En el vasto universo de emisoras capitalinas de los años 30, hoy recordamos algunas de las que alcanzaron audiencias y fama gracias a su atractiva programación cultural.
Memorias
Roberto de Moya fue un instrumentista que formó parte del grupo de guitarristas acompañantes de Carlos Gardel y desarrolló una meritoria labor en la enseñanza artística enCuba.
Por su cubanía, talento y patriotismo, Eduardo Saborit es un intérprete ineludible en la historia musical que pervive en la memoria de todos los cubanos.
Carlos Padrón aterrizó en este mundo terráqueo en Santiago de Cuba (su amado Chago), a pocas cuadras de donde se gesta la conga de Los Hoyos y se desenvolvió como actor, director, dramaturgo, guionista y asesor de la Televisión Cubana.
María de la Soledad Piniella Vázquez, conocida como Sol Pinelli, fue la directora estrella de los mas importantes proyectos radiales anterior a 1959.
Mario Barral López dejó un caudal de aportes a la cultura y a los medios de comunicación en Cuba y en Las Américas.
José Tejedor Sibate fue un músico aficionado que ganó gran popularidad entre la audiencia radial durante el siglo XX por su voz y perspicacia para escoger un repertorio de boleros que revelaba su conocimiento de los gustos del oyente.
“La Lupe es Edith Piaf, Janis Joplin y Aretha Franklin en una sola mujer, más un toque de locura”. (Comentario en la revista neoyorquina The Village Voice).
Volvió a ser primero de enero con la convicción compartida por millones de cubanos bien nacidos, estén donde estén, de que la esperanza se transmutará en la certeza de ofrendarle a la patria un porvenir cada vez más luminoso, próspero y feliz.
Durante La primera mitad del siglo XX las cadenas radiales estadounidense intentaron convertir a La Habana en el centro de emisión y distribución regional de sus producciones simbólicas.