TELEVISIÓN Y REDES SOCIALES: OTRO BESO HISTÓRICO
La noche del pasado 12 de agosto de 2024, una bomba explotó desde la pequeña pantalla de cada hogar cubano, aunque con desigual estruendo y efectos en cada uno. No, no fue un acto terrorista ni un sabotaje. Más bien, diría yo, fue uno de esos detonantes necesarios para otro estallido de ese proceso profunda y genuinamente revolucionario, que es una verdadera educación sexual en nuestra población. La bomba fue un beso entre dos hombres; como toda medicina, causó mucha picazón entre los tantos enfermos de homofobia que lamentablemente, heredamos vigorosos aun avanzado el tercer milenio, y no solamente en Cuba.
Y tanta picazón se la rascaron… su escenario ideal hoy son las llamadas redes sociales, o sea: aquellas estructuras formadas en Internet por personas u organizaciones que se conectan a partir de intereses o valores (siempre relativamente) comunes, relacionándose rápidamente individuos o empresas sin jerarquías o límites físicos. Las más usuales (2023) son el Instagram, Facebook, Twitter, You Tube, Tik Tok, Pinterest, Snapchat y Linkedin, considerada la más profesional de ellas; herramientas de comunicación muy útiles y eficaces entre los pueblos del mundo, acelerándose al avanzar el siglo XXI, prácticamente imprescindibles para todo y por lo tanto, de gran popularidad, al lograrse acercar cada vez a más consumidores de todo el orbe, al margen de su nivel adquisitivo y cultural, y a pesar de la carestía de tecnologías y procesos pero que también en interés de más y más usuarios, se han logrado abaratar correspondientemente.
Contexto
Casi basta con estar alfabetizado para poder acceder, y a veces ni tanto, pues ya se manejan también los mensajes de voz; pero es vigente el empeño de nuestro Félix Varela hace más de doscientos años: “aprender en pensar”; lo que excede a la mera alfabetización, y unido a los valores humanos que propiciaron la llamada crisis ética de las ciencias en la primera mitad del siglo XX, nos reconocemos en la disyuntiva entre “lo bueno” y “lo malo”: no todas las intenciones son buenas, ni inteligentemente pensadas, y abundan, como es natural en todo proceso, los más conservadores y hasta reaccionarios planteamientos.
El supuestamente “irreverente” beso (los calificativos eran más agresivos, aunque muchos lo defendieron) fue a mediados del capítulo 28 de la telenovela cubana Renacer, cuyo guionista Yoel Monzón la escribió entre los años 2017 y y 2020, dirigida por Heiking Hernández, con la codirección de Jorge Molina. Entre sus novedades, incorporó un interesante triángulo amoroso masculino: el informático Damián (interpretado por Alejandro Arcos) vive esa difícil etapa que tanta osadía y madurez exige de la adolescencia a la juventud, de asumir su homosexualidad para enfrentarse al resto del mundo si fuera preciso con tal de alcanzar la felicidad a la que todos tenemos derecho y sin la cual, no vale la pena vivir; mientras lo enamoran el tan carismático, noble y valiente peluquero Ramsés (Roberto Romero) y Osniel (David Reys), otro informático cubano recién llegado de Estados Unidos y vinculado con drogas; solo la homofobia (hoy disfrazada, como aquellos “no racistas” negados a “peinar pasas en sus nietos”) explica que esta sub-trama centre el debate, como ha sido el matrimonio gay al discutir leyes al país.
Antecedentes
No es el primer beso entre hombres en la televisión cubana, sino una cima del difícil proceso de educación sexual que urge en nuestra sociedad. De hecho, el 20 de julio de 2017 publiqué en la sección “Moviendo los Caracoles” del portal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) www.uneac.co.cu, mi artículo Un beso histórico, a tenor del visto en la penúltima escena de la telenovela brasileña entonces en Cuba (Rastros de Mentiras, 2014) el viernes 7 de julio de 2017, entre dos galanes: el “villano” principal Félix (Mateus Solano) y el buen Nico (Thiago Fragoso), que se dijo que había sido también el primer beso gay en la televisión brasileña. En la maldad de Félix incidía la homofobia paterna, que el amor de Nico redimió. América (2005, telenovela brasileña no vista en Cuba; antes solo amores lésbicos) se centró al ansiado beso Bruno Cagliaso-Erom Cordeiro (Junior-Zeca).
Todos esos años planteé en el seno de la Uneac la urgencia de las tan populares telenovelas cubanas a sistematizar sin ambages esos besos de amor contra el odio, maldad y violencia diarios, lo que solo había avanzado en nuestro cine entre mujeres (Afinidades, 2010) y el frustrado en Lista de espera (2000) entre los personajes de Mijail Mulkay y Caleb Casas; ahora Renacer lo está logrando.
Y el miércoles 5 de junio de 2024, último capítulo de la telenovela cubana anterior, Viceversa (2023-2024), ya había mostrado el primer beso gay, y contra los estereotipos: Leonardo (Gilberto Subiaurt recuerda que algunos televidentes le sugerían amanerarse y se negó) en su conflicto porque su hijo Silvio lo aceptara; y el albañil Rubén (Joann Ramos), Silvio tampoco asimila a su admirado profesor el Dr. Eduardo (Jorge Luis López Armas), pareja del director de televisión José Infante; al final, Silvio dona la sangre que salvaría a Rubén; Leonardo-Rubén había sido el primer beso gay masculino en telenovela cubana, ya no jóvenes, antecedido excepcionalmente en otros dramatizados, con mucho menos público.
En el proceso
En Cuba, la película Fresa y Chocolate (1993-1994; primer coprotagonista positivo explícitamente gay, aunque no realizado) se exhibió en nuestra televisión décadas después, mientras demasiado lentamente nuestros audiovisuales han ido mostrando parte del infinito abanico no hetero-normativo, a menudo por el llamado cine independiente. En el año 2017, la jornada contra la homofobia (en Cuba, desde 2007) afincó a educar entre los infantes, las escuelas, maestros y familias.
Mientras la televisión mostraba la serie musical Glee y otras de disímiles culturas, cada vez más sexualmente trasgresoras, y con menos de aquellos fatales cortes de la censura oficial cubana; Rolando Pérez Betancourt mostró en televisión Brockeback Mountain (mayo de 2008), a lo que una beata se declaró “asqueada” por aquel beso gay tan bien hecho, primero en nuestra televisión: no por el crimen.
El martes 5 de julio de 2016 el cineasta Lester Hamlet en el televisivo Con dos que se quieran dos, declaró a Amaury Pérez Vidal: “soy honrosamente gay”, sin espacio al temor ni a la vergüenza por lo que nos hace mejores: el amor.
El documental estadounidense Gay Cuba (1986) nunca se promovió aquí, pero hay ejemplos en las distintas artes en contextos internacionales y luego cubanas, primero tímidamente insinuados, o burlesca y peyorativamente, mucho más revolucionaria nuestra escena y literatura, sin olvidar la tradicional inconformidad y hasta oposición de muchos a la homofobia contra corriente en cada contexto cubano y de otros países, aunque casi nunca se visibilizaran.
Valoraciones a destacar en la polémica
Entre otros avances, este beso no fue a final de la serie ni para acabar un capítulo, como ha sido usual para no perder público, sino a mitad del capítulo 28 y sobre todo, luego hubo otros besos de esta pareja, como es norma en toda pareja, no gratuitos, como ocurre con tanto sexo hetero; en el capítulo 29 debutó en nuestra televisión un club gay, donde Osniel besa a Damián “marcando territorio” ante Ramsés, el único estereotipado. Excelentemente actuados y distintivo cada beso en tres gay diferentes contra las etiquetas, pero viriles galanes contra los nichos en que se acomoda la homofobia, que prefiere lo contrario para evitar la empatía esencial a que se normalice toda opción sexual, y crecer en todos los aspectos.
El primer beso atestó las redes con el debate: desde el padre que prohibió ver la novela en su casa, casi siempre puntualizando que no son homofóbicos pero básicamente escudados en los niños, ancianos y cristianos (“lo más preciado de nuestra sociedad”, explícita exclusión), aunque ancianos y cristianos lo alabaron; se sugirió vetarla en ese horario pues “…responde a intereses de una minoría no soy homofóbica pero desprecio esas escenas…”; se negó la cura de drogadictos y alcohólicos, también desmentido; ”el cubano cuando no llega se pasa”; el veneno: “no le gusta “ni como hombre ni como mujer” y niegan haber visto en novelas extranjeras “tanto besuqueo (Osniel) siempre de pejagoso es como si le gustara de verdad””, pero “si por besarse se forma tanto revuelo, imagínese si los ponen apasionados… lnfarto masivo para los homofóbicos” y se aplaudió como modelo al padre de Damián por el apoyo a su hijo; Uno insistió que era “macho, varón, masculino”, otra recordó que los gays también. Afectan los sexismos que absolutizan las diferencias de géneros como el mal llamado lenguaje de género, canciones sexistas no solo misóginas, también la involutiva “mujer que se respeta no cocina” cuando el objetivo debiera ser, “hombre que se respeta, sí cocina”
Remedan al dañino Código Hays (1930, auge 1934-1967; luego “Clasificación por edades”): el republicano William H. Hays: impuso lo “moralmente aceptable” a la Asociación de Productores Cinematográficos (Estados Unidos) según las “buenas costumbres” contra la exhibición de cuerpos humanos y las relaciones sexuales, limitando tiempo y modo de besar. “No nos equivoquemos otra vez”, cantó Pablito.