Las alegrías y tristezas de Martha Jiménez Oropesa

Difícil fue para la Premio Nacional de Radio y la Premio Nacional del Humor, Martha Jiménez Oropesa ver cerrada definitivamente la puerta del estudio donde durante muchos años protagonizó Alegrías de Sobremesa en la emisora Radio Progreso.

A consecuencia de ese shock, una crisis depresiva la mantuvo en cama largos meses; había dedicado casi toda su existencia al arte y a los 86 años se encontró sin estímulos para vivir de otra manera. La cercanía de amigos cariñosos que se volvieron familia, la ayudó a recuperar el ánimo y el buen humor que siempre la caracterizó. Al indagar sobre la personalidad de Martha sobresalen detalles que expresan lo atenta y preocupada que era por las demás personas, siempre solidaria.

Me cuenta Carlos Collazo, director de la serie Unos minutos en la vida de…, que la actriz nunca se sintió amenazada por los jóvenes que llegaban y su actitud fue siempre ayudarlos. Era sencilla y afable con el público que se le acercaba a saludarla y con todos en general.

Cuando la elogiaban decía: “Parece que no lo hice tan mal” y cada vez que recibía flores con motivo de alguna celebración confeccionaba pequeños ramos, para compartir con sus vecinas un pedacito de alegría.

Nacida un 25 de noviembre de 1919, debutó a los siete años en el teatro, cultivando el gusto por la actuación y la poesía. A los 13 comienza a trabajar en programas infantiles radiales creciendo dentro de ese medio hasta convertirse en una primera actriz.

Fue fundadora del medio televisivo en CMQ Televisión y su versatilidad resultó notable al interpretar dramas, comedias y publicidad. Intervino también en los filmes: Chicharito Alcalde (1939) y La vida comienza ahora (1959).

Al triunfar la Revolución renunció a su sueldo histórico al igual que otras figuras reconocidas que siguieron la causa del Comandante Fidel Castro. Era propietaria del autocine Sierra Vista en la Isla de Pinos y la peluquería del edificio Radiocentro, los cuales entregó sin reservas, continuando su carrera como artista.

A pesar del estacazo emocional que sufrió al ser separada de su única hija pues el padre de la niña, quien la había sacado del país de vacaciones, decidió que la adolescente de 13 años nunca retornara a Cuba, Martha continuó amando y se casó varias veces. Consecuente con sus ideas fue fundadora de las Milicias Nacionales Revolucionarias, la FMC y los CDR. En esta última organización se desempeñó como presidenta de su comité durante diez años y fue también una activa dirigente sindical.

Compartió su labor como profesora de actuación, locución, voz y dicción, actriz y directora de programas en las emisoras: Radio Liberación, Radio Rebelde y Progreso, sobresaliendo por su maestría y calidad artística.

Siempre supo deslindar las responsabilidades como actriz y directora y nunca utilizó métodos impositivos, tratando a cada profesional con el respeto que merecía sin importar el rango de su ejecución. Intervino en disímiles espacios y su participación en Alegrías de Sobremesa, al que se incorporó casi en los inicios, caló profundamente en el pueblo, el cual la reconoció como una artista querida y admirada por varias generaciones. Sumando valentía a su historia, participó como cooperante internacionalista en la guerra de Angola, al llevar el personaje de Rita Pranganillo a los combatientes cubanos junto al colectivo de ese popular programa.

La radio fue el medio que siempre prefirió, reconociendo el gran caudal de este formato para despertar la imaginación, sus exigencias y posibilidades expresivas. Su voz y la caracterización de Rita han perdurado en la retrasmisión de sus grabaciones y en el cine de animación. Acompañada de buenas personas, falleció a los 95 años preservando una dignidad y ética envidiables, de las que tenemos mucho que aprender.