28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Entretener desde la cultura audiovisual

Se está produciendo una revolución sin precedentes en la imagen, lo cual deviene un desafío para la tv, sus contenidos, la inmediatez y su lenguaje
Mario Limonta

Mario Limonta y Aurora Basnuevo han destacado la valía del programa radial Alegrías de sobremesa, lleva-do a la televisión mediante un lenguaje creativo. Foto: Jorge Valiente

Para ser reconocidos necesitamos contar nuestro relato, no existe identidad sin narración, y esta no es solo expresiva sino constitutiva de lo que somos. Asumen la idea varios realizadores, desde diferentes puntos de vista y estéticas, en la programación televisual.

En el Canal Educativo los espacios Contar la historia (domingo, 2:00 p.m.), Entre cuentos y leyendas (lunes, 4:00 p.m.) y Pantalla documental (miércoles, 10:00 p.m.) acuden a historias de vida, anécdotas, experiencias, documentos que propician viajar a la raíz de esencias y hechos en circunstancias dadas.

Sin duda, los públicos añoran ver, conocer, descubrir, revelaciones que emergen al final de los buenos cuentos, y el calificativo de buenos tiene que ver con la acción comunicativa al motivar sentimientos y emociones.

Ciertamente, no basta con acudir a la memoria, mediante archivos audiovisuales –algunos lamentablemente deteriorados, olvidados o no preservados como merecen–, antes de colocar determinados contenidos en la pantalla hay que pensar la sintaxis (cómo contar) para cumplir el propósito de incentivar el interés hacia lo desconocido.

Se trata de establecer un diálogo permanente, participativo. Quizá, a veces, se olvidan el humor, la parodia, la sencillez y el dinamismo al presentar lo real-histórico, en busca de una conexión valiosa, duradera.

Son insuficientes algunas soluciones al uso: un presentador, testimonios de expertos, recursos válidos e indispensables, pero se trata, de “enfrentar al espectador consigo mismo en medio de una nueva realidad –es decir, con otra significación– y esto debe conmoverlo”, apuntaba el cineasta Tomás Gutiérrez Alea.

De igual modo, es inapropiado, según ocurre en no pocos programas, la ubicación del presentador o conductor en espacios convertidos en escenarios, donde proliferan estatuas, plantas, adornos, otros disímiles objetos, los cuales en ese lugar cumplen una función, pero en el encuadre de la cámara, a propósito de otra representación, distraen al televidente, quien no está ajeno a la narrativa de la imagen, la cual conlleva dos tipos de significados: la denotación, o sea, el contenido inmediato, y la connotación, lo que se lee.

De acuerdo con los primeros actores Mario Limonta y Aurora Basnuevo: “el espacio Alegrías de sobremesa, de Radio Progreso, que se llevó a la estética televisual en el Canal Habana mantuvo la riqueza, lo valioso del pensamiento defendido por Alberto Luberta Noy, él acudió a la herencia del bufo, a la sátira, para hacernos reír, razonar, desplegó una visión crítica y el doble sentido de manera inteligente en situaciones diversas”.

Se está produciendo una revolución sin precedentes en la imagen, lo cual deviene un desafío para la tv, sus contenidos, la inmediatez y el lenguaje.

En la medida que esta contribuya a crear estados de opinión, motive la reflexión, una mejor comprensión de los fenómenos que nos rodean, realzará su condición de espectáculo cultural y artístico.

Insisto en un principio esencial: pensar el entretenimiento desde la cultura audiovisual beneficia los procesos cognoscitivos y de información, así como la complacencia de las audiencias a quienes se deben el creador y su obra.

La relación artista-puesta-públicos es necesaria para compartir ideas y revelar valores mediante intérpretes que, dados sus desempeños en el relato, aportanal acto reflexivo y a la educación del pensamiento en tanto experiencia estética transformadora del ser humano desde la niñez.

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