“Discoteca Popular” más allá del tiempo
La “Discoteca Popular” ha logrado una sólida comunión con el oyente. Y cuando se habla de ella aparecen dos nombres esenciales en su concepción, crecimiento y desarrollo: Eduardo Rosillo y Carlos Más. Dos intelectuales del medio que lograron dimensionar su estilo de conducción y dirección para dejar una invaluable impronta en cuanto a entender, divulgar y promover la música nuestra.
Cada uno, en sus respectivos contextos y formaciones, erigieron a la música popular cubana y sus creadores como protagonistas de un fenómeno mayor que es el imaginario popular.
Encontraron aquellas anécdotas singulares, a muchas personas desconocidas; así como sitios no reconocidos por la bibliografía que han influido sobremanera en el desarrollo de este quehacer cultural. Ambos galardonados con el Premio Nacional de la Radio, la cabina azul de Infanta 105, constituyó motivo singular de realización y superación personales.
Y justo desde esa cabina escuché comentar a Eduardo Rosillo sobre el reto que le había significado asumir la “Discoteca Popular”:
“Llegado definitivamente a trabajar en Radio Progreso, en una oportunidad el locutor que realizaba el programa, de cuatro a ocho de la noche, salió del país y me designaron para trabajar en ese turno. De cuatro a seis se transmitía música variada en el espacio de la “Discoteca Popular”. Ante mí, se abría el compromiso de hacerla, de manera que, sin violentar el discurso de la misma, pudiera imprimirle un estilo propio.
Volví a emplear el poder de la observación, en esta oportunidad, para examinar la emisora desde fuera y con la experiencia que ya traía del medio, traté de ingeniarme una manera de decir distinta a la de otros espacios. A partir de un estilo coloquial, “Discoteca Popular” comenzó a granar audiencia hasta convertirse en uno de los programas más escuchaos de la emisora. La fórmula creo que fue hablar tal y como lo hacía el pueblo, como si estuviese frente a un amigo que siempre me esperaba a la misma hora.
Este programa me permitió acercarme muchísimo al oyente; en ello influía la posibilidad que da el espacio de invitar a músicos en vivo, compartir sus grabaciones, insertar un cúmulo de anécdotas “fundamentalmente las no conocidas” , conciliar en un ambiente fraternal valoraciones alrededor del pentagrama cubano de un modo claro, sencillo y asequible a una gama amplia de oyentes.
Hasta 1990, Eduardo Rosillo fue la voz de la “Discoteca Popular” y su impronta bajo otras exigencias y novedades del espacio hoy queda en manos de Iris Sobeida Columbié como directora junto a Miguel Sierra en los micrófonos.
Dos horas en las que, de lunes a sábado, corren con la responsabilidad de mantener esa herencia musical y comunicativa y llevar a las más jóvenes generaciones temas y géneros que identifican a la cultura cubana allende los mares.
La “Discoteca Popular” constituye una escuela de rigor, profesionalismo y estudio. Sus secciones diseñadas para los oyentes, revelan esa necesaria armonía que ha de prevalecer entre propuesta cultural y gusto de los públicos: en esa alianza está la clave del éxito de este espacio radial que trasciende las fronteras del tiempo.