26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Rosita Fornés en La Corte Suprema del Arte

En el inolvidable programa Cuba descubrió el talento de la famosa vedette que luego representaría la cultura nacional en otras latitudes
Rosita Fornés

Rosita Fornés

Rosita Fornés (Rosa Palet, 11 de febrero de 1923) fue de las primeras en participar en el programa competitivo de la Radio CMQ, La Corte Suprema, que hiciera época en 1937.

“Yo asisto a ese fabuloso programa –le contó en el 2001 Rosa a Evelio R. Mora-, cuando nos mudamos de La Habana Vieja para la calle B, entre 17 y 19, yo tenían entonces 15 años, en la flor de la juventud, prácticamente La Corte Suprema del Arte estaba en su despegue.

“Puesto que la comidilla del día era ese programa, como joven con inquietudes quise estar ahí. Tras mucho esfuerzo logré convencer a mis padres para que me permitieran participar; aunque yo no tenía ningún conocimiento musical, solamente la aptitud. Pero, como toda joven, dominaba la melodía y las letras de muchas canciones y me pasaba la hora cantando y escuchando discos en la gramola, artefacto para escuchar los discos de pasta negra, de aquellos tiempos”.

Su padre le dijo: “Ya que lo vas a hacer, entonces hazlo bien, no compitas con un tema fácil que todos cantan, inténtalo con una canción folclórica, con algo difícil que valga la pena”.

La joven seleccionó “La hija de Juan Simón”, una milonga muy famosa que, años después, en 1957, Abelardo Barroso grabara con la orquesta Sensación.

“La inscripción no fue cosa fácil –cuenta Rosita- porque había muchos aspirantes. Antes ya mi padre había consultado con un directivo de la RCA Víctor si debía competir. “Entonces me llevaron ante un maestro pianista llamado David Rendón, me hizo algunas pruebas de canto, escuchó el número que yo había preparado, le pareció bien, aunque me recomendó que lo hiciera con guitarra que tenía más afinidad con el tema de la milonga hispana.

“Fuimos hasta la zona del puerto, a ver a un guitarrista llamado Manolo Tirado, que dominaba muy bien el cante jondo. El guitarrista me escuchó y aceptó de inmediato ser mi acompañante, yo tenía una prestancia y se impresionó mucho. Con él aprendí mucho, pues era un experto en folclor. Me enseñó a interpretar fandanguillos, bulerías, soleares y hasta milongas, e incluso me indicó la manera de moverme, según la cadencia y el ritmo de la melodía.

“Hasta me enseñó a tocar las castañuelas, en aquellos tiempos lo español estaba en la moda, imagínate que eran tiempos en que España pasaba muchas vicisitudes y la gente emigraba en oleadas. Se acercaba la guerra civil española”.

Rosita participó una noche de un día cualquiera en el programa La Corte Suprema del Arte, la escucharía casi toda la ciudad, todos estaban a la expectativa de tan atractivo programa competitivo.

“Había mucha tensión entre los candidatos que iban quedando, porque habían sonado algunos campanazos y eso ponía nervioso a cualquiera. Al fin me tocó mi turno, ya había ensayado bastante, estaba entrenada, no estaba tan asustada como otras.

“El titular del programa, José Antonio Alonso, me presentó. Dijo: “Ahora con ustedes una bellísima rubia que nos va a interpretar la milonga “La hija de Juan Simón”. ¡Señoras y señores, Rosita Fornés!”.

Cuando Rosita comenzó a cantar se olvidó de todo, se concentró en la canción, en el entrenamiento, en la actuación que merecía la interpretación. “La melodía era bastante difícil, pues había que hacer muchos gorjeos, había soñado tanto con ese momento que me sentí sueña del estudio.

“Ni el público, ni el micrófono estático y negro frente a mí, ni la sensación de escuchar mi propia voz por los altavoces me afectaron. Canté con mucha seguridad y terminé llevándome el primer premio. Salí cargada de regalos y flores. Era el 12 de septiembre de 1938, esa noche nació Rosita Fornés”.

Le ofrecieron un contrato por cinco pesos semanales, Germán Pinelli se encargaría de presentarla. Las presentaciones en CMQ se multiplicaron, entonces conoce a Gonzalo Roig y participa en el elenco de la zarzuela “Cecilia Valdés”.

“Roig me auguró un futuro de gloria en el medio artístico y me insistió en seguir estudiando para alcanzar la perfección. Las palabras de Roig fueron premonitorias”, contaba La Rosa de Cuba.

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