¿Improntas olvidadas?
A la formación de la música cubana no solo aportaron África y España, sino también otros países, entre ellos Italia, Francia, Alemania e Inglaterra, en un proceso de interacción, en el cual influyeron naciones de América Latina y el Caribe.
Hubo momentos de coexistencia y fusión, diversos factores comenzaron a fraguar, desde el siglo XVI, las características esenciales de nuestro pueblo, definidas por don Fernando Ortíz como un inmenso mestizaje de razas y culturas.
El patrimonio sonoro de la Mayor de las Antillas se nutrió de prácticas culturales que sufrieron una dinámica evolución. Cantos, bailes, ritmos, fueron absorbidos de forma paulatina hasta conformar una expresión auténticamente cubana.
En el siglo XXI, quien disfruta los géneros musicales renovados, mediante el quehacer de compositores e intérpretes, no siempre se pregunta de dónde venimos y hacia dónde vamos. Sin dudas, la Radio y la Televisión constituyen medios de comunicación imprescindibles para influir, día a día, en el conocimiento de individualidades artísticas, formatos y tendencias imperantes en el panorama contemporáneo.
La cultura musical no se transmite por ósmosis, ni se establece mediante decretos, requiere procesos de construcción articulados, saberes, experiencias, referentes en movimientos de interrelaciones, pues estos constituyen nutrientes de las tradiciones y la memoria. Resulta esencial preservarlas aprovechando el impacto social del fonograma, su capacidad para perpetuar lo valioso del patrimonio sonoro y rítmico.
La Feria Internacional Cubadisco 2016, en su vigésima edición, dedicada a la música popular bailable, recorrió varias ciudades donde los talentos locales demostraron magisterio y compromiso estético.
Hubo conciertos, presentaciones de CD y DVD, venta de libros, instrumentos musicales, y sesionó el Simposio Internacional en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, donde intercambiaron investigadores, profesores, musicólogos y expertos de la industria discográfica.
Evento de tal magnitud debió tener mayor trascendencia, pues demostró que no existen fronteras ni olvidos respecto a músicas valiosas, las cuales merecen protagonismo en espacios radiales y televisivos.
Obtuvieron el Gran Premio Cubadisco, La salsa tiene mi son (Bis Music), de Elito Revé y su Charangón, y Caribe Nostrum (Producciones Colibrí), del maestro Guido López Gavilán y la Camerata Música Eterna.
Además, el jurado entregó galardones en 32 categorías y cuatro premios especiales a fonogramas de méritos artísticos, Umbrales, del maestro Sergio Vitier, fallecido recientemente, Hay quien precisa, de Liuba María Hevia y Cecilia Todd; la Colección A guitarra limpia, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, y Tronco Viejo, del dominicano Jhonny Ventura. De igual modo, se destacó el estrecho vínculos con la música cubana de su coterráneo, José Alberto El Canario.
Suele ocurrir que producciones premiadas o con varias nominaciones, apenas se difunden en producciones musicales de emisoras, telecentros y canales nacionales.
El nuestro es un pueblo bailador, poco se estimula en la actualidad el conocimiento de danzas, estilos e intérpretes en ejecución. Apenas en algunos espacios informativos y en breves reseñas aparecen figuras legendarias.
Cubadisco propició homenajes a nombres relevantes de la música bailable, como el maestro Elio Revé Matos (1930-1997), y destacó categorías primordiales en el mundo interconectado: audiovisual didáctico, documental musical, videoclips y espectáculo audiovisual musical.
Al sonido hay que atesorarlo en fonogramas, videos, documentales, DVDs y desde estos soportes llegar al dominio público, esto solo se consigue mediante estrategias comunicativas institucionales, encaminadas a la promoción de lo más relevante de la discografía cubana y universal.
Si falta la confrontación se estanca el desarrollo. Los artistas pueden ser talentosos, elaborar desde el punto de vista estético valores extraordinarios, pero no perdamos de vista que al mismo tiempo cumplen una función ideológica por el contenido y el rol que desempeñan en determinados contextos.
A ellos se ha referido el maestro Pancho Amat, Premio Nacional de Música, quien insiste en los aportes del Niño Rivera y otros músicos de diferentes épocas. “Nunca discriminé entre Paul MacCartney y Carlos Embale”, manifestó.
La batalla contra el colonialismo cultural exige instrumentos críticos. De igual modo, la formación de espectadores con capacidad de discernimiento entre lo valioso y lo banal requiere la educación del gusto musical, mediante una labor sistemática, consciente, en la que perdure el análisis de los fenómenos, no la prohibición o las simplificaciones.
Cubadisco ha logrado el cimento de una historia, la cual es preciso fortalecer como rubro exportable, dado el reconocimiento a la música cubana en el mundo.
Estos tiempos exigen estrechar alianzas, robustecer mecanismos que faciliten la coordinación del trabajo conjunto. Lo consigue Argelia Fragoso (Producciones Voces Populares) con una Cruzada por la Canción Cubana, la cual le permite llevar este género a diferentes lugares del territorio nacional. El recorrido tiene el apoyo y la colaboración del Instituto Cubano de la Música.
Las improntas de raigambres siguen vigentes, solo resta difundir sus significaciones con inteligencia, de manera creativa, requerimientos imprescindibles para seducir a los públicos mayoritarios en la era de la globalización.