Luis Casas Romero, un fundador múltiple
La Radio Cubana cumple 95 años y, además de recordar al fundador mediático que fue el camagüeyano Luis Casas Romero (24 de mayo de 1882 – La Habana, 30 de octubre de 1950) volvemos la vista al músico que derrochó talento por doquier.
Para los jóvenes del universo digital no vinculados al arte seleccionamos algunos datos significativos de las importantes investigaciones realizadas por Oscar Luis López (La radio en Cuba) y Radamés Giró (Diccionario Enciclopédico de la música en Cuba) que amplían el conocimiento de su fecunda trayectoria como compositor, flautista, director de orquesta, apasionado de los fonógrafos, creador de rollos de pianolas, ferviente radioaficionado y pedagogo.
Generalmente, al reconocerlo como el creador de la criolla, olvidamos su fecunda autoría en múltiples géneros y formatos que enriquecen el patrimonio nacional. Fue el creador de las canciones “Adiós amor” y “Adiós al bohío”; de las criollas: “Alma criolla”, “Amor”, “Ana Sofía”, “Angelina”, “Bajo el palmar”, “Calma mi sed”, “Camagüey”, “Camagüeyana”, “Capablanca”, “Carmela”, “Criolla”, “Cubanita”, “Decepción”, “El mambí”, “En silencio”, “Estela”, “Evangelina”, “Georgina”, “Graciela”, “Guajirita”, “Habanera”, “Hortensia”, “Inés”, “Ingrata”, “Juanita”, “Las cubanitas”, “Linda camagüeyana”, “Lola”, “María Luisa”, “Mercedes”, “Mi bohío”, “Olvídame”, “Patria querida”, “Penas de amor”, “Punto cubano”, “Quisqueyana”, “Serenata cubana”, “Soy cubano”, “Soy guajiro”, “Wanda” y “Zoraida”.
Además compuso los danzones: “Almoneda nacional”, “Arrollar”, “Canción del torerito”, “Cumbanchando”, “Cinturita”, “Chelito”, “El chiflado”, “El chivo”, “El golfo negro”, “El hierro viejo”, “El matancero”, “El rumbero”, “El sinsonte”, “Flor de té”, “Jay Alay”, “La maldita”, “La niña de mis amores”, “La viuda alegre”, “Las botellas”, “Linda Zagala”, “Los miércoles del Nacional”, “Manzanillera”, “Me voy pa Santiago”, “Mujeres y flores”, “Pensando en ti”, “Pica, pica”, “Princesita”, “Serranillo” y “Mala entraña”.
Asimismo creó las zarzuelas: “Don Damián”, “El globo cautivo”, “El teniente alegría”, “Enredos matrimoniales”, “Fuente de juventud”, “La cenicienta”, “La Golfemia”, “La raptada”, “Susana y Blanca” y “Un cura sicalíptico”. Y fue el autor de los boleros: “Viviendo el dolor”, “Si llego a besarte”, “Misterio”, “No más ficción”, “Así eres tú” y “Así eres tú, cubana”.
A ellos se sumaron numerosos mosaicos-caprichos cubanos, valses, habaneras, baladas, zapateos, himnos-marchas, popurrí, pasodobles, estampas negras, oberturas de suite, etcétera.
Desde principios del siglo XX, en La Habana, Luis Casas alternó diversos roles musicales en las tablas:1 Teatro Martí (Flautista, director de orquesta e integrante de un septeto), Compañía de Raúl del Monte (Director de orquesta en México), Teatro Alhambra (Flautista de la orquesta) y Teatro Neptuno (Director de orquesta).
En 1909 ingresó al Conservatorio Nacional de Música Hubert de Blanck como profesor de flauta y luego impartió solfeo, teoría, armonía, composición e instrumentos de bandas y orquestas.
En 1913 fue flautista de la Banda del Estado Mayor del Ejército, radicada en el Campamento de Columbia. Desde 1918, fue su subdirector y finalmente director hasta su fallecimiento.
De 1914 a 1918 estuvo al frente de la primera fábrica de rollos de pianola. Con la marca CASAS o con la suya propia, tuvo como colaboradores a: Ernesto Lecuona, Moisés Simmons, Jaime Prats, Nilo Menéndez y Vicente Lanz.
Siendo teniente y subdirector de la Banda del Estado Mayor del Ejército, construye y funda en 1922-junto a su hijo Luis- la 2LC (1922-1928), la primera planta radial cubana que inicia su programación regular el 22 de agosto de 1922, donde “con una pequeña corneta de juguete, el propio Casas tocaba la llamada de atención del Ejercito mambí”.2
Así inició emisiones la radioemisora que estrena tantas prácticas mediáticas: la difusión de la hora oficial, del parte meteorológico y de la música instrumental, la declamación de poemas o narraciones y la realización de concursos de participación directa del oyente mediante el teléfono.
Se inaugura oficialmente el 16 de abril de 1923, con un concierto revelador de la riqueza y variedad de selecciones musicales que ofreció a los oyentes:
El himno nacional, a cargo de la Orquesta Casas y la interpretación de obras del propio Luis Casas:
El mambí (Criolla. Tenor Mariano Meléndez. Orquesta de Vicente Lanz), Calma mi sed (Canción criolla.
Soprano María Adams y tenor Mariano Meléndez. Orquesta de Vicente Lanz), Princesita. (Danzón.
Orquesta del Cine Olimpic, de Francisco Rojas), ¿Qué haré sin ti? (Balada. Soprano María Adams. Piano: Vicente Lanz) y Vals brillante de concierto, para dos flautas y pianos. (Ejecutantes: el autor y Franisco Rojas. Piano: Vicente Lanz).
En días de esclavitud. Poema de Juan Clemente Zenea. Intéprete: Gustavo Robreño.
Mi chiamanomimi de G. Puccini, Soprano Rosa Almanza. Piano: Capitán Molina Torres.
Instrumental: Solo de cornetín: Profesor Gerardo Erman y piano: Capitán Molina Torres.
Cuando nacieron en mi pecho amores. Criolla de Gonzalo Roig. Cantan: Graciela de los Santos y Zoila Casas. Piano Profesor Vicente Lanz.
Parlan d amore il cielo, el mar. Barcarola de Renato Avena. Soprano Graciela de los Santos. Piano:
Vicente Lanz
Mr. Gallaghar and Mr. Shean. Fox trot. Orquesta de Francisco Rojas.3
En esa propia década fue director artístico de la CMC -Cuban Telephone Co.- y en 1933 funda la COCO, la primera planta de onda corta en Cuba.
Para 1940 ingresa a la notoria Academia Nacional de Artes y Letras, como Miembro de número y allí devino Secretario de la Sección de Música.
Mucho antes de estructurarse socialmente nuestra nación, hombres y mujeres nacidos en esta tierra compartieron el amor y la pasión por el arte y por Cuba. Luis Casas Romero, al fundar nuestra primera radioemisora, abrió el camino a una pléyade de talentosos artistas que desde entonces han prestigiado a nuestros medios de comunicación electrónicos.
Referencias:
1 Tomo I. Editorial Letras Cubanas, 2009.
2 Tercera Edición. Editorial Letras Cubanas, 2002.
3 Oscar Luis López, Obra citada, págs. 55-56.