Teresita Rúa: una cubana que lleva la vida sin remordimientos ni infortunios
El 14 de enero la actriz de radio, televisión y teatro Teresita Rúa cumplió 70 años de edad, aunque su semblante, carácter y espíritu no parecen pertenecer a una septuagenaria. Es que, al decir de la actriz, lleva la vida sin remordimientos ni infortunios. Ha vivido siete décadas, pero se siente muy bien. Piensa en la edad solo cuando necesita limpiar una ventana o subirse a una escalera. Lo hace, pero con ciertas limitaciones y no con la misma agilidad de cuando era joven. Para mantenerse en forma hace ejercicios físicos en la terraza de su apartamento del Vedado, desde donde mira el mar, o en su balcón dotado de una vista perfecta que abarca gran parte de la calle 23.
Estos días de confinamiento han convertido a Teresita en una consagrada ama de casa. Al respecto comenta: “Cuido las plantas, estoy más al tanto de las actividades hogareñas pues tengo tiempo para ello. Leo libros que me interesan y escucho radio. Todo lo puedo hacer porque apenas salgo a la calle, salvo a lo imprescindible. En estos momentos mi prioridad es cuidar mi salud”.
Hace dos años se retiró de los medios de forma activa, aunque de vez en cuando la llaman para algún rol que admite o no, en dependencia de sus intereses, porque según asegura: “No acepto ningún papel por dinero o fama, tengo que sentirme feliz con el personaje”.
A Teresita Rúa se le considera una de las actrices más multifacéticas de la radio y la televisión cubanas. Ha hecho muchísimos papeles en ambos medios. No obstante, algunos marcaron la vida de la actriz. “Ellos son el protagónico de Flor de aguinaldo, de Dora Alonso, actualmente transmitido por Radio Progreso. En esa producción trabajé con Alicia Fernán, Marta Velazco, Ñico Hernández y Julio Alberto Casanova, bajo la dirección de Caridad Martínez.
“En la televisión no olvido los papeles hechos en el espacio Teatro, conocido como la meca del trabajo actoral. Ahí, entre otros, hice Sonia, en Tío Vania, de Chejov dirigido por Carlos Piñero. No olvido tampoco a Mercedes, en Canto subterráneo para blindar una paloma, La hija de Lacho, y la Marisol de la telenovela Si me pudieras querer, uno de mis últimos trabajos”, explica.
Feliz cumpleaños fue otro de los teatros más recordados por Teresita, quizás por ser portador de una carga mucho más sentimental en lo personal que los restantes. Fue escrito por Alex Álvarez (su compañero de vida por 35 años), de manera particular para ella. Pero nuestra entrevistada no solo se desempeñó en novelas y teatros, realizó también aventuras, de ellas recuerda Tierra y sangre, Rebelión y El heredero. En cada uno vivió momentos lindos de intenso trabajo, pero de resultados muy halagüeños.
Al hablar con esta diva de la radio y la televisión se observa un amor incalculable por ambos medios, tal como el de un hijo hacia sus padres. No me quedó otra alternativa que preguntarle: ¿cuándo llega a los medios? La respuesta fue la esperada. “Desde chiquita me gustó ser actriz, bailaba, me disfrazaba de gitana, mis padres, españoles al fin, escuchaban música ibérica, y de alguna manera me relacioné con ese mundo de trajes y zapateos.
“Crecí y ese amor por el arte prosperó también dentro de mí. Un buen día me enteré de que en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) había una convocatoria para una escuela de actuación. Me presenté, hice la prueba y fui admitida. Su director fue Alejandro Lugo, a quien todos los actores de mi generación le debemos mucho en el plano personal y profesional. En el claustro estuvieron Alfredo Perojo y Alden Knight”.
Este año Teresita Rúa cumplió 50 años de vida artística y aún recuerda a algunas actrices y actores referentes en sus inicios, por ejemplo, Mirian Mier, Verónica Lynn, Cristina Obín, Maggie Castro, Obelia Blanco, Frank González y Jorge Villazón. “Esa referencia no es casual, la avala la calidad, la entrega y, por supuesto, ese deseo de dar siempre el máximo a cualquier precio. De toda esa conexión quedó, además de la experiencia, una infinita amistad alimentada por teléfono, WhatsApp o cuando nos vemos de Pascua a San Juan”.
Teresita tiene un hijo llamado Panter, que califica como “un muchacho muy bueno y amoroso. A pesar de ser hijo de profesionales de la actuación, nunca le gustó ese mundo, aunque se decidió por la fotografía, la edición y el universo de las cámaras, para lo cual tomó varios cursos en el ICRT, aunque nada se concretó”.
En 2003 Teresita enviudó, pero años más tarde, como parte de la dinámica de la existencia humana, rehízo su vida conyugal. “Estoy comprometida con el locutor Luis Alarcón Santana, una persona muy buena, me ha ayudado mucho, mantenemos una relación de camaradería, de apoyo mutuo en momentos difíciles y felices. Esa concordancia nos ayuda a vivir y a desarrollar nuestros trabajos. Es una relación que nació casi sin darnos cuenta, resultado del roce en estudios y set de grabaciones. Se dio y ambos la aceptamos sin problemas, porque el amor siempre es bien recibido, además, cuando se sobrepasan los 60 la soledad es mala compañera y se necesita un sostén moral”.
Esta actriz no ha hecho cine, pero está dispuesta si aparece la ocasión, siempre y cuando el personaje sea de su agrado. Ama la radio, el teatro y la televisión, pero no establece diferencias entre ellos. Alega que le gustan los buenos papeles, no importa si grandes o pequeños, pero profundos, ya sean radiales, teatrales o televisivos. No implanta distinciones porque todos los medios tienen sus particularidades, su magia. Adora trabajar con buenos colectivos, ser dirigida por quienes verdaderamente conozcan su labor, y sentirse respetada.
Esta reglana por nacimiento vive en el Vedado hace más de medio siglo. En su apartamento en esa barriada concibió a su hijo, su mayor regalo. Vivió 35 años junto a su esposo. En ese hogar ha pasado alegrías y tristezas, y recientemente celebró sus 70 eneros junto a su sobrina, el esposo de esta y su actual compañero.
Antes de la despedida de esta entrevista afirmó: “Soy feliz porque siento que he cumplido con la vida, he ayudado dentro de mis posibilidades a los demás; por eso, cada día al levantarme, lo primero que hago es saludar el amanecer y dar gracias por estar viva junto a los seres que quiero, mientras al acostarme converso con la luna, la siento tan enamorada de la vida como yo”.