La música cubana: también patrimonio de nuestros medios
La música constituye el fiel reflejo de la vida del pueblo, fenómeno que rige la programación que diariamente trasmiten los medios radiales y televisivos de nuestro archipiélago.
Desde los tiempos de los areítos, la música se unió a la danza en su abanico de géneros, formas y estilos.
Al respecto el historiador Manuel Moreno Fraginals (La Habana, 19 de septiembre de 1920 – Estados Unidos, 9 de mayo de 2001) señaló:
“Lo que denominamos aportes culturales africanos a la América Latina y el Caribe constituyen las resultantes de una cruenta lucha de clases, devenida en un complejo proceso de transculturación”.
Cuando en Cuba comenzaron a fundirse las sonoridades africanas con las hispanas, conjuntamente con las de otros territorios geográficos, nuestros músicos las transformaron en criolla, lo que propició el surgimiento de una música más viva y universal.
Sobre la sonoridades oriundas de nuestro archipiélago, el desaparecido musicólogo Odilio Urfé González puntualizó: “Era tan fuerte la música en Cuba que devoró los patrones recibidos. La contradanza cubana sobrepasó a su progenitora danza”.
A Cuba vinieron reconocidos intérpretes entre los que figuran Enrico Caruso, Mario del Mónaco y Tita Rulfo. A la vez, en escenarios del mundo acapararon aplausos Rita Montaner, Fernando Collazo, Esther Borja, Antonio Machín e Ignacio Villa (Bola de Nieve), entre otros. Ello propició un fructífero intercambio de proyecciones entre creadores cubanos y de otras latitudes.
De nuestra música se han alimentado la mayoría de los ritmos de América Latina, en especial de la habanera, la conga, la rumba, el bolero, la criolla, el danzón, el son, el mambo, el chachachá y la canción, entre otros géneros, formas y estilos.
Hoy una generación de jóvenes solistas e integrantes de diversos formatos musicales continúan mostrándole al mundo lo más contemporáneo y autóctono de nuestro muy criollo “arte de los sonidos”.
Sin embargo, la preocupación y empeño de las instituciones y los organismos rectores de la cultura resultan insuficientes en aras de satisfacer las demandas y exigencias de los públicos, que además, desde los medios deben recibir si no instrucción, al menos orientación para ejercer su derecho de consumo cultural.
Al estado del consumo cultural, especialmente de la música, se han dedicado múltiples análisis entre los miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), de la Asociación Hermanos Saíz, así como entre los funcionarios del Ministerio de Cultura (Mincult). Ha transcendido que la presencia de géneros musicales diversos de manera equilibrada y sistemática no se logra dentro de la parrilla de programación en los medios radiales y televisivos cubanos.
Puesto que la música es la manifestación artística preferida por los cubanos, este asunto requiere soluciones funcionales y articuladoras de intereses, incluso contrapuestos, pues no siempre el gusto popular se refleja a cabalidad en las estrategias y políticas de programación musical que ponderan determinados géneros y exponentes.
Con el ánimo de incluir a toda la música cubana en sus puestas radiales y televisivas, valga resaltar la labor cultural de directores de TV como Guille Vilar, Ana María Rabasa, Orlando Cruzata, Luis Hidalgo, Karel Renzoli, entre otros; además de los radialistas Manolo Luis, Alberto Cordoví, Ismael Renzoli, Juan Carlos García del Vallín y muchos más que apuestan en cada emisión por los públicos y la defensa de la cultura musical.