Guzmán de una manera Musicalísima
En tiempos en que los creadores muchas veces encuentran en el término fusión su incapacidad para mostrar claramente la esencia de su trabajo, continúan apareciendo propuestas en las que el término responde justamente a su sentido elemental: mezcla atinada, persuasiva de géneros, cuyas sonoridades puedan dialogar entre sí sin atiborramientos que conduzcan al caos.
Así, bajo este último criterio, nace el fonograma Libre de pecado, cuyo nombre ya enuncia que aparece vinculado a uno de los grandes compositores y arreglistas del pentagrama nacional, se trata de Adolfo Guzmán.
Y mayor es el agrado cuando se conoce que la protagonista del acercamiento a Guzmán es Beatriz Márquez, quien ha decidido dejar la producción musical y los arreglos en manos del talentoso del pianista, productor y arreglista Jorge Aragón.
Este fonograma, que al ser presentado tendrá la dicha de culminar en un DVD dirigido por realizador Manolito Ortega, coloca el nombre de Adolfo Guzmán, y por supuesto a la canción, en ese sitio del que lamentablemente la descoloca la actual falta de sensibilidad y voluntad de promoción hacia un género que ha identificado a Cuba a través del tiempo.
Justamente por el valor del creador existió en Cuba un concurso de interpretación que también premiaba a los compositores y homenajeaba a Guzmán. Este concurso desapareció y con él la posibilidad de acercar a las más jóvenes generaciones a ese género, que en nuestra Isla tiene una especial manera de decir.
El Concurso Adolfo Guzmán aún se recuerda, pues Santiago Feliú inmortalizó en este certamen su “Para Bárbara”; Pablo Milanés dejó inscrito en su repertorio y en el de otros intérpretes aquel texto de Tony Pinelli: “tú eres la música que tengo que cantar”.
Para no dejar dudas, la propia Musicalísima mantuvo de pie, por varios minutos, al público del teatro Karl Marx, cuando afirmaba que “fundar una caricia, tenerte dulcemente y renacer… ser árbol que florece cuando tu pecho crece… eso es amar… vivir… He ahí la cuestión y el texto de Rember Egües, que también la llevó a triunfar.
Érase los años ochenta, pero luego ¿qué pasó?… no hubo más concursos Adolfo Guzmán y los espacios musicales en la TV comenzaron a usar el género canción como comodín, hoy además se carece de guiones profundos en los cuales se interpreten los textos requeridos para cada ocasión, por lo tanto sigue la canción, increíblemente, moviéndose por la trastienda.
En tal contexto, y con la expectativa de mostrar un repertorio creado por un hombre que, en medio de múltiples responsabilidades, vivió para la TV, llegó a dirigir incluso la orquesta y puso su oído absoluto en función de la búsqueda de un repertorio para la pantalla chica; el disco Libre de pecado justamente se propone atraer la atención no solo de los padres sino –sobre todo— de los hijos, porque son estos quienes tienen la responsabilidad de no dejar morir un legado musical íntegro.
Como disco ya es una joya, luego la confección del DVD terminará el milagro de la creación y comenzará el andar real de Libre de pecado. Entonces le toca el turno esencial a los medios de comunicación para que el producto llegue a todos.
Sería la mejor manera de reverenciar a la canción, género por el cual siguen apostando intérpretes y compositores de modo aislado, solo necesita que sobre ella se nuclee el talento que nunca le faltó.
Significaría seguir viendo sonreír a Guzmán cuando junto a Alba Marina o Marta Justiniani, continúe escuchándose desde lejos a Xiomara Laugart o desde cerquita el eco de Guzmán de una manera Musicalísima.