Mario Limonta cumple 85 años
Mario Limonta es un excelente actor y locutor que a través de los años ha demostrado su calidad en los personajes interpretados. Aunque nació en Guantánamo, en 1936, pasó su infancia y parte de la adolescencia en Holguín, donde su padre trabajaba como tabaquero. Siempre le llamó la atención la radio.
A los 16 años se vincula al arte y trabaja en su provincia natal como declamador en el medio radial, pues todos le decían que poseía una excelente voz y muy buena dicción. Hacía un programa que se llamaba 10 y 30, que lo patrocinaba una de las tiendas de ropa más famosas de Holguín, pero a él no le pagaban con dinero, sino con una muda de ropa y, de esta forma, siempre andaba bien vestido.
Estudió el bachillerato ya que aspiraba hacerse abogado. En 1955 terminó sus estudios en ese nivel y se trasladó a La Habana para estudiar Derecho, pero solo terminó el primer año. Los sucesos ocurridos en esa etapa troncharon los planes de Limonta. La universidad fue cerrada y él decide trabajar en lo que había visto desde niño, escogiendo la tripa para confeccionar el tabaco en una tabaquería.
Como recitaba muy bien, los amigos lo embullaron para presentarse en el programa de José Antonio Alonso. Debutó en La corte suprema del arte, donde alcanzó la categoría de estrella naciente. Obtuvo el primer lugar junto a su novia, la también actriz y cantante Aurora Basnuevo. Pasa a trabajar en la CMQ, desarrollando pequeños papeles, pero aquello no daba para vivir y se inserta de nuevo en el mundo del tabaco, sin dejar la actuación. Según ha confesado Mario, siendo lector de tabaquería adquirió muchos saberes de la literatura universal.
Ya en 1959 Limonta comenzó a trabajar en el Circuito Nacional Cubano, hoy Radio Rebelde, en espacios dramáticos. En el teatro encarnó grandes personajes. Recuerda su actuación en la obra La Brújula, que dirigió Gloria Parrado. Dice que ese personaje fue muy duro, pues tenía que desdoblarse mucho.
Hasta el año 1965 perteneció al grupo de teatro Guernica, en el Teatro Nacional de Cuba, donde interpretó protagónicos. Allí hizo su primer trabajó en Bodas de sangre, de Federico García Lorca, Las impuras, de Miguel de Carrión, y Las vacas gordas, de Abelardo Estorino.
En la televisión ha desarrollado una larga y exitosa carrera, trabajando en teleteatros, comedias, aventuras y series. Es muy recordado por nuestro público el personaje del Sargento Arencibia en el programa San Nicolás del Peladero, “con aquella voz que ponía a reír a los televidentes en sus diálogos con el alcalde, protagonizado por ese excelente actor que fue Enrique Santisteban”, apunta Limonta.
En 1961 hizo para la televisión un personaje inolvidable para él que se llamaba Indio. Trabajó en Grandes Novelas y con Aleida Amaya en el espacio Horizontes. Interpretó en la aventura Tierra o Sangre el rol principal: Nacho Verdecia, líder de sus compañeros de lucha. Igualmente trabajó en otras aventuras como El León de Damasco. El Pampino, Puerto Rico Libre y La retaguardia del enemigo.
De la radio destaca este actor su personaje en Alegrías de sobremesa. Recuerda su trabajo con Adolfo de Luis, Julio Mata y Hugo Uribe, entre otros grandes directores. En 1964 realiza su primer protagónico en el cine, en el filme La decisión, dirigido por José Massip.
En el cine también ha incursionado este actor haciendo doblajes y coprotagónicos, como los de los largometrajes El joven rebelde, La Decisión y De cierta manera, con la desaparecida Sara Gómez, y con Octavio Cortázar, El brigadista. En el año 2000 trabajó en un filme que marcó pautas en la filmografía nacional: Miel para Ochún, ganador del premio en el Festival de Cine de Viña del Mar.
Después Mario participó en Barrio Cuba, que también fue multipremiada en varios festivales. Este artista ha sido jurado en España de un festival de cine. En 2012 protagonizó Sin alas, del director extranjero Ben Chase, y Camino del Infierno, con el italiano Francesco Rossi. Además, actuó en otros filmes memorables cubanos como Retrato de Teresa. Las profecías de Amanda, El cuerno de la abundancia y Los dioses rotos.
Afirma el actor que su experiencia en la radio, lo enseñó a articular y a hablar correctamente, “pues tienes que lograr que el oyente crea en el personaje, como ocurrió con la historia de un programa que los adolescentes y niños no se perdían que se llamó Waitabó”.
A grandes rasgos, esta es la carrera artística de Mario Limonta, quien con su trabajo se ganó el Premio de actuación Enrique Almirante y los Premios Nacionales del Humor y de Televisión.
¡Muchas felicidades, Mario, en tus 85 años de vida!