Una puerta que no se podrá cerrar
La historia de la televisión se conforma, entre muchos otros elementos, de la historia de sus tantos programas, sobre todo aquellos que mantuvieron mayor permanencia y que por cualesquiera de las más disimiles razones marcaron hito. Es usual que muchos de ellos hayan sido marcados, a su vez, por el rostro de quien lo ha conducido y le ha dado un poco de eso que llamamos carisma y suele ser mucho más.
Uno de los espacios que se ajusta a esta afirmación es La séptima puerta, en transmisión cada noche de viernes y próxima a cumplir su 20 aniversario este verano ya sin la presencia física de su anfitrión Rolando Pérez Betancourt. Pese a su muerte y por fortuna, su esfuerzo y visión de largo alcance nos ha permitido continuar disfrutando, de un programa con verbo aleccionador y clarificador.
Entre las artes, el cine es, sin duda alguna, una de las que más ha disfrutado de espacios analíticos para promoverse mejor desde nuestra televisión. Una hipótesis lo explicaría por su tradicional popularidad en Cuba desde su primera función; además del apogeo e influencia de los cines y su cultura consecuente en Cuba mientras emergía nuestra pequeña pantalla.
Muchas y grandes personalidades del cine se interesaron y fueron pioneras también de nuestra televisións, compartiendo además el edificio Radiocentro con el que sería uno de nuestros cines más paradigmáticos junto a otras salas cinematográficas de similares valores en los alrededores de las sedes cunas donde nació y se desarrolló la televisión cubana.
Ya desde el sábado 2 de junio de 1951 el Canal 4 Unión Radio Televisión sistematizó el espacio Cine en su Casa, que el 15 de septiembre se anuncia como Cine en Tv, trasmitiendo cada noche después de las 9, una película completa.
De 1973 data Historia del Cine “el decano”, otro de los más longevos de estos espacios mucho más allá de nuestras fronteras geográficas.
Esos son algunos de los antecedentes de La Séptima Puerta, que ha logrado reconocerse como uno de las más emblemáticos y rigurosos de nuestras producciones desde que apareció sustituyendo entonces de similar perfil, a Toma uno, que conducía Antonio (Tony) Mazón Rubau, con su personalidad y característica despedida con su mano.
Entró en nuestras casas así el rostro sólido y afable a la vez, del periodista del diario Granma, Rolando Pérez Betancourt, que no tardó en integrar el ambiente de cada hogar cubano, como exige la pequeña pantalla cuando es de calidad.
Fallecido Radamés Pérez en octubre de 2010, su director fundador así como de Historia del Cine, lo dirigiría Jimmy Sariol, con la afortunada asesoría de Mayra Lilia Rodríguez y su conductor y guionista: Rolando.
Desde su concepción, La séptima puerta fue otra propuesta frente a tanta película comercialista que exhibían nuestros cines y televisión, presentándonos casi un millar de cintas que consideraba la mejor calidad cinematográfica de cualquier rincón del planeta que tan poco se veía en ambos medios.
El espacio, para algunos dirigido a un público conocedor y tildado de elitista, ha evidenciado atraer y formar con creces en todos los sectores, sobre todo a tantos que sentían la necesidad de trascender al respecto, y a pesar del horario.
En estas dos décadas, alcanzó hitos para la televisión, y para toda la cultura y sociedad cubanas. Así por ejemplo, hubo para Cuba un antes y después de Brokeback Mountain (mayo de 2008), incluido el primer beso gay visto en cada casa cubana para las más diversas reacciones, como la beata asqueada, pero no por el sádico crimen ni por tanta violencia y sexo gratuitos cotidianos en nuestros medios; y no quedó allí, ni limitado a ninguna jornada, como demostraría en 2017 la estadounidense Moonlight, y muchas más.
Hacia el año 2013, el canal Multivisión especializado en películas y series, sistematizó en cada ocaso dominical el espacio Grandes éxitos de La séptima puerta, para el que escogían las películas y Rolando les escribía los textos pertinentes.
No duró tanto como debería, lo que se justificó por problemas técnicos, pero de tan buen potencial de los viernes, ya hacia el año 2018 repetían los títulos, y evitaban sexo y principalmente, toda transgresión, cómplice quizás involuntario de la peligrosa homofobia y conservadurismo cubanos.
No obstante, Grandes éxitos… logró muchas reposiciones valiosas como El último tango en París (Bertolucci; impensable, mostró la versión íntegra, sin la censura estadounidense).
Afortunadamente, se pudieron ver las no menos osadas Lejos del cielo, 2002; las series musicales de las 5 pm en el Canal Educativo; etcétera, y sin embargo, Todos juntos (Irlanda, 2016), urgente contra el bullying que se exhibió a las 2 de la madrugada.
El tema del horario es otra gran dificultad contra este y otros espacios de cine en televisión, lo cual bien daría para otro comentario. Lo cierto es que siempre será mejor debatir cuál canal escoger y no valorar otra opción fuera del medio.
Siendo así, como el público fiel de La Séptima puerta, muchos prepararán un café para llegar despiertos a esa puerta al cine, por cuya impronta, ya jamás se podrá cerrar.