Las TICs en el consumo cultural de jóvenes cubanos
El uso e impacto de las tecnologías de la comunicación constituye un objeto de investigación por la importancia que les corresponde en la sociedad contemporánea, ya que juegan un papel relevante en la economía, la política y la cultura. Su estudio se convierte en cuestión clave para la sociedad en el presente siglo XXI, pues el desarrollo tecnológico es un factor que tiene gran influencia en la sociedad contemporánea y en la vida de los ciudadanos.
La tecnología, desde la representación actual, no se ve como un conjunto de productos, artefactos o técnicas, es decir, una ciencia aplicada que asume la existencia de un determinismo tecnológico como es considerada por el enfoque tradicional; si no que se entiende como un proceso social, expresión de las prácticas del ser humano como ser biopsicosocial, vinculado con valores e intereses de la sociedad, dado por la interacción de disímiles factores.
Algunos aspectos sobre las TICs
Desde el siglo XIX la humanidad ha presenciado una serie de cambios que han propiciado escenarios que configuran y reconfiguran constantemente la manera en la que el hombre se comunica. La creación de la imprenta, la revolución industrial, la aparición del cine, la radio y la televisión, y más recientemente los avances producidos en las tecnologías de la informática y la comunicación han favorecido el desarrollo de la investigación en este campo.
Vivimos en una época marcada por el creciente avance de la tecnología. El desarrollo y perfeccionamiento de sistemas y equipos han creado las bases materiales y tecnológicas para el desarrollo vertiginoso de la comunicación. La globalización mediática hoy se consolida por los progresos que la tecnociencia ha hecho posible.
El uso de las TICs ha provocado cambios profundos en la sociedad, es casi imposible imaginar la vida cotidiana sin ellas, más allá de la información o la inmediatez de comunicación que facilitan. Las TICs suponen una ruptura en cuanto a las formas de relación y comunicación, se han convertido en el contexto donde se desarrolla parte de la vida social.
Estamos viviendo un fuerte cambio, una revolución tecnológica que avanza a grandes sacudidas, aunque no es universal, pues no hay que olvidar la existencia, en un mundo profundamente desigual, de un gran abismo Norte-Sur que separa a ricos y pobres. En América Latina, el crecimiento de las TICsy el acceso a estas también es profundamente desigual; existe tanto una brecha digital entre los países de la región como una interna, asociada entre otras cuestiones a los niveles de ingresos de los hogares.
La industria moderna de las TICs ha desatado hoy nuevas polémicas. Una de ellas se relaciona con el papel que están jugando las llamadas nuevas tecnologías en el campo de los medios de comunicación que ha desplazado paulatinamente las tradicionales formas de comunicación e interacción social, y el consumo y uso de los viejos medios. Otras se refieren al impacto que puede o no tener en los comportamientos de las personas, en los patrones de las relaciones interpersonales y todos los aspectos de la esfera pública y privada, en los valores sociales y en las ideologías, entre otras.
Comparto la idea de Ramonet cuando afirma que “la evolución tecnológica ha hecho que la fidelidad a las televisoras sea otro elemento perdido; lo que ha obligado a las casas productoras a adentrarse en nuevos escenarios de competencia, que suponen nuevas maneras de dialogar con las audiencias y de plantearles un sistema de consumo. No se trata solo de un cambio de tecnología y el paso hacia la era digital, sino una transformación del pensamiento y del alcance del consumidor en el proceso de socialización del conocimiento”.
Ante los cambios tecnológicos, y el consumo creciente de las TICs, los jóvenes han dejado de ser usuarios pasivos y han comenzado a actuar como entes activos en cuanto a sus prácticas culturales, manifiestan o no comportamientos críticos y selectividad en la exposición a determinados bienes culturales, y desarrollan una participación protagónica y responsable, no solo como espectadores sino como productores de sentido y emisores.
Para eso se debe considerar que las TICs no son únicamente un conocimiento técnico, una habilidad discreta, que producen cambios en las personas independientemente del contexto. Por el contrario, las TICs son una práctica social, es decir, están inmersas dentro de contextos sociales; el uso de estas no puede aislarse del ambiente sociocultural. Por ello, involucran comportamientos, valores y significados asociados a ellas, y están inscritas en las relaciones de poder y desigualdad que atraviesan la sociedad.
A partir del desarrollo del capitalismo y el incremento de la producción y el consumo en las sociedades modernas, el consumo ha dejado de ser un proceso meramente económico para convertirse en un proceso y una práctica cultural; es decir, cualquier práctica de consumo en relación con las TICs y con la cultura general implica en sí un acto cultural.
Desde esta posición, el consumo cultural de las TICs deviene en un proceso social en el que se configuran sentidos psicológicos. Los significados que adquieren los bienes, en este caso de análisis, las nuevas tecnologías de la comunicación resultan de especial relevancia en la configuración de lo cotidiano y en la manera en la que los individuos organizan su relación con el entorno. La idea de que el consumo conlleva un uso determinado, pone de relieve el significado que los medios adquieren en la vida social e individual de los sujetos.
Los jóvenes ante el consumo de medios
La irrupción de las TICs en Cuba, así como los cambios socioeconómicos, han producido importantes transformaciones en el consumo de los medios de comunicación por parte de los jóvenes y a su vez se han diversificado las formas de entretenimiento de las personas.
Hoy vivimos en un escenario mediático diverso, donde el televidente joven se enfrenta a referentes cada vez más plurales. Esto incluye el consumo de las TICs y de los llamados medios alternativos, el que se ha extendido en gran medida entre los jóvenes. El espacio digital en Cuba está en ascenso, hay mayor cantidad de canales en la sociedad cubana y los jóvenes cada vez están más conectados.
El consumo de las TICs, como el de bienes culturales en general, se expresa en prácticas concretas que necesariamente remiten a la acción directa. Las formas de interactuar con los medios se constituyen en prácticas de consumo que invitan a pensar cómo los diferentes grupos sociales, etnias y regiones utilizan los medios, qué significado adquieren para su vida cotidiana y cómo se están construyendo nuevas formas de comunicación, interacción y empleo del tiempo libre. Desde esta mirada el consumo cultural debe ser visto como un proceso activo de creación y producción, y no un proceso pasivo de consumo y de ociosidad.
El uso de la televisión, la internet, las redes sociales, los medios impresos, el cine, el consumo del paquete semanal, el empleo de dispositivos móviles, entre otros son herramientas de comunicación con gran influencia en la conducta y en los hábitos de los jóvenes. Es por ello que las influencias recibidas marcarán gran parte de sus gustos y preferencias, incluido el consumo cultural que de las TICs se realicen.
En investigaciones sobre prácticas culturales de la población cubana se ha puesto en evidencia que el consumo de medios de comunicación, principalmente de los medios audiovisuales y tecnológicos, ocupa un lugar relevante para el público joven, quienes resultan ser más activos en sus consumos culturales. Se puede afirmar hoy que estos son nativos digitales y parecen estar más preparados que los adultos para usar los medios audiovisuales. Los consumos más frecuentes que tipifican a esta edad son: ver televisión, escuchar música, ver DVD, usar la PC e internet, usar el móvil, leer, etc.
Los jóvenes ante las nuevas tecnologías, más allá de las informaciones que brindan los datos referidos a la disponibilidad y uso de estos medios, muestran comportamientos disímiles vinculados a la complejidad de las propias tecnologías, a la diversidad social, etc.
El impacto de las tecnologías sobre el consumo juvenil sigue despertando argumentos a favor y en contra. Si bien hay formas de consumo que pueden ser perjudiciales, que existe la adicción a los ordenadores y otros efectos negativos, no se debe olvidar que los jóvenes participan activamente de la selección, recontextualización y redefinición de las tecnologías.
Existen puntos de vista negativos, una imagen dada sobre el impacto nocivo de las TICs en los jóvenes, centrada en ideas como el aislamiento, la adicción, el silencio y la reclusión, el acceso clandestino a contenidos prohibidos, la exposición a informaciones nocivas para su formación, la reducción del tiempo en familia, la pérdida de tiempo, el gasto inútil de dinero en entretenimiento, la promoción de violencia, desigualdades de raza, clase, género y edad.
Sin embargo, muchos estudios sobre este tema refieren que muchos jóvenes son capaces de establecer una distancia crítica con los contenidos de las actividades que realizan; que las TICs tienen potenciales beneficios para la educación, permite un mayor acceso a la información, la posibilidad de complementar el apoyo social, así como desarrollar la propia individualidad e identidad; los jóvenes buscan comunicarse con amigos y familiares, relacionarse los unos con los otros por el chat o juegos, mantener los vínculos que ya tienen cara a cara y transformarlos. Es decir, utilizan las TICs no como una forma de aislarse, o de usar la tecnología en sí misma, sino como una herramienta fundamental de relación.
Por otra parte, es importante señalar que el consumo cultural que se realiza en Cuba asociado a las TICs no alcanza a la mayoría de los jóvenes, pues muchos no tienen acceso a ellas, lo que puede estar condicionado entre otras cosas por una menor posibilidad de tenencia de equipamientos tecnológicos, el costo de las tecnologías; así como también se relaciona con las capacidades para usar las TICs y con la poca accesibilidad a la red.
El uso de medios tecnológicos solo puede entenderse en relación con las características psicosociales de los individuos y las posibilidades de tenencia y acceso a los mismos. Estos factores condicionan las prácticas de consumo, las que a su vez van a estar determinadas por diversos factores y motivadas por la gratificación que produce la satisfacción de necesidades cognitivas, de entretenimiento y/o de comunicación.
Mediaciones sociales en el consumo
El consumo cultural es un proceso complejo que está mediado por múltiples factores tanto internos como externos que influyen en la configuración de lo cotidiano, en los patrones de consumo, en la manera en la que los individuos organizan su relación con el entorno, en los comportamientos, en la formación de valores, entre otros elementos. El uso de las TICs y las formas en que los sujetos se apropian de ellas, incide en la construcción de identidades. Los valores a lo interno de la sociedad, ya sean culturales, políticos o de otro tipo, ayudan a configurar este complejo proceso, que a su vez incide y reconfiguran esos valores.
Los contextos culturales suponen una mediación social en la interacción de los sujetos con las TICs que permiten comprender el impacto de estas. Las mediaciones en el consumo audiovisual son el conjunto de procesos socioculturales en los que se realizan la apropiación y los usos de los medios audiovisuales como: la radio, TV, cine, el DVD, PC/Internet. Los hábitos de consumo están relacionados con la educación social y familiar.
Las mediaciones sociales en el consumo juvenil de las TICs van a estar condicionadas por un conjunto de mediaciones situacionales, culturales, cognoscitivas, de referencia, institucionales, entre otras, que atraviesan los significados adjudicados a los mensajes. Diversos autores como Orozco y Barbero hacen referencia a importantes mediaciones en el estudio de la recepción, como por ejemplo: la familia, la temporalidad social, la competencia cultural, los géneros como mediadores importantes desde el punto de vista cultural.
La influencia de las TICs en la vida juvenil pasa a través de los padres, aun cuando ellos no sean conscientes del papel mediador que desempeñan. El contexto sociocultural en el que se produce la recepción del mensaje, el uso de determinados medios tecnológicos, desempeña un papel importante en los efectos que estos producen sobre los jóvenes; los resultados, ya sean positivos o negativos, dependen de cómo actúe la familia como filtro mediador.
La tecnología por sí sola no produce determinados cambios o efectos, o es una amenaza, pues se trata de una práctica social. Los diferentes resultados que produce se vinculan con las conductas y valores aprendidos y los significados que los usuarios les otorgan a las TICs durante el proceso de interacción y de relación con ellas. Los aparatos pueden reducir la brecha digital de primer orden (el acceso a las TIC), pero no garantizan per se avances en el desarrollo de ciertas habilidades, cambios en el aprendizaje, en los valores, entre otros.
Las decisiones sobre qué consumir, cómo estar frente a las pantallas, son prácticas aprendidas, resultado principalmente de prácticas de mediación en los contextos de recepción donde estemos, son influencias ejercidas por diversos agentes de socialización.
Entre los agentes de mediación social que participan en el consumo cultural de los jóvenes, se destacan los propios medios de comunicación social y la familia; ambos en estrecha relación, ya que las TICs están mediatizando también las relaciones familiares.
La familia, como mediador institucional, debe convertirse en un dispositivo que filtra las influencias externas, tanto de los medios como de otros agentes, mediante procesos de recodificación y transformación; condicionar en parte el escenario de consumo que a su vez está mediatizado por el uso de la tecnología; ser el contexto principal en el que se produce la interacción de los públicos juveniles con los medios, y en el cual se origina la asimilación de sentidos y significaciones por los jóvenes; debe ser referente para la socialización de los hijos en el uso de las TICs y no dejarlo solo dela mano del grupo de iguales.
Resulta necesario comprender, desde una mirada cada vez más compleja, tanto por los investigadores sociales como por los decisores de políticas, la importancia que reviste el consumo cultural de las TICs por parte de los jóvenes cubanos, por el incremento de su uso, por su papel en las relaciones de consumo, por el desarrollo vertiginoso de las tecnologías, aunque con diferencias marcadas con respecto a otros contextos.
Además, se debe profundizar en el papel de las mediaciones sociales en el proceso de consumo cultural, en particular de la familia, que la mayor parte de las veces no son conscientes del impacto del uso de las TICs en la cotidianidad de sus hijos y en el proceso educativo. Todo esto influirá de manera positiva en el desarrollo de políticas públicas y culturales, en el logro de programas educativos para la recepción crítica de los medios y el fomento de valores.
* Especialista del Centro de Investigaciones Sociales de RTV Comercial, La Habana, Cuba