27 de julio de 2024

envivo

Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

El ciego tenaz que al fin triunfó 

José Tejedor Sibate fue un músico aficionado que ganó gran popularidad entre la audiencia radial durante el siglo XX por su voz y perspicacia para escoger un repertorio de boleros que revelaba su conocimiento de los gustos del oyente.
José Tejedor Sibate

José Tejedor Sibate

Aseguraba Alexandre Dumas Sr. que el infortunio puede ser necesario para que se descubran ciertas minas misteriosas, ocultas en los seres humanos.

Y entre nosotros tuvimos un compatriota cuya vida daba la razón a lo opinado por el escritor francés.Para conocer esa singular historia, hemos de remontarnos, de entrada, hasta un siglo y un año atrás.

Sí, transcurre 1922. Gobierna –o desgobierna–  a Cuba Alfredo Zayas Alfonso, el característico político liberal latinoamericano.

Muchos empleados públicos  –incluyendo marinos y policías–  les están poniendo velitas a los santos, para que algún día les paguen sus salarios. 

El país está podrido desde el punto de vista sanitario: constantes brotes de viruela, tifus o meningitis, sin que las autoridades muevan un dedo para remediar la situación.

Los 260 niños de la Casa de Beneficencia están pasando hambre. Alarmadísima está la población guantanamera, por las peligrosas prácticas de tiro que efectúan los norteamericanos desde la base naval.

Por recortes presupuestarios, son suprimidas 725 aulas. Desaparece, sin dejar rastros, el tesorero del Consejo Provincial de Santiago de Cuba, tras descubrirse un desfalco ascendente a 253 mil pesos.

Pero… dibujado ya el paisaje nacional, regresemos a nuestra historia.

Un chiquillo infortunado

En aquel lejano año de 1922 –al cual nos hemos trasladado en las alas de la Señora Imaginación–, específicamente el día 7 de agosto, en el barrio habanero de Santos Suárez viene al mundo José Tejedor Sibate.

El pequeño estaría escoltado por tres desgracias: pobre, negro y ciego. Pronto evidenciará su inclinación por la música, cuando su madre le regala una guitarra.

En 1937 –o sea, siendo un quinceañero–  se presenta en el recordado programa radial La Corte Suprema del Arte, pero no resulta exitosa su aparición.

Evidenciando una tenacidad a toda prueba, durante una veintena de años anda por fiestas familiares, programas de aficionados y locales de mala muerte.

Durante esos inciertos andares, conoce a Luis Oviedo, cantante falsete con el cual crea un dúo trovadoresco.

La tenacidad de Tejedor se vería al fin premiada. Se le acerca, atraído por la maestría vocal del artista, Rogelio Martínez Jr., hijo del director de la Sonora Matancera y dueño de la firma disquera Rosy. Tras estas grabaciones, su presencia en el disco sería constante.

Se convierte en una obsesión de los musicómanos, quienes estarán tras él lo mismo en la vitrola de la esquina que en su espacio de la radioemisora COCO.

Su éxito quedó definitivamente probado en 1960, cuando la radio cubana hace saber que su rating es superior al de colosos como Lucho Gatica, Ñico Membiela y Los 5 Latinos.

¿Dónde radicaba su especialísimo talento? Que lo responda el amigo y colega Leonardo Depestre:

“…se le recuerda por un estilo muy contenido, preciso, sin desgastes aparatosos ni efectismos. Era el suyo un caso como el de Barbarito Diez o Edith Piaf: todo cuanto no fuera la voz resultaba superfluo para él en el escenario. Se le escuchaba con el éxtasis de quien asiste a un oratorio.

El éxito para Tejedor radicaba no sólo en su voz. Con suma perspicacia él supo escoger un repertorio de boleros que incluía a sus mejores representantes autorales y revelaba su conocimiento de los gustos del oyente, y que luego recreaba de un modo inimitable. Toda la tristeza, la agonía del bolero, su desventura, quedaba atrapada en la interpretación del vocalista”.

Concluyendo…

Al parecer, la opinión de Dumas padre –que encabeza estas líneas– quedó probada con creces en el caso Tejedor.

Por mi parte, tras dar el último teclazo de este artículo, les aseguro que me iré a un rincón tranquilo, para escuchar En las tinieblas, Mi Magdalena, Un lirio en un lago y Corazón de acero.

Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dos + 7 =