6 de diciembre de 2024

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La Cuba de 1852

En 1852 varios hechos significativo ocurren entre los que destacan el nacimiento de Miguel Faílde, quién para nuestra dicha inventó el danzón. Además, a la música también le toca otro regalo, cuando abre los ojos Claudio José Domingo Brindis de Salas, conocido como El Paganini Negro, o El Rey de las Octavas.
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Nace Faílde, quien nos hará mover los pies

El viajero Antonio de las Barras visita La Habana. Y declara que en esta ciudad no se echa de menos nada de lo que constituye un pueblo civilizado. Resalta que en materia de espectáculos no envidia a Londres, París o Madrid, por la constante presencia de compañías de ópera.

Pero el visitante ha recibido una visión edulcorada, epidérmica. Él no sabe que en esos mismos instantes el gobernador está engavetando la solicitud de autorización para fundar la Academia de Ciencias Cubana.

Tampoco el viajero está al tanto de que, en garrote vil, acaba de sufrir suplicio el joven reglano Eduardo Facciolo, protomártir de la prensa en Cuba, editor de un periódico clandestino que combatía al poder colonial.
Más sobre el 1852
El canario Andrés Avelino de Orihuela, quien vivió desde joven en Cuba, publica en París una novela de costumbres. Aparece como personaje un ser real, que también figurará en Cecilia Valdés: el sastre mulato Uribe, quien se suicidó durante el Proceso de La Escalera.

Acaba de cerrar los ojos la Condesa de Merlín. Muere en París, donde le corresponde, pues, a pesar de su nacimiento habanero, escribió en francés. Tuvo entre los asiduos a su salón lo mismo a Goya que a Balzac. Sus obras entregaron una Cuba risueña, exótica, superficial y falsa.

Huyó de España con su marido, general francés, bajo los tiros de los guerrilleros, que hostilizaban a las invasoras columnas napoleónicas, en retirada. (De todas maneras, que Dios la tenga en su santa gloria).
El danzón, y un mambí catalán
Viene al mundo alguien que nos va a ejercitar en la noble práctica de mover los pies cadenciosamente: Miguel Faílde, nuestra dicha inventó el danzón. A la música también le toca otro regalo, cuando abre los ojos nuestro compatriota Claudio José Domingo Brindis de Salas, conocido como El Paganini Negro, o El Rey de las Octavas, quien tuvo fans en todos los rincones del planeta, lo mismo en Berlín que en Londres o Florencia.

Y, en aquel remoto año 1852, aunque ve la luz en la lejanísima Cataluña, anótese la llegada de José Miró Argenter, periodista, historiador y general mambí, quien fue nada menos que jefe del estado mayor de Antonio Maceo, y también su biógrafo, cronista excepcional de la Invasión.

1852, un año exuberante
Por entonces, la habanera Iglesia del Cristo es elevada a parroquia.
Se edita la obra Los cubanos pintados por sí mismos, con ilustraciones de Landaluze.

Un terremoto sacude el sudoriente cubano.
Ya tienen periódico en Pinar del Río. Significativamente, se llama El Veguero.
Fallece Manuel Pérez Ramírez, hombre de la prensa y escritor, quien fundó once periódicos en Santiago de Cuba.

Inundaciones en Galicia. La hambruna favorece la emigración de gallegos, que acá llegan en calidad de semiesclavos.
Antonio Núñez Jiménez anota que ya en esta época comienza a surgir el Hato de Cruces, y agrega que Ciego de Ávila tenía treinta y ocho casas.

Mientras, el ávido gobierno estadounidense propone comprar a Cuba por cien millones de dólares.
En conclusión: ¡tremendo añito!

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