19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Un latido radial para el amplio espectro del rock

Disco Ciudad, programa de Radio Ciudad de La Habana, cumplió 25 años al aire
Radio Ciudad de La Habana

Radio Ciudad de La Habana

Basta decir que Juan Camacho lleva la batuta para remarcar la calidad de la propuesta. Porque si algo distingue a Disco ciudad es su director, guionista y director. Cada mañana, de 9:00 a 10:00, “Juanito”, como suelen llamarlo y su pequeño equipo de trabajo, le impregnan un latido especial a las ondas de Radio Ciudad de La Habana. Compartir todo el espectro de lo que puede ser considerado rock, pop, funk y jazz, tanto de vanguardia como clásicos, se convierte en un divertimento y una clase magistral sobre buena música.

“Comencé escribiendo los guiones del espacio”, rememora Juan al hablar sobre los orígenes, si bien incursionaba en algunos segmentos. Cuenta que a base de trabajo y seriedad fue difuminando “una especie de leyenda de que no se me podía dejar solo en la conducción. Hasta un día que me propusieron quedarme delante del micrófono. Al principio estaba atemorizado. Eso fue en septiembre de 1990; en ese entonces nos extendíamos durante hora y media”.

Con el tiempo y mucho “oído” para colocar temas realmente trascendentes, el programa adoptó su formato actual de discoteca, caracterizado por la presentación de temas y comentarios sobre artistas o grupos, donde se privilegia la difusión del rock en todas sus variantes.

“Cada día de la semana tiene su personalidad”, explica Juan. “Los martes están pensados  para entrevistas en vivo. Traer a un tipo como Carlos Varela es fenomenal, muy ameno. Da por hecho que “romperá” los teléfonos. Además, la complicidad que se crea con él, es increíble. Igual pasa con Polito Ibáñez, con un toque más “complejo”, una poesía “rara” a la hora de hablar. Son muy buenos si logras motivarlos a que se rían un poco”, opina.

“El miércoles está dedicado a lo retro. A veces esto trae problemas, pues hay personas que han quedado como varadas en el tiempo y no entienden que no deben pedir un tema de Led Zeppelin un martes o los viernes. A veces hago alguna que otra excepción, pero para eso existe la emisión de mitad de semana.

“Los jueves, por ejemplo, era completo cubano, o con algunos extranjeros, pero trataba de poner algo comercial; bueno, pero raro a la vez, algo menos común. Era una manera de tener a la gente conectada con otras cosas”, añade.

Lamenta que se haya suprimido media hora, al igual que la emisión de los sábados, “cuando se retransmitía el programa del miércoles, dedicado a los clásicos. No tienes idea de cómo lo esperaba la gente, tanto el que no había podido escucharlo como el que quería volver a oírlo. El resultado era muy óptimo. Algunos llamaban los lunes para felicitarnos o agradecer la selección musical”.

Educar gustos

“Hay una dinámica interna en el equipo que siempre ha empastado muy bien”, asegura Frank Carvajal, realizador de sonidos del programa desde hace unos nueve años. “Ha habido un gran engranaje, lo que hacemos es divertirnos juntos”, complementa.

“Tenemos un público muy variopinto, desde aquellos con un conocimiento exquisito de la música, hasta otros que te pueden decir: “Te oigo todos los días, pero me encanta el miércoles, el día de la onda retro”.

“Nos proponemos educar al oyente al proponerle novedades y decirle: esto también está pasando en el mundo musical. Los seres humanos somos, por lo general, reacios al cambio. Disponemos de mucha música, y tratamos de radiar lo más fresco y actual posible, y aunque es bueno que se siga escuchando More than a feeling (Boston) y a The Beatles, también es importante conocer de propuestas como la de los españoles Kitai”. Aunque hace varios programas, tanto en vivo como grabados, “este es el predilecto”, afirma Frank. “El programa en vivo tiene que tener bomba, prontitud, todos los sentidos sincronizados. A eso se suma la posibilidad trabajar con un director y amplio conocedor de la música como Juan Camacho; eso es algo a respetar. Tengo que ir a su paso, más si está directamente al aire. Hay veces que él trae el programa concebido, en el guion, pero en otras ha llegado sin saber qué poner y lo he ayudado en eso, lo cual me parece significativo”.

El público agradece mucho la información que complementa cada número que sale al aire, pues muchas veces no tienen cómo saberlo o carecen del acceso a las fuentes. La otra parte, el plato fuerte, es escuchar la propia música.

Así también opina Dania Noblet, asistente del programa desde hace más de dos décadas. Con carisma y afabilidad atiende los teléfonos. “Cuando alguien me escucha, piensa que conozco al oyente de turno desde hace muchos años, por la forma de conversar. Sin embargo, en ese momento es que hablamos por primera vez”, explica.

“Aquí llama lo mismo un religioso que un rockero. Trato muy bien a las personas, no tengo idea de quienes son, pero todos merecen el mismo respeto. Ellos alimentan el programa con sus llamadas, momento cuando solicitan números de su preferencia, transmiten felicitaciones o aportan algún dato de interés. Hay quien no llama, pero en la calle o en algún mensaje nos hace saber que escuchan el programa a diario”, indica.

Uno de esos fieles es Antonio García, un oyente que desde el municipio Marianao, apuesta cada mañana por conocer un poco más sobre buena música. “Lo más interesante del programa son los datos que aporta Camacho. Una verdadera enciclopedia sobre la música rock internacional que permite informarnos y actualizar conocimientos”, argumenta.

Solo está insatisfecho con el poco tiempo del espacio. “Debería durar hasta dos horas”, propone.

Oasis musical

“Siento que bailo en una cuerda entre el rock, funk, blues y el jazz, si bien mi punto fuerte es el rock de diversas tendencias y lo considerado como fusión o rock progresivo”, reconoce Juan al retomar el diálogo. Casi a seguido confiesa que “muchos me critican por defender este espectro. Me ha tocado ser una rara avis”.

Aunque satisfecho con los resultados, Disco ciudad todavía no es el programa con el cual sueña. “Quisiera uno que durara más, donde pudiera interactuar con gente y mover entrevistas más breves, con invitados entrando y saliendo del estudio en algunas emisiones. En general, me gustaría alegrar con la música o llevar al oyente hacia determinado sonido o atmósfera. Todo eso mezclado con otros elementos para crear una especie de oasis musical”, vislumbra.

Desearía, dice, “tener un programa como Disco ciudad en la televisión. Me conformo con media hora. Hace años trabajé en un proyecto con los directores Ana María Rabasa y Orlando Cruzata. Ellos dirigían mientras yo conducía y escribía los guiones. Pero no me acerqué a lo que quería, por exigencias de quienes estaban por encima de ellos, quienes llamaron la atención por la cantidad de temas musicales de tendencias y grupos no muy frecuentes.

“Existe mucho prejuicio sobre esta música. Los intermediarios hacen mucho daño en las estructuras. No dirigen, pero tienen un peso en la opinión y pueden echarte a perder un proyecto al colocar “ruido en el sistema”, advierte.

En su opinión, ello resulta contradictorio cuando precisamente directivos del ICRT y la intelectualidad nacional han llamado a luchar contra la banalidad, la frivolidad y propuestas intrascendentes. “Pero mucha música que debiera estar en los medios con más frecuencia, no la encuentras o no se le da cabida. Con esto no estoy pidiendo que sea rock nada más, pero este tipo de programa tiene que existir, o la balanza permanecerá desequilibrada”, analiza.

Llama la atención sobre “la cantidad de música mala, pésima, que está circulando entre la población. Hay mucha gente con dinero que logra una cobertura sonora e incluso, buenas grabaciones. Pero lo que proponen no es musicalmente trascendente”.

Quizás por eso se reconoce como un creador “muy propositivo. Si bien pongo a los oyentes temas que piden, es tanto lo que pasa de novedades musicales frente a mí, que me siento en la obligación de compartirla”. La aceptación ganada en cinco lustros por Disco ciudad, parece darle la razón a esa tozudez.

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