“¡Qué gente, caballero, pero qué gente!…
“Y aquí Radio Progreso, presentando Alegrías de sobremesa”. Así fue día tras día, desde el 15 de abril de 1965, hace 56 años, hasta el 1ro. de julio de 2017.
La voz de Eduardo Rosillo anunciando el programa humorístico-musical significó un sello de permanencia, aun cuando no estuvo más por la ley natural de la vida. La pluma de Alberto Luberta fue única, aunque el tiempo no le alcanzó para despedirse del público.
Alegrías de sobremesa es de esos programas que se integró a la cotidianidad del cubano porque las historias que contaba, los personajes que allí cobraron vida eran hombres y mujeres comunes, con virtudes y defectos, anhelos y frustraciones, y con un denominador común: orgullosos, todos, de ser muy cubanos.
En un inicio fue un espacio dirigido por Antonio (Ñico) Hernández y contaba con varios escritores, hasta que en 1965, Luberta con una experiencia anterior en el mundo del libreto le concedió otra estructura y sentir a esas Alegrías… que hoy recordamos.
Marta Velazco fue la única actriz que se mantuvo desde los inicios, mientras que Marta Jiménez Oropesa comenzó a ser “Rita”, con su esperada frase de Ay Paco, chico. Por su parte Aurora Basnuevo, desde su inclusión en 1968, perdió su nombre para convertirse en “Estelvina”, la Mulatísima, hecha con mucho gusto y sana distinción.
¡De igual manera Idalberto Delgado, el llevado y traído “Paco”, generalmente dueño del juicio final de “¡Qué gente, caballero, qué gente!”, aun asumiendo personajes tan populares como lo “Tito el Taxista”, nunca dejó ser “Paco”, como tampoco Darío Proenza dejó de ser “Florito” o el propio Antonio (Ñico) Hernández el “Gervasio entre Escobar y Campanario”.
Otros personajes de la talla de José Antonio Rivero, casi siempre ebrio, y Carlos Moctezuma, generalmente inventor como Enrique Arredondo, dejaron esa impronta de auténtica veracidad.
La voz de Eloisa Álvarez Guedes —siempre hacía gala de su espectacular campesina— y también pudimos disfrutar de Reynaldo Miravalles con su inolvidable “Melesio Capote”. Asimismo, Erdwin Fernández, Aida Isalbe y Miriam Isabel son algunos actores de primera línea entre tantos otros que confluyeron en un programa que se convirtió en paradigma del humor costumbrista.
Parte del elenco de Alegrías de sobremesa integró las brigadas artísticas para ofrecer su trabajo a tropas internacionalistas cubanas, especialmente en Angola y además asistían a actividades culturales en centros reconocidos por su aporte social, entre ellos destacaba la Antillana de Acero. Por esas razones Alegrías… era un espacio que mantenía una estrecha relación con el ser y hacer cubanos.
Del mismo modo se convirtió en un programa perfecto para la promoción de la música nacional. Los lunes estaban reservados para la grabación de la orquesta de casa, como era considerada La Aragón en la emisora. En los demás días de la semana, voces reconocidas y noveles se retroalimentaron del trabajo en vivo, ante un público fiel que aguardaba con mucho respeto cada presentación.
Hoy Alegrías de sobremesa forma parte de la memoria histórica de la radio cubana, y más allá, de la cultura más raigal de la nación, y en ese sentido qué bien poder agradecerle a la dirección de Canal Habana que a propósito de los 500 años de la capital y como homenaje a lo que significó ese espacio, creara la serie animada Qué gente, usando el audio original de los episodios. El programa televisivo dio rostro a estos personajes y los situó en un contexto siempre soñado por los oyentes.
Alegrías de sobremesa con toda razón forma parte del imaginario vital de los cubanos. Debe ser porque sus personajes nacieron del qué somos, y no cabe duda que la sumatoria de recuerdos obliga a expresar: “! Qué gente, caballero, ¡pero qué gente!”.