10 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Radio Cadena Agramonte, emisora de mis amores (V)

Esta crónica forma parte de una serie radiodocumental que realicé para homenajear a la emisora donde inicié mi vida profesional

Radio Cadena Agramonte, emisora de mis amores. La primera en mi vida profesional. La que me vio nacer y crecer como locutor. Soy César Arredondo y tengo el placer de encontrarme o reencontrarme contigo atravesando el tiempo y la distancia. Te contaré de cosas pasadas en esta emisora y de mis andares en su búsqueda o de cuando la encontré y fuimos un todo único.

¿El salto a la capital?

Si hubiera seguido, y creído, todos los adjetivos prodigados por mi entonces joven esposa en cuanto a las posibilidades profesionales y la “bella voz” que poseía, y que yo sentía exagerado, habría corrido para cualquier emisora de La Habana.

Recordemos, a propósito, aquello de que “el amor es ciego”. En este caso, sordo, porque era radio. No se pudo medir quién de los dos tenía razón. Ni me interesaba. Yo era muy feliz en mi joven y querida emisora, Radio Cadena Agramonte.

En esa época existían en la capital 33 emisoras, entre grandes, medianas, pequeñas y chinchales. Por otra parte, yo poseía pocas dotes como aventurero y pensaba en eso que dice: “no dejes camino por vereda”. Aunque mi esposa de entonces, hubiera ripostado: “no hay peor gestión que la que no se hace”, u otra más enfática: “el que no se arriesga, ni pierde ni gana”.

Era una época muy difícil para dar cualquier paso, cuando, además, ya había nacido mi primera hija y yo poseía una plaza asegurada en la cadena provincial. Esas posibilidades no pasaron por mi mente, a pesar de estos simpáticos dichos criollos y españoles.

Respecto a los estudios contaré también: de todas formas, existía un nuevo inconveniente que debía vencer para desbrozar el camino de los estudios. Quería estudiar el bachillerado, porque en esa época cualquier bachiller era toda una personalidad. Pero no existía sesión nocturna en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey. A la vez, no resultaba de mi predilección la Escuela de Comercio ni la de maestros primarios o la Normal, como se le decía.

Irónicamente, cuando ya hubo sesión nocturna en el preuniversitario, después del triunfo de la Revolución, tuve que matricular, de todas formas, en la Escuela de Comercio, porque se habían ajustado los nuevos proyectos educacionales en la enseñanza media superior. Ya me había presentado directamente al primer año del preuniversitario y lo aprobé, pero tendría que ir por el plan viejo y por la libre. Me perseguía el retraso escolar.

Sustentaba mi base de operaciones, Radio Cadena Agramonte. En ella me sentía invulnerable y, gracias a ella, luchaba para seguir superándome, “para ser algo en la vida”, como se decía entonces.

       Cronica Cesar Capitulo 5

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