27 de julio de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Osvaldo Doimeadiós: Una plaza inequívoca de buen humor.

El Premio Nacional de Humor 2012, Osvaldo Doimeadiós, cumplió 58 años este noviembre y EnVivo conversó sobre sus experiencias en la especialidad, el cine, el teatro y la televisión en forma de homenaje.
Osvaldo Doimeadiós

Osvaldo Doimeadiós

Cuando hablamos de humor resulta obligatorio mencionar a Osvaldo Doimeadiós, creador de la icónica Margot, Feliciano y otros tantos personajes con los que ha acertado en el centro de la diana para hacer reír a varias generaciones de cubanos.

No tiene preferencias a la hora de asumir un rol, sabe que la profesión de actor es igual a la de un pelotero: “mientras más bases juegue más oportunidad tendrá de hacer equipo”. Ello significa asumir cualquier papel con satisfacción y responsabilidad.

Siempre ha dicho: “el personaje que hago en ese momento es el que más me gusta, lo mismo de naturaleza humorística, dramática o musical.”

Y es que para Doime (como muchos le nombran con cariño), quien cumplió este noviembre 58 inviernos, todos los personajes tienen su encanto y solo corresponde al actor descubrirlo, arrancarle la piel y habitarlo

Para entrar en la zona de confort de quien es Premio Nacional de Humor 2012, lo primero que quise saber fue ¿Cómo valora el difícil acto de hacer reír?

“Es un regalo de la naturaleza, de Dios. La posibilidad de pararme ante un público y escucharlo reír es una bendición de la vida la cual no concibo sin música y tampoco sin humor pues reír nos hace verdaderamente humanos”.

¿El humor lo atrapó o fue una opción más en su vida?

Es algo muy ligado a mi persona. No sé con exactitud cuando se encendió en mí esa lucecita, pero tiene muchos puntos de contacto con el desarrollo de mi personalidad, con la capacidad para entenderlo, manejarlo.

De niño me gustaba la literatura humorística, los dibujos animados. Y luego en el despertar a la vida acumulé otros referentes que moldearon mi gusto por el género. Hablo de Mark Twain, Giovanni Boccaccio y hasta las cosas de Zumbado difundidas en la prensa”.

¿Cree en la Academia o la espontaneidad como ingredientes de una misma sopa?

“No sería concluyente decir si el humor debe ser de academia o espontáneo, aunque en él se impone una bocanada de aire fresco con un nivel de espontaneidad. Ser académico no es una camisa de fuerza.  

He encontrado personas casi analfabetas con tremendo sentido del humor. Lo importante es la manera de mirar la vida, comparar las cosas, narrar un hecho. La academia te ayuda como lo hace la cultura adquirida a lo largo de la vida, te permite entrar en otros anales y ser capaz de pararte frente a un público, y tener un comportamiento y condiciones expresivas correctas.

De hecho, no hay escuela de humor como tal, existen los artistas empeñados en hacer humor, se meten en el género… pero lo importante es beber de muchas fuentes, leer bastante, ver mucho cine y atesorar toda la cultura posible”.  

Muchos hablan de humor inteligente ¿qué piensa de esta teoría?

“Desde mi punto de vista la inteligencia humorística es un ABC, una exigencia.  Pienso que si el humor adolece de esa virtud deja de ser humor”.

Los cubanos somos humoristas por naturaleza. Entonces ¿por qué existen poco espacios radiales y televisivos sobre el tema?

“Esta respuesta les toca a los decisores de los medios, a quienes ponen los presupuestos para los programas de televisión y radio. Ahora estamos en un momento de total contracción por la situación financiera en el país.

Aparte de la situación financiera no podemos negar la existencia de estigmas venidos de políticas anteriores en torno al género. Por la parte nuestra hay carencia de guionistas por ser un oficio mal retribuido a pesar de representar el horcón de la comedia».

¿En qué medida las nuevas tecnologías contribuyen a difundir el humor?

“Hoy las gentes no dependen tanto de la radio y la televisión para acceder a programas humorísticos. Las nuevas tecnologías te permiten ver el trabajo de un humorista en España, Estados Unidos, Francia, Méjico y el público escoge lo que desea consumir, es una realidad objetiva con la que coexistimos.

Muchos jóvenes prefieren seguir a los influencers y no a los patrones tradicionales. En mi caso como artista dedicado a la comedia me gusta el teatro como plataforma de visualización teniendo en cuenta que quienes asisten a él van porque decidieron verme y no porque sentados frente a un televisor o un radio alguien resolvió poner un espacio humorístico cuando, quizás, no era lo más deseado. No obstante, disfruto mucho mi trabajo en la televisión y los realizados para plataformas digitales”.

En esta conversación no quiero pasar por alto el trabajo de su hija Andrea para muchos Noelia Bermellón… El humor en ella fue espontáneo?

“El humor no es cuestión privativa a una persona o clase social pero el entorno favorece mucho. Mi hija, nació y creció en un ambiente donde además de mí tenía a mis amigos humoristas. Yo la llevaba a ver espectáculos y poco a poco en ella despertó el interés por la comedia. Todo esto se unió a su propia cultura, a acercarse a la literatura humorística y a otras fuentes como parte de su decisión personal.

En un inicio le sucedió como a otros artistas, hacia roles cómicos, pero estaba más apegada a lo dramático, hasta descubrir el humor como una vía de comunicación, de plenitud actoral.

Que mi hija haga humor fue su decisión, si bien me place mucho. Ha desarrollado además habilidades para escribir sus propios contenidos, me parece algo muy bueno, sobre todo para quienes hemos manejado durante mucho tiempo el término “crisis del humor” y sobre todo de mujeres ligadas a este mundo».

¿Consideras entonces que la continuidad del estilo está garantizada con figuras jóvenes?

“Ojalá. Conozco de algunos jóvenes moviéndose en el mundo del humor, haciendo comic. A los más experimentados nos toca ayudarlos para salvar el género porque la mayoría de los humoristas tenemos más de 40 y 50 años, por tanto, se impone una renovación. Pienso que en las universidades y en la calle existe una cantera considerable, que no conocemos pero que podrían aportar mucho al género.”

¿Entonces desde su punto de vista existen cánones para regir la labor de un humorista?

“Para un humorista es importante cultivar el talento, si lo tiene, conocer todo lo afín al género, a la cultura de trabajo, y de esa forma establecer una adecuada comunicación con los auditorios. Pero dentro de todo ello el respeto a la gente es vital y comienza con el respeto a nosotros mismos, a los contenidos.

Por otra parte, un comediante no se puede quedar anclado en el tiempo porque las maneras de hacer y decir cambian. El humor tiene un cable a tierra muy directo, se gasta muy rápido y aunque no es un periódico, te exige un elevado nivel de información de un presente, de un aquí y ahora».

¿Puede el humor funcionar como herramienta para la solución de problemas sociales?

“El humor puede funcionar como válvula de escape, aceite social, consolante de tensiones y tiene gran utilidad comunitaria. Enciende luz roja donde hay una dificultad, dá cuenta de, alerta de. Es incluso cuestionar, mirar con otros ojos, pero no soluciona los problemas. Los problemas los solucionan los políticos, los gobernantes, los que determinan el rumbo económico de una nación”.

Planes actuales

“Estoy a la cabeza de un proyecto en la Avenida del puerto, en los altos de los almacenes San José, le llamamos comunidad creativa, su nombre oficial es “Nave y oficio de Isla”. Aquí producimos espectáculos para el teatro, tiene carácter docente pues contamos con estudiantes graduados de nuestras escuelas de arte que terminan su proceso de trabajo con nosotros. Aquí también organizamos eventos, seminarios, talleres, y encuentros literarios.

En paralelo he hecho varias grabaciones de “Vivir del cuento” y participé en una película que ahora mismo anda por ahí dando vueltas. Tengo previsto también estrenar en diciembre un espectáculo a partir de una obra de Estorino. Lo demás para el 2023 todavía está sin concretar, por tanto, no es tiempo para hablar de ello.

Fotos: Tomadas por la autora

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