En Vivo en Sábado del libro: un recuento gratificante
El pasado 11 de marzo, tuvo lugar un encuentro coral de escritoras cuando el Instituto del libro cubano, rindió homenaje a las autoras que escriben los más diversos contenidos para esta editorial impresa. El encuentro fue gratificante en muchos sentidos:
Allí, quienes asumimos esta responsabilidad, conocimos que el cincuenta y un por ciento de los títulos impresos hasta hoy en esta Editorial, fueron escritos por mujeres de las más variadas profesiones y disciplinas; que de una u otra manera, han laborado o laboran para la radio y la televisión cubanas.
El recuento estadístico nos hizo recordar aquel 2011, cuando unos pocos profesionales de la televisión nos lanzamos a la aventura del mundo editorial impreso; empeño novedoso y no siempre aceptado en nuestro ámbito audiovisual.
Nosotros y nuestros primeros proyectos –junto a nuestra inexperiencia- estábamos pletóricos del entusiasmo generado por la necesidad de inaugurar un novedoso espacio comunicativo donde se revalorizaran y socializaran tanto el quehacer y los saberes cotidianos acumulados por nuestros hombres y mujeres como el reservorio monumental de aportes culturales y patrimoniales que constituye nuestra historia mediática.
El encuentro me hizo montarme en la máquina del tiempo y recordar los momentos cuando tras veinte años analizando o asesorando la producción televisiva; descubrí mediante la investigación teórica- histórica, un universo descomunal donde las historias de vida se entrelazaban con los géneros y formatos de programas y estos con las prácticas y estrategias mercantiles, comunicativas o artísticas aplicadas desde su fundación; por las radioemisoras y televisoras cubanas que aceleradamente obtendrían el liderazgo de habla hispana en América Latina e incluso en Iberoamérica.
Históricamente, la visión cultural de la producción mediática electrónica no ha sido homogénea. Mientras al cine se le confiere el mayor rigor artístico, la creación radial-televisiva ha sufrido el impacto de una perspectiva clasista y reduccionista del arte y de la cultura que la subestima argumentando que su producción y públicos masivos anula su valor e impacto culturales; percepción errónea que ignora nuestras singularidades históricas en este fenómeno comunicativo:
- Nuestra íntima relación histórica con los cercanos proveedores tecnológicos norteamericanos permitió al mercado fundacional de la radio y la televisión; aplicar estrategias de precios diversos que gestaron una monumental tenencia de equipos por cubanos de las más diversas clases sociales, niveles de educación y poder adquisitivo.
- Rebasando su modelo de radiodifusión con fines mercantiles; nuestra radio y televisión propagaron lo mejor del arte, la cultura, la información y la comunicación en públicos masivos heterogéneos mediante las cadenas nacionales de radio –y luego televisivas-; redes extendidas aceleradamente en las distantes provincias orientales buscando anunciantes y audiencias.
- Junto al auge de la narración, la información –incluido el deporte-, la comunicación y las Artes Escénicas más autóctonas y universales; los cubanos forjamos el modelo latino de variados géneros y formatos de programación provenientes de Norteamérica:
Nuestras radio-telenovelas, teatros, zarzuelas, revistas culturales, teletones y aventuras heroicas se volcaron a múltiples soportes mediáticos y en diversas modalidades recorrieron las más importantes emisoras, productoras cinematográficas y hasta imprentas de habla hispana.
- La inclusión de nuestra idiosincrasia y raíces históricas-culturales en los contenidos de ese modelo comunicativo latino creado por los cubanos; explican nuestro boom en el universo de habla hispana.
Esta adecuación cultural de los contenidos mediáticos cubanos constituye la primera expresión de la resistencia cultural mediática nacional; ante la invasión de los productos de la Industria Cultural norteña que intentaba colonizar nuestra sociedad.
El esfuerzo continuado de nuestra Editorial – en medio de las limitaciones materiales y de la fuerte incomprensión de muchos de los que nos rodeaban- ha permitido publicar en poco más de un decenio; más de cien títulos que por su naturaleza revelan junto a su salto cuantitativo; la superación continua, la inclusión más diversa y la dignificación de la obra acumulada durante decenios por los hombres y las mujeres de la radio y la televisión.
La estadística editorial actual de En Vivo, revela además, la tendencia creciente a la revalorización histórico-cultural de las prácticas cotidianas de nuestros medios de comunicación.
Tras felicitarla por sus resultados, solo nos resta alentarla a superar sus empeños. Este propósito demanda que el resto de los eslabones y niveles de nuestros sistemas radiales y televisivos incrementen su apropiación y redimensionamiento del apoyo y participación integral en la gestión de esta importante entidad comunicativa.
Ni la carestía económica puede hacernos olvidar –entre otras amenazas a su crecimiento productivo- que muchos de sus longevos autores claman por un relevo que complete paso a paso; el monumental mosaico histórico cultural que constituye nuestra historia radial y televisiva. El tiempo apremia.
Los aportes de la Editorial En Vivo, no solo benefician a nuestra radiodifusión sino a toda nuestra sociedad; donde el esfuerzo colectivo de tantos hombres y mujeres de la radio y la television desde el siglo pasado, sembraron personajes, estilos y programas; que aún perviven en el imaginario social y en la memoria colectiva de sucesivas generaciones de cubanos y latinoamericanos.