno para acercarse y decirte: «tal vez esta escena puedes llevarla por aquí, prueba a ver cómo te funciona esto o lo otro». Y en ese instante siempre doy gracias por lo afortunada que soy de haber podido coincidir con ellos en experiencias como esas.

“Otro personaje que no puedo dejar de mencionar es Verónica, en el telefilme Juegos de vida, que me puso en juego con las emociones, además, en el que compartí con compañeros de la ENA, y otros como Andro Díaz, a quien impartí algún que otro taller, y esos reencuentros siempre resultan muy gratificantes”.

Además de la actuación, asumes la docencia en la ENA. ¿Cómo defines esa experiencia?

Imparto clases en la ENA de voz y dicción desde que me gradué. Desde que lo hago pienso mucho en lo que Corina, Fernando o Doime nos decían cuando nos daban clases, de la responsabilidad que encierra el magisterio. Es muy agradable y a la vez igual de difícil para mí: primero, porque soy muy joven y me exige mucho más estudio; y segundo porque procuro que el proceso de aprendizaje de ellos sea atractivo, incluso divertido, por tanto, siempre procuro entrar al aula con una sonrisa que tienda un puente entre ambos. Soy una persona disciplinada, siempre llego pensando si tendrán las cosas en orden, si habrán hecho los ejercicios de tarea, porque sé que tienen una edad en la que no siempre hay conciencia de que no hay tiempo que perder si de aprendizaje se trata, y mi deber está, entonces, en no dejar un momento sin recordárselo.

Han sido muchos los proyectos que han quedado detenidos debido a la covid-19, entre ellos, la reposición de una obra que está marcando la escena contemporánea cubana. Se trata de Oficio de Isla, en la que formas parte de su elenco. Cuéntanos de ello.

Justamente estábamos grabando L. C. B. cuando Doimeadiós me preguntó qué estaba haciendo además de la serie, entonces me mostró el proyecto Oficio de Isla. Me fascinó, era sumamente abarcador; él quería música en vivo, interacción con el público, y se logró: mostrar parte de la historia de nuestro país, poco o nada conocida, de una manera que pudiera llegar a los más diversos públicos. De ahí uno de sus mayores desafíos.

“En esta obra soy Margarita, un personaje que habla de los sueños, de utopías, quiere estudiar en Harvard, viajar, conocer el mundo y, por un pasado de prejuicios, no puede hacerlo. Un personaje que hable de los anhelos siempre es muy bien acogido e igualmente recibido por un actor, pues qué son los sueños si no el mayor compromiso para mantenemos vivos.

“Por otra parte, el elenco de la obra ha logrado convertirse en una familia, con muy buena energía. Cuando hay un problema todos tenemos el derecho y el deber de arreglarlo, porque para eso trabajamos en equipo. Tu propio compañero te aconseja y Doime, como director de la mágica aventura, deja que cada quien encuentre su camino, él ofrece muchos referentes a través de la música, pero permite que el actor vuele en busca de ella y eso hace que su dirección sea maravillosa”.

Con grandes deseos de experimentar en el universo radial y en el trabajo infantil, Daliana González siente que, cual niña pequeña, aún está gateando con respecto a su carrera, aunque ya está lista para ir alzando los pies y agradecida de cuanto ha podido interpretar hasta hoy. En ese paulatino crecimiento juega un rol importante GPS Teatro, proyecto dirigido por Rei Castañeda e integrado, entre otros actores, por Laura Vasallo y Giselle Vargas.

Como su nombre lo indica, refiere cuánto significa el teatro para ellos: toda una guía para no perderse por muy intrincados que parezcan los caminos. GPS Teatro nació en el mundo del espectáculo con una obra de Virgilio Piñera, ojalá para Daliana signifique retomar un personaje negativo, que es lo que ahora mismo añora. Quién sabe si regrese a su haber una Lady Macbeth u otra antiheroína que en teatro o televisión le exija explorar y explotar todo lo que aún le falta por decir y sentir a esta joven actriz cubana.

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