Pasión por las muletillas
Hace unos días un entrevistado respondió a la pregunta:
_ ¿Qué harás con esos materiales?
_ Nada, voy a seguir pintando.
Nada es un pronombre indefinido que significa ninguna cosa. Entonces para qué comenzar la respuesta con esa palabra si a continuación el joven expresa que seguirá pintando. Ese pronombre se escucha y hasta se lee con frecuencia para introducir el discurso o la respuesta a alguna pregunta que nos formulan, sin embargo, es un pronombre innecesario que lejos de ayudar puede confundir al lector u oyente.
Otra muletilla que tiene una frecuencia de uso enorme es la expresión como tal. Esta es una locución adverbial que debe utilizarse para reafirmar o enfatizar algo que ya se ha mencionado anteriormente, por ejemplo: ese es un asunto importante y debe tratarse como tal. La expresión como tal indica que el asunto debe tratarse como se tratan los asuntos importantes. Sin embargo, he escuchado o leído: como tal, no trabajamos en la empresa, estudiamos ingeniería como tal y nos desarrollamos como tal en otras funciones. En estos casos esta locución sobra y se convierte en una muletilla injustificada que hace el discurso monótono.
Encontramos también el como superfluo que se convierte en una muletilla, en el registro coloquial. Si el como precede a una expresión de cantidad tiene valor aproximativo: habló como una hora y de este valor se pasa al atenuativo, que resulta correcto cuando queremos disminuir el grado de certeza: tu hija es como muy temerosa. Sin embargo, debemos evitar el uso de este como cuando resulta claramente innecesario: el jugo estaba como muy dulce, me siento como muy triste. En estos casos el adverbio no añade nada a la oración, ni afectivamente ni conceptualmente y repetido se convierte en una muletilla. Lo mismo ocurre con la construcción …ser como que…frecuente e innecesaria en el habla coloquial. Es como que él está mirando o es como que estoy angustiada. La construcción como que no añade ningún contenido a las oraciones y debemos evitarla.
En el español actual de nuestro país aparecen otras muletillas además de estas ya mencionadas. La más frecuente es :¿viste? Que se repite continuamente con múltiples pronunciaciones como: ¿vites? o ¿vistes? Le sigue en orden de frecuencia la pregunta: ¿entiendes eso? Si me hablan de un tema tan sencillo como la necesidad de no mojarse con agua de lluvia para no agriparse, esa pregunta al final del enunciado es absolutamente innecesaria. Si usted habla español, usa palabras frecuentes y el tema es sencillo, por supuesto que su receptor lo entiende perfectamente.
Las muletillas aparecen más en el coloquio que en la escritura, pero son innecesarias e inútiles y estamos en el deber de evitarlas para que nuestra comunicación sea más ligera y precisa. La lengua es nuestro tesoro y debemos cuidarla siempre.