En Cuba, el primer slogan
“…he traído las primicias del fruto de la tierra”.
Deuteronomio.
Aquel marino, acodado en la borda, aunque no lo evidencie, hoy es un hombre feliz.
No es para menos. Porque no es bicoca ver cómo un sueño se corporiza, se torna materia detectable en la yema de los dedos, tangible y concreto como el maderamen de una carabela.
“Desde muy pequeño entré a la mar navegando e lo he continuado fasta hoy. Ya pasan de cuarenta años que voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andado”, recuerda ensimismado nuestro personaje.
De cuna viene su empeño, desde aquel oscuro hogar de Doménico y Susana, donde el padre un día era cardador y otro tabernero, remediando la abundancia de hijos y deudas.
Él no estuvo nunca entre los chiquillos que holgazaneaban en la Piazza de San Mateo. Aunque se ha pasado la vida citando a La Biblia, rara vez se le vio en la Iglesia de la Annunziata. Sí, es verdad que él tiene sus leyes, sobre todo si se trata de luchar por sus privilegios, pero jamás asistió a los claustros de la recién inaugurada universidad genovesa.
Lo suyo era irse a la Stazione Marítima, frente al Mar de Liguria.
Vendrían después viajes sin fin. Entre ellos este último: miles de millas náuticas en ese Mare Tenebrosum, que se suponía plagado de monstruos engullidores de naos y rematado por un precipicio sin fondo.
Pero ahora, cerca, en la costa los pajarillos cantan, todo es verdor y el paisaje le recuerda a la Andalucía de la cual ha zarpado, esa Andalucía de cuando media la primavera.
¿Qué tierra es ésta? Sólo sabe que aquellos hombres de piel de caramelo y pelo como cerdas de caballo, en su lengua cantarina, susurran la palabra “Cuba”.
¿Qué tierra es ésta? Y él, detentador de la primicia se contesta a sí mismo: “Es la tierra más fermosa que ojos humanos vieron”.
Lo que no sabe aquel pecoso marino es que acaba de alcanzar una segunda primicia, no en navegación, sino en otra disciplina, cuyo nombre habrá que esperar siglos para que se invente: publicidad.
Sí, Christophoro Colombus no sabe que acaba de acuñar nuestro primer slogan, al decir: “La tierra más fermosa que ojos humanos vieron”.