26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Un valioso que se nos fue

Eduardo Santiesteban fue un hombre de la radio desde muy joven, a las ondas hertzianas dedicó 26 años de su existencia.

Desde el habanero edificio Focsa, Eduardo Santiesteban dirigía la revista A propósito, de Radio Metropolitana.

Ahora mismo me estoy acordando de una frase. Es ésa que declara: “¡Por quién doblan las campanas? ¡Doblan por ti!”.

En efecto: cada vez que se retira de este mundo tangible, concreto y tridimensional alguien valioso, nos quedamos un poco más solos.

En verdad, valiosísimo fue Eduardo Santiesteban. Un ser altamente culto, tuvo copiosas lecturas, tanto en español como en las fuentes de las culturas anglófonas.

Hombre de la radio desde muy joven, a las ondas hertzianas dedicó 26 años de su existencia. (Caso singular, fue de los pocos cubanos capaces de locutear en inglés sin acento).

Hasta pocos días antes de su deceso —ocurrido hace ya unos años—, mientras resistió su deteriorada anatomía, estuvo dirigiendo A propósito, complejísima revista cultural de Radio Metropolitana.

En nuestro Banes natal, en Santiago, en La Habana, se desempeñó como lo que hoy llamamos un promotor cultural.

Pero no imaginemos a un señor erudito, tieso, almidonado. Eduardo fue un cubanazo siempre dispuesto a disfrutar de nuestro humor. Nadie como él para desternillarse de la risa con la más brillante arista de nuestro folklore: el cuento de relajo cubano.

Y fue, ante todo, hombre de principios inconmovibles, de honda fe democrática. Veamos algunas de sus declaraciones, expresadas en una entrevista:

“¿Cómo hacer radio con un compromiso con las mayorías populares? ¿Cómo hacer radio con un compromiso con el proletariado? Palabra que ustedes, seguramente, hace rato que no escuchan, esa palabra que se perdió y quedó solamente en algunos manuales de enseñanza, y aun así se le pasa por arriba como a algo ingrato que se encuentra en el camino”.

Y la emprendía contra “la gente que tiene la cajita del pensamiento cuadrada y de aluminio. Eso son la gente que se adhiere a un pensamiento de derecha, que siempre lo que busca es […] fragmentar a la población: evaporar todo elemento que pueda servir como gluten, que pueda unir personas en cualquier proyecto emancipador”.

Y definió lo que merecía echar rodilla en tierra: “Aquellas cosas que yo defiendo, tienen que ver con la historia social, con la historia cultural, con la historia política, de las clases trabajadoras cubanas, fundamentalmente de los sectores más oprimidos, de la población afrodescendiente, con las expresiones contemporáneas”.

Ya sé que en meditaciones tremebundas existe la tendencia a echar mano de los clichés, de los lugares comunes, de las frases hechas. Como aquélla de “no ha muerto, vive en nuestro recuerdo”. Pero pienso que este es un caso en el cual esa declaración sí resulta significativa.

Así es, porque en nuestra memoria, como dijo el poeta Vallejo, nos seguirá haciendo una falta sin fondo.

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