“Los programas musicales pueden ser cada vez mejores”
Su encuentro con la radio fue fortuito: se debió a un golpe de suerte o, más bien, a imprevistos del destino. Nunca pensó que se vería sentado frente a una cabina rodeado de luces y micrófonos, aprovechando cada minuto que le cedían sus oyentes. Mucho menos consideró la posibilidad de dirigir programas.
Pero con el paso del tiempo, Juan Manuel Camacho Moreira se ha convertido en una especie de extensión radial. Asegura convencido que este medio de comunicación forma parte de su naturaleza física y espiritual. Lo afirma realizado y complacido, satisfecho por ratos e incompleto en ocasiones.
Siente que ha realizado desde los cubículos de Radio Ciudad de La Habana un aporte a la difusión de grupos de rock cubanos y extranjeros, conocidos o por descubrir. Está al frente de varios espacios musicales y le gustaría, algún día, dar el salto a la televisión.
Por ahora, se conforma con refugiarse en las frías paredes de una emisora que considera su casa y no ha querido abandonar, a pesar de ofertas tentadoras.
“No provengo del mundo de la radio, ni de los medios como tal. Lo mío siempre fue la música, fundamentalmente el rock. En los años setenta y ochenta del pasado siglo estuve cantando en grupos como Armas vertiginosas y Sonido X, entre otros.
“Pero en 1987 el realizador Ernesto Fundora me facilitó mi entrada a la radio, y al año siguiente teníamos el programa Terapia, en Radio Ciudad. Él lo dirigía, yo lo escribía, y Robert Martin lo conducía. El espacio continúa al aire, pero ahora soy yo quien lo dirige, escribe y conduce. Puede sintonizarse los domingos a las cuatro y media de la tarde.
“En marzo de 1990 me plantearon la posibilidad de hacer Disco Ciudad, que sale a las nueve de la mañana de lunes a viernes. Y también hago, desde hace siete años, el programa Jazz PM, que se escucha los domingos a las once de la noche”.
Para Camacho, Disco Ciudad ha sido una experiencia “muy bonita”, le ha brindado mucha retroalimentación con el público, a través de llamadas telefónicas.
“El trabajo era más complicado hace varios años, cuando no existía la tecnología digital. Había momentos cuando las cosas se tornaban muy difíciles. Trabajábamos con cintas magnetofónicas y se manejaban casetes hasta que, poco a poco, con la llegada del CD, comenzaron a facilitarse los procesos”, precisa.
Según el director, este espacio le ha abierto las puertas a agrupaciones de rock metálico en el país, que de otra manera no se hubieran dado a conocer tan ampliamente.
“Cuando creamos el programa tuvimos en cuenta que muchos artistas no tenían todos los caminos despejados para difundir su música, y decidimos apostar por ellos.
“Algunos no contaban con contratos discográficos ni pertenecían a empresas musicales que les permitiesen trabajar y ganar dinero. A mí siempre me ha interesado que se refleje la música de toda esa gente joven o de grupos veteranos”, destaca.
En el espacio Terapia utiliza propuestas nacionales que derivan de investigaciones personales hechas a través de diversas vías, y se enfoca principalmente en el funk, el rock, así como su tendencia progresiva y sinfónica, o el heavy metal.
“En ese programa trabajo con propuestas puramente experimentales y coqueteo a veces con lo comercial, porque es en un horario vespertino y no se debe utilizar cosas puramente agresivas. En Jazz PM difundimos el jazz que se hace en el país, tanto de talentos conocidos como de figuras noveles”, asegura.
Camacho se considera, ante todo, un director de programas musicales. No le ha interesado realizar espacios de otro corte porque, estima, existen personas mejor preparadas en otros terrenos ajenos al de él.
“Pero hacer un programa musical no es tan fácil. Lo más difícil para lograr la originalidad en espacios de este tipo es buscar corrientes poco difundidas, como el spoken word o algunos ritmos dentro del hip hop.
“No obstante, los programas musicales que existen en la radio cubana actualmente pueden ser mejores. En este sentido, las nuevas tecnologías pueden ayudar muchísimo, a pesar de que extraño increíblemente la manera de trabajar cuando todavía lo digital no había ocupado todo el espacio”, subraya.
Para Camacho resulta muy importante que un director de programas tenga muy bien claro qué quiere poner, la cantidad de temas que presentar según el tiempo, y la intención de los inicios y los finales de cada espacio.
“Es muy importante para mí las dos primeras piezas y las dos finales. Eso no quiere decir que las otras no lo sean. Todo es cardinal, pero debemos saber bien dónde situar cada cosa. La colocación es sumamente trascendental. Y también hay conocer cuáles son tus límites profesionales.
“Conozco muy bien a mi equipo de trabajo. Por eso me va bien. Siempre digo que no se puede llegar a la cabina a improvisar. Todo tiene que estar colegiado desde mucho antes, manejar los detalles previamente”, subraya.
A pesar de todos estos criterios, el músico devenido realizador radial asegura que el público tiene siempre un criterio muy lejano de lo que finalmente se puede hacer o no dentro de un programa.
“Una cosa es estar en una cabina de radio y otra muy diferente es el oyente, que tiene a veces una imagen muy edulcorada de lo que debe ser un programa.
“Tengo muy claro lo que debo hacer, pero eso no es suficiente. Quisiera utilizar más material underground, menos comercial. No obstante, debo tener en cuenta que me está escuchando un público variopinto, que puede ser muy agresivo si no doy en la diana”, apunta.
Sobre el reconocimiento que le hicieron recientemente por sus casi 30 años de vida profesional en la radio, Camacho manifiesta su agradecimiento y satisfacción.
“Es muy bueno que se acuerden de uno. Voy a seguir trabajando de igual forma. Estoy contento de que la vida me haya dado la posibilidad de trabajar en este medio; me gustaría, eventualmente, hacer televisión. Creo que siempre se puede hacer más, pero no veo esa posibilidad por ahora”, concluye.