28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

“La locución debería estudiarse en la Universidad”

Resalta Luis Hidalgo Ramos, destacado locutor de la radio y la televisión en Cuba
Resalta Luis Hidalgo Ramos, destacado locutor de la radio y la televisión en Cuba

Resalta Luis Hidalgo Ramos, destacado locutor de la radio y la televisión en Cuba

Comenzó en la radio desde muy pequeño y desde entonces no ha podido desprenderse de los micrófonos, las cabinas, las luces… Juega con las palabras y convierte la comunicación en arte. Pretende acercarse al público de manera intimista, seductora, como un fiel amigo que susurra buenas historias al oído. Se envuelve en palabras y entrega diariamente a sus seguidores.

Y es que Luis Hidalgo Ramos sabe hacer de la locución una parte integral de su anatomía. La lleva consigo y defiende hasta las últimas consecuencias. Posee un don y un talento natural, que le permiten deslizarse cómodamente entre verbos y sustantivos, con ideas que van y vienen, con frases que comienzan, se detienen, refrenan, impulsan y terminan, para luego, con ganas renovadas, empezar otra vez.

¿Comenzaste desde muy pequeño en la locución?
Comencé en la locución cuando tenía nueve años, pero desde antes ya soñaba con esta profesión. En Pinar del Río vive un gran locutor que fue maestro mío, Jesús Benítez Rubio, Premio Nacional de Radio; cuando yo era pequeño me acostaba por las tardes al lado de mi padre a oír su voz en un programa de radio que se llamaba La discoteca popular.

A mí me fascinaba cómo hablaba aquel comunicador, me sobrecogían su timbre y el modo de comunicarse. Junto a él admiraba también a otras figuras cubanas de la locución. Los veía en la televisión y me despertaban un gran atractivo. Sentí, finalmente, el reto de andar por estos caminos del habla en los medios de comunicación.

Siendo muy niño todavía, un amigo me invita a formar parte de un círculo de interés de radio y la profesora Nora Peláez Naranjo me abrió las puertas de la emisora de Pinar del Río. Así nació el locutor que soy hoy y que siempre seré, porque esta es la profesión que más me gusta entre todas las que ejerzo. ¿Hiciste varios programas o hubo alguno en particular que te marcara?

En Pinar del Río el público me ha identificado como locutor en varios programas como Escuela del aire, un espacio que animé por más de una década y en el cual interpreté el personaje de Guamasito, la mascota de Radio Guamá. Hice otros como La escuela en el campo, En punta, Sígueme, que me marcaron en el plano del presentador, del conductor.

¿Y el trabajo en la televisión?
El trabajo en televisión que más me ha dado a conocer en Cuba como locutor ha sido Todo música, un espacio semanal que se transmite por el Canal Educativo 2. Este programa me reta en cada emisión porque tengo que conducir, presentar, entrevistar…

No obstante, he hecho otros trabajo como Juntos por una vez, Lo que me pasó en el año, Confesiones, Donde la música reina, Cantares de Vueltabajo, Te estoy mirando, Entre tú y yo.

¿Fundamentalmente como locutor de espacios culturales?
Sí. Mi obra como locutor se ha vinculado a la música y a las artes en sentido general. Se me asocia más como el presentador de programas culturales. He tenido la suerte de conducir peñas, presentar diferentes espectáculos en teatros, plazas diversas de cultura.

Mi trabajo en la capital ha sido muy rico en los últimos tiempos. Me he dedicado también a cultivar esta disciplina desde el punto de vista pedagógico en el Centro de Estudios de la Radio y la Televisión, y en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales, de la Universidad de las Artes.

¿Cómo valoras la profesión del locutor?
La locución es una disciplina muy compleja porque es muy integradora. Se basa en saber comunicar apropiadamente, llegar al público y que se identifiquen con uno. Es preciso que el espectador entienda y se emocione con lo que le dices.

Es muy difícil pronunciar correctamente y con naturalidad, o construir un discurso oral coherente, o diseñar de manera adecuada una imagen y representarla en una pantalla. No es una profesión en la que un único elemento es el más complejo. ¡Todo es complicado!

Suele afirmarse que un locutor llega a ser maduro cuando han pasado 11 años de labor profesional. Eso significa que el buen profesional no es solamente aquel que posee una voz agradable, una buena dicción o una adecuada entonación, sino también quien exhibe una cultura sólida, domina el tema sobre el que habla, es carismático, natural y persuasivo.

El gran maestro Moreno de Ayala decía que la locución era la profesión más difícil del mundo. Yo no voy a decir lo mismo para no pecar de extremista, pero sí afirmo que es una labor de extrema complejidad por su impacto y responsabilidad social.

¿Cuáles han sido tus referentes?
He tenido muchos paradigmas. El primero fue, sin dudas, Jesús Benítez Rubio. Sin embargo, todos los locutores de la radio pinareña me marcaron y fueron mis primeros espejos.

También tengo como referentes a los grandes locutores de Cuba: Consuelo Vidal, Germán Pinelli, Cepero Brito, Eva Rodríguez…En fin, los pedestales de esta profesión.

Siempre he querido hacer un trabajo con la elegancia, la belleza y el dominio de ellos. Quizás sea una aspiración demasiado peligrosa, soñadora, pretenciosa, pero es la que tengo. Ellos son los modelos a los que me quisiera acercar.

También tengo como guías a mi gran maestro Ángel Hernández, Antonio Pera, Luis Mujica Díaz, y tantos otros que dignifican la locución cubana.

¿Qué crees de la locución hecha en Cuba?
Cuba tiene muy buenos locutores. Este país ha contado siempre con una escuela muy sólida de locución. Y cuando se habla de escuela no se trata de un edificio, sino de una estética, una manera de decir.
La escuela cubana de locución tiene características muy particulares que la singularizan y la colocan en un lugar de privilegio por la calidad de sus excelentes profesionales.

¿Consideras que la locución deba estudiarse como carrera universitaria?
Creo que la locución debe estudiarse en la Universidad de las Artes (ISA). El hecho de que una persona pueda ser una estrella de la música sin haber estudiado música, no significa que debamos cerrar la Facultad de Música del ISA. El hecho de que un pintor sea empírico y se convierta en una estrella no significa que debemos cerrar la Facultad de Artes Plásticas de esa institución.

El asunto es que la universidad no pare artistas. Los artistas vienen con un don como cualquier ser humano. Todos llegamos al mundo con muchísimo talento y debemos descubrir cuál es para cultivarlo y desarrollarlo.

Unos optan por hacerlo de manera empírica y otros por la academia. Cualquiera de los dos caminos es valioso. Lo importante es pulir el talento, tener el conocimiento, adquirir cultura, entrenarse, buscar las herramientas que facilitan el desempeño de una profesión, para ejercerla con tesón y entrega. Un centro de estudios superior es el encargado de brindarle a cualquier persona la posibilidad de expandir su talento natural.

Desde mucho antes de la década del cincuenta del pasado siglo, se hablaba en Cuba de la posibilidad de que la locución se impartiera en la universidad. Actualmente se estudia como especialidad en muchas universidades del mundo. En Cuba hemos sido un poco cobardes con este tema.

La universidad cubana debe abrir puertas al estudio de la locución. El Centro de Estudios de la Radio y la
Televisión ofrece cursos de mucha calidad, pero son insuficientes porque no abarcan todo el contenido que debe poseer esta disciplina. No se concibe que un locutor que no estudie técnica vocal, lenguaje audiovisual, protocolo, actuación, historia del cine, la radio y la televisión.

Algunos defienden el criterio de que la locución no debe estudiarse en la universidad. Hasta el momento no he escuchado a ninguno aportar un pensamiento lógico, a mi juicio, que justifique esa opinión. El hecho de que haya existido o existan locutores empíricos no significa que la locución no deba estudiarse en la universidad.

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