El universo femenino en la pantalla
Agosto es un mes que invita a la reflexión. Por cumplirse en él 57 años del nacimiento de la Federación de Mujeres Cubanas, la fecha estimula el pensamiento en torno al camino labrado en la TV acerca de los temas femeninos.
Mucho se debatido sobre el carácter de constructo social que posee la categoría de género, a partir de los roles, atributos y funciones que cada cultura le asigna a las mujeres para reconocerlas y aceptarlas como tal.
En este sentido los medios de comunicación, como centros legitimadores de valores y conductas, proyectan y reproducen qué patrones de comportamientos son los correctos para mujeres y hombres.
Más específicamente la televisión, desde sus series, telenovelas, filmes y programas de humor, funge como modelo mediático de las maneras en que deben expresarse, sentir, comportarse y hasta gestualizar hembras y varones para ser aceptados y reconocidos en la sociedad.
Estos modelos se proyectan en disímiles ámbitos de la relación de pareja, como los modos de comunicarse entre sí, la distribución del trabajo doméstico, la asignación de roles en el cuidado de niños y ancianos o el respeto por los intereses y aspiraciones individuales de los miembros de esa unión.
Desde las manifestaciones de violencia física hasta formas más sutiles como la violencia verbal y psicológica, las mujeres son a menudo representadas en los medios como víctimas de presiones sociales al interior de la pareja, que la obligan a adoptar determinadas actitudes en nombre del amor, pero en contra de su voluntad.
Aún existen patrones culturales, de gran arraigo entre la población y sobre todo entre las más jóvenes generaciones, como aquellos que legitiman actitudes violentas del hombre (los celos desmedidos, el afán de posesión de sus parejas o el control de los mensajes privados de la mujer, por correo o telefonía móvil) como conductas que en el imaginario social refuerzan el amor de pareja.
Asimismo todavía en telenovelas, series y algunos videoclips se construyen personajes femeninos a cargo de todos los quehaceres de la casa, mantenidos por el esposo o la pareja o responsables universales del cuidado de los niños, ancianos y enfermos.
No obstante, esta forma sutil y naturalizada en que son recargadas las mujeres ha sido deconstruida, a través de la dramatización y el debate, en programas radiales y televisivos como Francamente, Nosotras, 40 semanas y más, El triángulo de la confianza y Cuando una mujer.
En ellos los guiones han demostrado que existe un trabajo investigativo previo, que ahonda en las problemáticas y desafíos actuales de las mujeres cubanas y cuyo propósito fundamental no es dar recetas acabadas, sino visibilizar y discutir sobre estas complejas realidades.
En el camino para visualizar mediáticamente un orden más participativo del trabajo doméstico es indispensable la capacitación del personal que labora en los medios.
En este sentido los cursos de superación realizados por diversas instituciones como el Instituto Internacional de Periodismo José Martí y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) han incidido en el cambio de mentalidad de muchos profesionales. Sin embargo, aún su alcance es insuficiente.
Todavía queda mucho por hacer para que desde los guiones radiales y televisivos se aborde con total profesionalidad este tema.
Los medios pueden construir un modelo de familia mucho más equilibrado, en el cual las funciones y espacios sociales no estén sujetos a una división sexista y donde se estimule el reconocimiento de las mujeres, más allá de los límites del hogar.
Sin dudas, el abordaje del mundo físico, espiritual y subjetivo de la mujer cubana demanda un enfoque integral, en cuyo eje central pueden situarse los medios de comunicación como terreno de visibilización, diálogo y reconocimiento entre los ámbitos académicos, empíricos y comunitarios.