28 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Elvira, toda una dama del arte cubano

El 5 de enero de 1923 llegó al mundo Elvira Cervera Batte, quién pronto encantaría como locutora, declamadora y actriz protagonista en Radio Salas, Onda Deportiva, Cadena Azul, aunque hubo radioemisoras que no supieron reconocer su temprano talento.
Elvira Cervera Batte

Una estrellaza en el firmamento cubano

En español antiguo existía la frase “tiene mucha elegancia en la persona”. Y esa elegancia no se refería a atributos externos, como el ropaje, sino a emblemas de las almas superiores.

   Llega al mundo Elvira Cervera Batte allá por la cintura de Cuba, en Sagua la Grande, el 5 de enero de 1923. En un hogar humilde: papá, albañil; mamá, ama de casa.

   Pronto la familia emigra hacia La Habana.

   Cuando llegue a la edad madura, ella escribirá su autobiografía, El arte para mí fue un reto (Ediciones Unión, 2004). Y el título del libro había sido su guía desde la niñez. Más que las muñecas, le interesaban las funciones que brindaban unos actores en cierta carpa cercana a su casa.

   La familia comprendía su inclinación, aunque se empecinaban en que se graduase de una carrera “seria”. Ella les proporcionó ese gusto: terminó sus estudios como maestra normalista y mucho después se convirtió en una doctora en pedagogía.

   Quinceañera, en 1938 gana el primer premio en un concurso de actuación radial convocado por El Progreso Cubano, como se llamaba entonces la actual Radio Progreso. Un año después, el galardón se repite, esta vez en CMQ. No obstante, ninguna de las dos radioemisoras la contrata.

   Pero ella ha borrado, de su diccionario personal, la palabra “derrota”. Y pronto llegará el día en el cual brille como locutora, declamadora y actriz protagonista en Radio Salas, Onda Deportiva, Cadena  Azul y  en las dos radioemisoras que no supieron reconocer su temprano talento. Iba a contarse entre quienes inauguraron Mil Diez, La Voz del Pueblo.

  Perteneció al elenco que intervino en aquella radionovela escandalosamente popular, esa bomba del rating, que fue “El derecho de nacer”, con libreto del irrepetible Félix Benjamín Caignet.

   Elvira también se desenvolvió en el teatro con la soltura de quien anda por su propia casa, en piezas que van de O’Neill a Shaw.

Pedagoga siempre, se sumó con ardor al trabajo cultural comunitario y a la enseñanza teatral de niños y de jóvenes.

   Se movió por la pantalla grande, en una decena de filmes, tanto cubanos como foráneos.

   Ah, pero este mundo dista muchísimo de ser perfecto. Y el 28 de marzo del 2013 nos quedamos desguarnecidos, privados tanto de su talento como de su risa cantarina. Y también de esa “elegancia en la persona” de la cual antes hablamos.

   No me caben dudas: ella partió hacia el cielo.

   ¿Acaso no es allí donde moran las estrellas?

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