9 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Retrospectiva de la radio fundacional cubana (1922-1959)

La Habana, con 30 estaciones radiales, tenía más plantas radiales por habitantes que New York, donde ocho millones de habitantes solo disponían de 14 planta

La historia de la industria electrónica y los medios de comunicación cubanos constituye un reservorio histórico, cultural y patrimonial descomunal donde se funden la tecnología, los géneros, formatos y contenidos culturales-simbólicos, las estrategias comunicativas-mercantiles, la política, la cultura y la ideología. El caudal de información conocido sobre esta etapa, resulta solo una muestra de este vasto universo. 

El panorama socio-político cubano de la primera mitad del siglo XX, revela una población mayoritariamente iletrada, analfabeta funcional o de escaso nivel con dos sistemas de enseñanza —el gratuito, cuya penuria material solo compensaban la dignidad y el patriotismo de sus escasos maestros— y el privado, en manos de ciudadanos cubanos y estadounidenses que se orientaban a niveles económicos superiores de nuestra población.

En este entorno donde la escasez de empleos y de finanzas limitaba el pago de taquillas o la adquisición del vestuario adecuado para asistir a determinados escenarios culturales tradicionales; la radio y la televisión emergen como soportes informativos-culturales cuyo consumo —fundamentalmente hogareño— no precisan del dominio de la lectura o de gastos colaterales para disfrutarlos.

Cuando ambos soportes masivos socializaron el conocimiento, la cultura, la información y la comunicación hacia todos los públicos se convirtieron en los ejes básicos de nuestra naciente industria cultural.

Durante los años treinta, las plantas radiales más pobres quebraron y las más poderosas fueron asimiladas por la NBC o la CBS norteñas; conglomerados cuyos accionistas principales eran las electrónicas General Electric, RCA Victor1 y Dumont; quienes luego se sumarian a la televisión.  El auge del sistema radial cubano generó nuevas prácticas sociales-culturales.

Los espectadores de los teatros y escenarios públicos abiertos se volcaron a los foros mediáticos donde presenciaban la realización, difusión y grabación de programas habituales en tiempo real; aprendían y se familiarizaban con sus rutinas productivas. La relación directa de los públicos con los artistas o comunicadores; reconvertiría a los oyentes en espectadores activos.  

Las primeras cadenas nacionales de radio expandieron las señales de las plantas capitalinas al resto del país y en ocasiones hacia otros continentes; potenciado un boom radial sustentado en:

-El incremento de la potencia de los transmisores.

-La simultaneidad de la onda corta y media.

-La transmisión de las señales radiales mediante líneas telefónicas.

-La orientación de los contenidos a públicos de variados segmentos poblacionales, gestora de la diversificación y especialización de los géneros y formatos radiales.

-El sistema de estrellas.

-La aplicación de modernas técnicas comunicativas de persuasión e investigación.

Tal mixtura de soportes, escenarios, herramientas, visiones y métodos potencia sus producciones, servicios, ganancias y cifra de radioemisoras que sobrepasan con creces la relación con su población.

La Habana, con 30 estaciones radiales, tenía más plantas radiales por habitantes que New York, donde ocho millones de habitantes solo disponían de 14 Plantas2.  

Cuando la mixtura de la industria cultural se volcó al vasto catálogo de producciones y servicios radiales, propulso su rentabilidad económica y la sinergia funcional, económica, comunicativa y simbólica de este sector mediático-cultural.

Su efectividad, dinamismo y flujo integral generó ganancias financieras, imagen pública y hegemonía simbólica–ideológica a todos los involucrados e impactó el imaginario simbólico de toda nuestra sociedad.  


[1]  La importadora local HUMARA Y LASTRA -propiedad de Miguel Humara y Julián Lastra representaba, comercializaba y distribuía en exclusiva en Cuba. El equipamiento  electrónico norteño no solo fomentaron la radio y la televisión sino también la discografía.    

[2]  Rene Cañizares. Periódico AVANCE.4 de marzo de 1937.

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