12 de octubre de 2024

envivo

Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Escuchar, ver, compartir entre todos

Aproximaciones a códigos que comparten los medios de comunicación audiovisual

Las nuevas tecnologías de la comunicación y su evolución acelerada inciden en el contenido y la forma de las expresiones artísticas. Quienes realizan documentales tienen la posibilidad de atisbar momentos de la vida únicos e irrepetibles.

La definición del documental cambió de registro de la realidad a expresión de la verdad. Figuras notables de la cultura cubana motivan a realizadores interesados en las historias de vida y el destaque de experiencias en su profesión.

Una obra oportuna, necesaria, es el documental Martha Velasco, El don de cambiar la voz, presentado en el habanero Multicine Infanta.

Ana Vivian Mora, directora de la puesta, tributa merecido homenaje a la primera actriz Martha Velasco -de dicción y fraseo exquisitos-, un nombre imprescindible de la Radio Cubana.

Ha demostrado oficio, magisterio, la capacidad de ser ella misma y otros personajes con sus respectivos conflictos, sueños, aspiraciones.

Las imágenes y los sonidos de la radio trasladan al conocimiento humano los sucesos que ocurren en cualquier lugar del mundo. En la era de las grandes transformaciones tecnológicas, la Radio continúa siendo un medio eficaz, vivo, dinámico, movilizador. En ella es fundamental la creatividad de realizadores que sepan apropiarse de la riqueza de todos los recursos radiofónicos para mantener un diálogo permanente con sus oyentes.

Lo ha conseguido Leonor Bravo, locutora de Radio Habana Cuba y Radio Progreso, quien reconoce: “este es el medio de comunicación más personal que existe. Esta naturaleza de la radio propicia que posea un perfil de difusión particularmente íntimo de tú a tú, constituye uno de los ingredientes esenciales de su connotación mágica”.

Por otro lado, la digitalización en la radio y la televisión, así como las nuevas prácticas de uso de esta última indican cambios acelerados: los jóvenes pasan hacia el consumo en computadoras, tables, celulares; mediante el uso masivo de las redes sociales los sujetos dejan de ser pasivos para convertirse en productores-difusores o productores-consumidores.

En los medios lidera el código más importante: el idioma. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad en la conservación de este legado generacional. Como un pueblo no puede vivir sin leyes, un idioma tampoco puede sobrevivir sin normas, entendidas, según el Diccionario panhispánico de dudas, como el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso”.

También existen otros códigos de carácter cultural cuyo dominio permite intercambios comunicativos: el saludo, el modo de vestirse, el estilo de bailar, todos se manifiestan en la televisión que deja de ser una herramienta de masas para convertirse en un medio de comunicación, el cual se consume individualmente en diversas plataformas de forma diferida, personalizada.

La sociedad cubana no está ajena a las particularidades de este nuevo escenario, en el que lideran negocios de las industrias de la comunicación (informática, internet, videojuegos, redes sociales), y se consolidan los monopolios de la producción y distribución de dichos materiales, siempre acompañados por un pensamiento hegemónico.

También la globalización representa la apertura de otras posibilidades, entre ellas la emergencia de cosmovisiones que ponen en crisis la supremacía del racionalismo occidental, estimulan una acción contrahegemónica, esta fortalece la unidad política y la competencia entre empresas de todo el mundo al introducir cambios de amplia repercusión social en el ámbito económico.

El programa institucional de difusión masiva de la cultura en Cuba privilegia proyectos de influencia en los públicos con el fin de lograr la comprensión y apreciación de códigos artísticos novedosos, el establecimiento de jerarquías estéticas, valores universales, la participación en acciones culturales lideradas por creadores consagrados y jóvenes.

De esta experiencia forman parte la calidad de vida, la defensa de la cultura nacional, el estímulo a la participación, al sentido crítico, y la protección del patrimonio espiritual.

No hay dudas, la masificación de la cultura requiere una activa participación que se concrete con vocación universal, inteligencia y creatividad, en las prácticas culturales como alternativas e instrumentos de liberación en un mundo globalizado.

La televisión informa, genera estados de opinión, contribuye a socializar la información, el conocimiento, a construir un pensamiento y en nuestro país es el medio de entretenimiento por excelencia para la mayoría de los públicos. Constituye un instrumento clave de la ideología, de facilitación social y servicio público, ámbitos que son estetizados por el medio, lo cual no implica necesariamente que sean artísticos en sí mismos, aunque gocen de un cierto grado de artisticidad.

Tanto en la radio como en la televisión contar historias exige la creación colectiva a la cual aportan técnicos y artistas, quienes son conscientes que el todo constituye una formación material-sensible, pues cada componente del relato con sus lenguajes y proposiciones tiene su propio valor comunicativo en la obra destinada, en primera instancia, a tocar las fibras íntimas del ser humano, motivar la reflexión, el disfrute.

Entre los actores del hecho artístico, los oyentes y los espectadores, se establece una relación que intensifica motivaciones, expectativas del sujeto preceptor, pues ocurre una confrontación en la que este asume su libre decisión de pensar como parte de un proceso, en el que intervienen la personal descripción del objeto y la producción creadora de su significación.

Es imprescindible ver, escuchar, compartir entre todos los seres humanos lo valioso de la cultura, en tanto sistema de valores y productos materiales, que se crea, conserva, modifica a diario, es esencial para el desarrollo material y espiritual de la sociedad.

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