29 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La urgencia de convencer

Valoraciones sobre concepciones dramatúrgicas y puestas en pantallas que deben seducir a los públicos
Orquesta Sinfónica Nacional.

La Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa ha recreado textos sonoros para ficciones televisuales. Foto: Jorge Valiente

La pluralidad de lenguajes que lidera en la sociedad contemporánea constituye un flujo y reflujo informativo, aporta múltiples dinámicas a los procesos de lectura, facilita cambios en esta práctica.

De hecho, prevalecen variaciones de sentido en las relaciones sociales, teniendo en cuenta los cambios en la tecnología, el desarrollo de infraestructuras y el notable incremento de soportes no impresos.

Por doquier los relatos ficcionales aportan diversos contenidos, fábulas, moralejas, músicas que mediante tramas y personajes producen un sinfín de sensaciones, estas alcanzan su clímax en narraciones concebidas para explorar la dimensión afectiva de las personas en diferentes etapas de la existencia.

Sin duda, las piezas escritas y grabadas especialmente para narraciones audiovisuales enriquecen lo que se cuenta y cómo se cuenta.

Por otro lado, el distanciamiento físico, el cual ha generado la COVID-19 motiva a pensar en el yo y en el otro con perspectivas quizás nunca imaginadas. Obras clásicas y contemporáneas transmitidas por la TV revisitan las confrontaciones familiares, los bandos en pugna en lucha por el poder o la primacía económica, los conflictos generacionales.

Detractores de las ficciones audiovisuales no suelen reconocer su trascendencia comunicativa, ni la mediación cultural de la tv como institución que produce y reproduce sentidos sociales, propone mundos posibles aceptables o rechazados por los públicos.

Desde la pantalla se aporta al conocimiento de la realidad, a la valoración de los sujetos de esa realidad, se reafirma la dimensión antropológica de la cultura en tanto un mundo heterogéneo, híbrido, donde confluyen repertorios populares, masivos y cultos.

Orquesta Sinfónica Nacional.
Orquesta Sinfónica Nacional. Foto: Tomada del periódico Granma.

Poco pensamos o por lo menos no en su justa dimensión en la esencia de una historia que mantiene vigencia en relatos del siglo XXI: “un gran amor vence a la muerte”. Esta frase matricial de la obra Romeo y Julieta, de William Shakespeare, vista mediante el canal Multivisión, no es privativa del clásico inglés ni de su época sino de la moraleja que contiene la síntesis del contenido expresado por el escritor.

Series, telenovelas, filmes, teatros, cuentos, cultivan, desde diferentes puntos de vista, ese núcleo dramatúrgico, pero, en ocasiones, este queda “agazapado” en la trama debido al torbellino de violencia, avatares, incomprensiones, defectos, estereotipos machistas, hábitos nocivos, entre ellos el alcoholismo y la depauperación moral.

De ningún modo por casualidad se han retransmitido las telenovelas cubanas que colocan en la pantalla conflictos de amplia repercusión social. Intrigas, secretos, malos entendidos, traiciones, devienen condimentos de un género que apela a los sentimientos, al paradigma ético, en este los buenos casi siempre triunfan y los malos son sancionados. Pero un actor o una actriz no pueden ser expresivos si no sienten la pasión de una idea para entregarse a la creación de otra vida, con sus estados de ánimo; el procedimiento comienza en el guion, toma consistencia en la dirección artística y en las especialidades implicadas en la realización.

Trasladar una auténtica vida ficcional a los medios televisivo y cinematográfico exige defender la ilusión de verdad con caracterizaciones, casting adecuado, profundización en el universo interior de cada personaje o tipo. En ocasiones interrogantes fundamentales: ¿qué quiere el personaje¿, ¿por qué lucha? apenas emergen del subtexto de situaciones y conflictos. Esta es una deficiencia dramatúrgica, la cual impide a los públicos comprender la envergadura de conflictos en la existencia de las personas en cualquier lugar del mundo.

Por eso realizadores y públicos deben analizar escenas y capítulos, nunca pueden perder esencias de relatos que muchas veces colocan en la cuerda floja la estabilidad emocional de la existencia cotidiana.

Nunca la ficción podrá agotar su significado, en tanto responde a la categoría de género cultural, cuya definición abarca el reconocimiento de formas y contenidos, los cuales deben validar el valor estético y cumplir uno de sus fines primordiales: entretener sin concesiones a la banalidad, a lo superfluo que nos impide sentir todos los días la verdad de sentimientos y urgencias humanas.

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