De chofer a editor: la voluntad se trascender
El Rigo, como muchos le decimos, se distingue entre los que caminan aledaños a los muros del Cuartel Moncada, por su estatura, su temperamento, por la historia que le acompaña desde 1986 y la forma en que transformó su vida profesional.
Cuando llega por las mañanas hasta los cubículos de edición del telecentro santiaguero, es común que se ubique en su trabajo una hora después, porque todos se auxilian de sus conocimientos y con modestia le consideran un maestro.
Pero Rigo, en los años ochenta, cuando llegaba a este telecentro, no tenía como rutina adentrarse en estos departamentos, ni siquiera manejaba los tecnicismos de las profesiones afines con la realización. Su trabajo se limitaba, con todo el honor y la utilidad que le acompañan, a ser chofer…
En esa década su trabajo era servirle desde el volante a la televisión en Santiago de Cuba. Se ofreció también como mochilero y auxiliar de transporte en el enlace de microondas de la unidad de remoto del otrora Tele Rebelde. Tenía en ese entonces solo el preuniversitario como nivel de escolaridad vencido, pero tenía un sueño y fue tras él con todas las fuerzas y el conocimiento.
Rigoberto Rodríguez Larralde fue chofer alrededor de seis años pero soñaba con ser un realizador y fue superándose a sí mismo. Alcanzó el nivel de Técnico Medio en Electrónica y en los noventa, a través de los cursos de superación para trabajadores, ingresó al Instituto Superior de Arte desde su filial en la provincia de Holguín. Así aplicó en la especialidad de Edición y Montaje.
Ya para el año 1996 dejó el volante para adentrase con todo ese amor en el trabajo de los software de edición digital. Aún sin egresar del ISA realizó a partes iguales programas musicales, históricos, documentales, crónicas seriadas y asumió la rutina productiva del Departamento Informativo.
En el último año del siglo XX ya era un editor oficial y con todos los certificados, de hecho, es iniciador de la edición Avid en esta provincia. Cuando se sienta frente a una máquina piensa que son ya 17 años cumpliéndole a un sueño que le llegó mientras era chofer.
Ahora su ritual consiste en enlazar imágenes, sonidos, efectos, mientras escucha la música de la Década Prodigiosa y atiende las inquietudes de sus compañeros. Muchos de los que hoy prestigian los 49 años de la televisión en Santiago tienen historias similares que reclaman ser contadas y así será.