14 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

El auge de la radio comercial cubana

Para crear su estética y estilo, privilegia música, dramaturgia, información y otros contenidos

Desde 1922, la 2LC de Luis Casas Romero –con la tecnología rústica y experimental diseñada por una humilde familia– y la PWX (luego CMC) propiedad de la Cuban Telephone Co., norteamericana. Hasta 1934, cuando fue clausurada, era la más potente y moderna del sistema. Ambas, junto a sus fundacionales programaciones regulares de contenidos, mostraron la contraposición entre el pequeño y el gran capital financiero.

Durante el segundo decenio radiofónico, el sistema habanero superó proporcionalmente las emisoras existentes en la populosa ciudad de New York, en Estados Unidos, y un semillero de plantas se esparció en las principales ciudades del resto de las provincias. No obstante, la  mayoría carecía del capital suficiente para renovar su tecnología y organizarse industrialmente.

Entonces, la CMZ1 fue la  excepción del modelo de radiodifusión con fines comerciales de programación generalista, estrena la especialización temática y la proyección cultural cubana-universal  en un entorno donde estas acciones eran aisladas o inexistentes.

En los años cuarenta siguientes fue otro el cantar.

La mayoría de las plantas asumieron la publicidad comercial como sustento financiero de su gestión radial, en especial de las firmas norteamericanas y de las nacionales afiliadas a sus transnacionales. Destacan las de jabonería y perfumería que, además de patrocinar la producción mediática, devinieron productores muy importantes de los mensajes comerciales y  los programas habituales de los más variados géneros y formatos, así como otras actividades afines.

Las entidades especializadas en Comunicación Comercial de variada nacionalidad y las propias emisoras generalizaron la investigación aplicada al mercado mediático y comenzó la concentración del sistema, donde numerosas plantas pequeñas fueron asimiladas por las más poderosas.

A inicios de los cuarenta se produjo otro hito radial singular: la aparición de la emisora del pueblo2, que por cerca de una década brindó una alternativa política-ideológica de izquierda en el monolítico universo existente y potenció la expansión de la cultura nacional.

Los Mestre Espinosa ingresaron a CMQ Radio -emisora líder entonces, propiedad de Ángel Cambó y  Miguel Gabriel- en 1943. Muy pronto, su concepto revolucionario del sistema de inserción y tarifas de anuncios publicitarios deja atrás la visión cuantitativa e instaura al impacto mediático en los momentos de mayor audiencia según sus públicos. También  diversifican los contenidos de toda la programación.

La concentración mediática genera la guerra por las audiencias y los anunciantes entre las cadenas CMQ Radio3 y RHC, Cadena Azul4, gestora del boom de los dramatizados5, las revistas culturales, la música popular nacional-iberoamericana, la cultura campesina, la contratación exclusiva de estrellas del espectáculo y la cinematografía hispano parlante, que alternaban los espectáculos capitalinos y el robo de talento. Todo ello revaloriza los ingresos de los artistas en la radio.

En 1947 los dueños de CMQ Radio fundaron Radio Reloj (que brindaba información, la hora y anuncios) y CMBF, Onda Musical (con música instrumental y anuncios para clases altas) -plantas que aún se mantienen al aire- segmentando sus contenidos y mensajes según públicos específicos. Además de instaurar nuevas prácticas en este universo de emisoras generalista, propulsaron la información y la música instrumental.

Ese año también se inaugura Unión Radio, dirigida por Gaspar Pumarejo Such, que rivalizó intensamente con CMQ  en la información nacional e internacional, la promoción artística y el deporte.

Para 1948, dos sucesos otorgan el liderazgo definitivo a los dueños de CMQ:6
-La inauguración del monumental edificio Radiocentro, paradigma de la modernidad en la  arquitectura y en la tecnología radiofónica-discográfica.

-El estreno de la radionovela El derecho de nacer,  de Félix B. Caignet, que desencadena el boom de  la novelística electrónica sentimental continental.

En los 50 del siglo XX la radio fortaleció los géneros más populares y diversificó sus servicios: la radionovela, las series y aventuras, cuyos libretos y grabaciones habían circulado por toda la región desde la década anterior, inundaron el mercado de habla hispana y surgieron sus primeras versiones en los soportes cinematográficos, impresos y televisivos.

Algunas emisoras como CMQ Radio, Radio Suaritos y Radio Progreso sustentaron su programación con discografía musical propia que estimula la contratación de artistas foráneos y la propagación de la música popular cubana-iberoamericana y del cine latino.

El aporte esencial de esta etapa radica en las profundas sinergias entre la radio y la naciente televisión:7 Unión Radio TV (Canal 4) y CMQ TV (Canal 6) durante su etapa de penetración en el mercado habanero y nacional fueron sustentadas con sus finanzas, audiencias, anunciantes y capital humano de alta especialización.

La radio comercial cubana tuvo como ejes de la gestión económica-simbólica la comunicación comercial y la investigación de mercado. Ambas disciplinas devinieron herramientas básicas en el posicionamiento y ganancia de imagen de las emisoras radiales, las firmas productoras, los anunciantes y el resto de los actores y agentes sociales vinculadas a ellas en el entorno de la Industria Cultural.

Tras el mimetismo inicial del modelo anglosajón, lideró este ámbito en habla hispana, creando su propia estética y estilo y privilegiando a la música cubana, la dramaturgia, la narración de ficción, la información y el deporte.8

La radiofonía tributó al audiovisual la mayoría de sus prácticas comunicativas, culturales y mediáticas, paradigmas, géneros, formatos y  códigos. Asimismo lo proveyó de un talento artístico-profesional experimentado y prestigioso por los roles diversos asumidos en variados soportes y ámbitos electrónicos-culturales en Iberoamérica, fenómeno potenciado por el video.

Notas:
1 Desde enero de 1939 surge el Negociado de Radiodifusión del Cuerpo de Cultura del Ejército nacional, que en septiembre asume las emisora CMZ  y COX (6.390 Kcs. diurna y 4.290 Kcs. nocturna) creadas como vehículo de cultura para los alumnos y maestros de las escuelas cívico-militares y la ciudadanía. Ofrecían como programación para la población: música selecta, nacional y extranjera, dramatizaciones, teatro, temas educativos, enseñanza de idiomas foráneos, históricos y recreativos e información utilitaria. Luego, las emisoras fueron transferidas al Departamento de Cultura del Ministerio de Educación, donde por décadas se gesta una prolífera actividad cultural.  (Revista Carteles, 10 de diciembre de 1939).
2 La emisora del pueblo, adquirida con fondos recaudados en la población por el Partido Comunista Cubano. Fue conocida como “La 1010” por su frecuencia radial y desplegó una vasta política cultural.
3  En 1943, los hermanos Luíi Augusto, Abel y Goar Mestre Espinosa adquieren el 50 % de la emisora por un precio irrisorio. En 1950 devinieron sus propietarios absolutos.
4  Amado Trinidad unifica su red radial radicada en Villa Clara, con otra habanera y plantas de otras provincias para fundar RHC, Cadena Azul, competidora fundamental de CMQ, el más poderoso conglomerado mediático de nuestra radiodifusión comercial.
5  Incluyó teatros, series, aventuras heroicas, novela sentimental.
6 Poco tiempo después, RHC, Cadena Azul, perdería la primacía en las audiencias y Trinidad su empresa, su fortuna y hasta su propia vida.
7  Nuestras dos primeras televisoras pertenecían a empresas propietarias de plantas radiales: Unión Radio y CMQ Radio, gestores de las televisoras homónimas.
8 Los mejores artistas de la actuación y la música cubana fueron contratados con exclusividad por las jaboneras norteamericanas radicadas en Cuba, e incluso Cuba exportó mensajes comerciales filmados hacia el propio Estados Unidos.

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