Rompiendo el silencio alza la voz

Las emisiones de la serie Rompiendo el silencio visibilizaron con gran éxito y eficacia la necesidad de la lucha por la cultura de paz, defensa de la equidad de géneros, el respeto y fomento de los valores de los seres humanos.

De esta manera, los directores de la puesta en pantalla, así como todo su equipo de trabajo y los actores de cada puesta en pantalla  alzaron su voz en favor de un mundo mejor sobre todo para las mujeres, históricamente más violentadas dentro de las sociedades.

Sin panfletos ni frases grandilocuentes y hechas, solo con escenas que en la medida que se suceden se tornan más profundamente intensas, este dramatizado llamó a la reflexión en torno a hechos que, a veces por comunes, no dejan de ser violatorios de la propia   esencia humana.

Diálogos cortos de estilo sencillo, en ocasiones con el predominio de frases entrecortadas, el empleo imprescindible y justificado de niños en escena, son algunos elementos distintivos de esta serie que, bajo la experimentada dirección general de Rolando Chiong, no deja dudas de un serio trabajo de investigación y búsqueda de problemas y, al mismo tiempo, sugiere posibles soluciones.

Historias mejor concebidas unas con respecto a otras; conflictos más felices que otros desde el punto de vista de la realización, son elementos que no empañan una certera dirección de actores, aspecto exitoso en cada una de las puestas.

En Rompiendo el silencio todo lo que se hizo salió orgánico porque nació y se puso en marcha desde la verdadera apuesta por sensibilizar a la sociedad en cuanto al logro de una convivencia más respetuosa y armónica entre todos.

Tal virtud nos hace quedar pendientes de una nueva temporada, en aras de resaltar desde la televisión cubana que, al romper el silencio, la palabra unida a la imagen pueden alzar su voz.